Venezuela rumbo al 10 de enero: entre el suspenso y la esperanza | Por: Luis A. Villarreal P.

 

Luis A. Villarreal P.

 

Luego del 28/7, no imaginamos llegar a esta fecha sin vislumbrar algo de certeza en relación al muy esperado año 2025; cifrado de expectativas y posibles oportunidades para todos los venezolanos, la gran mayoría sufriendo restricciones y calamidades sociales, económicas y políticas.

La previa de las presidenciales de julio, hace réplica en este corredor de angosta e incómoda espera cuyo hito es el próximo 10E, fecha constitucional de la toma de posesión presidencial por lapso de seis años. Son casi las mismas circunstancias:

Al no tener ni acuerdo ni predisposición por parte de las facciones en pugna: Oposición y Oficialismo. Ambas asumiendo su respectiva victoria electoral; la primera, según datos extraoficiales ya conocidos por organismos multilaterales y muchos gobiernos, a través de actas expuestas en la web y en físico; y el segundo, apoyado en los resultados generales del CNE confirmados por la Sala Electoral del TSJ.

Y, por sobre todo, en la inmutable esperanza por parte del Pueblo [sin notorias excepciones] sobre sus diversos liderazgos: partidistas, gremiales, garantes de seguridad, incluso religiosos y ciudadanos, de quienes se espera las mejores actitudes en pro de la justicia y la paz.

Cuánto dieran los venezolanos por que estas circunstancias fueran otras, más cónsonas con la necesidad de transitar caminos de recuperación y realmente  prometedores, capaces de superar la insostenible precariedad causando por dondequiera sinsabores y dolores

Pero, cuáles son esas contrariedades tan difíciles de superar se pregunta todavía mucha gente. Nada más y nada menos: el oficialismo, en base a sus datos obtenidos en la elección de Julio, con anuencia del CNE y TSJ, quiere seguir al frente del gobierno; pese a no contar con el reconocimiento de su contraparte reclamando esta, a su vez, la victoria.

Y cuáles serían las implicaciones de este impasse nunca visto. Pues, con ello, se está colocando en línea de confrontación a los habitantes, abriendo posibilidades de violencia, no solo interna sino proveniente de afuera. Sin duda, esta probabilidad no la merecemos los habitantes de la Tierra de Gracia. Pero, ni modo, estamos obligados a encararla porque la suerte de la República y el país, del sistema democrático, de la libertad, del estado de bienestar, debe encontrar —aunque recónditamente— verdaderos dolientes en cada uno de los venezolanos de bien. No obstante lo increible y utópico; la subyacencia humana, donde pernocta la esperanza, nos permite continuar en la lucha tendiente a estabilizar y consolidar un país modelo de civilidad y posibilidades, como tantos otros.

Cuánto tiempo perdido a la hora de interpretar la democracia en el ámbito de una geografía generosa y estratégica, con un legado histórico difícil pero maravilloso; donde no han escaseado las mentes visionarias y capacitadas, prestas a engranarlo todo, en el noble y responsable convencimiento de saber qué hacer con este gran país, donde se han interpuesto falsos liderazgos, achatados y ego excéntricos, tratando con necedad de experimentar sus ‘proyectos’ y dogmas políticos o politiqueros a costa del porvenir de todos.

En el mar del tiempo y valores tirados por la borda, entre los culpables, equivocados y causantes del extravío, atraso y empobrecimiento colectivos, en un país rico, también se encuentra el Pueblo, el mismo tantas veces seducido y entusiasmado por modelos sin piso firme, propuestos por quienes en vez de mejorar, verbigracia, lo han empeorado todo.

Al respecto se hace prioritario y urgido menester la educación y concientización ciudadana, requeridas por el necesario seguimiento no solo a la ejecutorias gubernamentales, sino a los partidos políticos con o sin cuotas de poder, al liderazgo en general, e incluso —en un proceso de auto revisión— sobre el rol de la ciudadanía, a la cual, y fundamentalmente, debería estar atada la ‘suerte’ de la democracia.

 

El 10 de enero

 

Luce como una fecha

difusa pero muy esperanzadora.

Es día de respuestas,

de preguntas que sobran,

horas críticas pero decisorias.

 

Se espera lo mejor

para Venezuela, ojalá no haya

sobre esto decepción

sino que todo salga

como un feliz despertar de la patria.

 

El tiempo se diluye

lentamente; todos los escenarios

alarman y presumen

dándose por sentados,

sin desdeño de la paz que esperamos.

 

¡Responsabilidad!

es la mágica palabra que hace eco

y desea llamar 

la atención sin pretexto

¡de líderes actuando con esmero!

 

                                          L A V P

 

Aunque antes del 10E puedan presentarse más situaciones inadvertidas; con un oficialismo impertérrito y decidido a llevar adelante reformas legislativas electorales, la organización de mega elecciones, e incluso el adelanto de actos normados con fecha y apellido, tendiente a  adelantar el ejercicio gubernamental en todos sus niveles; a los venezolanos no nos queda sino participar en términos pacíficos para tratar de alcanzar los objetivos más claros posibles, de acuerdo a las normas taxativas, en la configuración de la Venezuela deseada y posible. Ese sería el mayor legado de las generaciones comprometidas con el futuro de prosperidad colectiva y la respetable presencia de nuestra nacionalidad en el concierto de las naciones.

 

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