No permitamos que nos derroten el pesimismo, el conformismo, la resignación y la desesperanza. Desoigamos los gritos que nos invitan a la rendición y la fuga. En estos días, más que nunca, fortalezcamos el compromiso, la resiliencia, el valor y la solidaridad. Venezuela tiene un hermoso futuro de prosperidad y paz, futuro que debemos construir entre todos y para todos. No olvidemos que Venezuela es un país maravilloso, que Dios lo creó en una tarde que estaba especialmente feliz, y lo llenó de potencialidades que debemos convertir en realidades mediante la organización, el esfuerzo y el trabajo.
Hoy, Venezuela está enferma y herida, languidece agobiada por múltiples maltratos y penurias. Por ello, Venezuela nos necesita. Necesita de sus hijos esforzados, generosos y valientes, capaces de asumir las dificultades como oportunidades para aprender, mejorar y superarse. Nadie abandona o se desentiende de su madre cuando está enferma o herida. Por eso, si bien respetamos a los que decidieron marcharse por pensar que les resultaba imposible vivir aquí con dignidad y, pensando en sus hijos, hicieron el gran sacrificio de enfrentar el desarraigo, la inseguridad y la incertidumbre, la decisión de los que hemos optado por quedarnos en Venezuela debe abandonar los lamentos y convertirse en esfuerzo y empeño para curarla y llenarla de salud y de vigor. Todos tenemos el derecho de vivir con dignidad mediante un trabajo digno y bien remunerado. No podemos conformarnos con limosnas que nos humillan, ni aceptar que haya hermanos que pasan hambre y mueren víctimas de la miseria o por la falta de atención médica. ´
La historia nos confirma que en ningún lugar del mundo ha resultado exitoso el camino que tratan de seguir imponiendo en Venezuela, sin importarles el dolor y la desesperación que causan. Por ello, debemos oponernos con valor y tenacidad. Para ganar la batalla de la libertad, debemos estar convencidos de que podemos ganarla. Si piensas que estás vencido, lo estás. Si piensas que perderás, ya has perdido. Si piensas que no vale la pena el esfuerzo, nunca te esforzarás. Piensa que puedes, que podemos, y lograremos triunfar.
No podemos seguir como estamos: desanimados, desesperanzados, resignados, derrotados. No podemos acostumbrarnos a vivir como mendigos en esta miseria e indignidad. Hace falta invocar al bravo pueblo del himno nacional y no permitir que nos sigan humillando, saqueando e imponiendo unas políticas que en vez de resolver los problemas los agudizan. Necesitamos recuperar el coraje y la esperanza militante, la energía y vigor para comprometernos a levantar a Venezuela de su postración y ponerla a caminar por las sendas de la paz y la prosperidad, de modo que las penurias y sufrimientos de hoy sean pronto un triste recuerdo de un pasado superado. Recuerda las palabras de Martin Luther King: “Lo preocupante no es la perversidad de los malvados, sino la indiferencia de los buenos” ¡Es la hora de la organización y de la acción!