Venezuela: no está prohibido hablar o reunirse sino incurrir en la violencia | Por: Luis A. Villarreal P.

 

Luis A. Villarreal P.

Los venezolanos estamos en una encrucijada. Tal vez por ser demasiado cautelosos o desconfiados [siempre pensando exclusivamente en uno mismo o en nuestras sectarias conveniencias] nos hemos impuesto muchas actitudes y formas de proceder incapaces de mostrar una racionalidad completa con criterio propio, y por supuesto un empalme con el deber ser ante la mera realidad y según esta lo permita. Al extremo de  jugar conscientemente en posición adelantada, sin ver lo contraproducente.

 

Debemos insistir en la verdadera ciudadanía, no en la remolcada por el interés simplemente electoral

Dentro de la Oposición misma debe hacerse oposición, ejerciendo la sana crítica; ante la supuesta culpa de las ideologías, cualesquiera éstas sean, debe haber precisión y no echarlas a todas en saco de gatos; participar en la solución de problemas de soberanía territorial no debe tener excusa, aunque parezca una componenda, porque estaríamos beneficiando a la contraparte; La existencia de los partidos políticos, aunque equivocados o deficientes, no debe ser objeto de discusión sino de mejoramiento y profesionalismo político; ninguna democracia es perfecta, solo debemos hacerla evolucionar con eficacia.

Dichas palabras tratan de interpretar a quienes a lo mejor sin estar suficiente claros se apartan de las grises circunstancias para dar paso a otras más oscuras, menos conducentes a las soluciones requeridas por todos; y todos quieren decir, incluyendo aquellas personas beneficiadas por muchas cosas relacionadas al bienestar y la seguridad social, pero sufriendo en su interior la incomodidad de ver el desasosiego de otros. Un resquicio de luz poniendo en evidencia la cualidad humana y dando la oportunidad de seguir coexistiendo sin dejar de pensar en tiempos mejores, tempranos y no tardíos, esperados por el gentilicio.

¿Cómo drenar ideas, ganarnos el respeto hacia las mismas, si no lo intentamos a través de las mejores palabras?  ¿Cómo se explica la actitud de muchos líderes de línea dura e incluso errática y de personas cercanos a ellos, cuando de por sí han concursado para buscar la salida de todos?

Si esto ha sido así, cuál es la razón —de quienes dejándose llevar por creencias sin sustento, tabúes o generalidades— para no apelar a la civilidad, a la tolerancia, incluso a la magnanimidad de autoridades y funcionarios cuya postura y función les viene dadas desde arriba o por simple influencia, sin implicar por completo su humanidad y espíritu donde puede haber diferencias favorables a la causa común.

A ver, lo que podríamos leer de los fieros ejércitos enfrentados en los cruentos años del forcejeo Colonialismo vs. Independencia, cuando  antes de la batalla o en medio de una guerra en tregua les daba por compartir, deleitar comidas y bebidas e incluso celebrar efemérides de nuestras tradiciones cristianas. Sin sospechar de la reciedumbre y convicciones de líderes militares y soldadesca enfrentados, porque  no eran ni mansos y mucho menos ajenos a los precarios sentimientos humanos, no. Para nada, actuaban concatenados a sus recónditos valores, sin obviar sus intrínsecas lealtades, firmes creencias y responsabilidades.

Aunque no es comparable,  aminorados y superados los excesos por parte del pueblo y viéndose por dondequiera los ánimos pacíficos de los venezolanos, debemos aflojar las frías tensiones. No con el silencio, sino con las palabras persuasivas reivindicantes de nuestros elementales derechos al querer conversar sobre nuestro querido país, simple y llanamente en el ámbito de la comprensión. Esta posibilidad no debe escatimarse si de verdad queremos el afianzamiento y no la extrema malicia.

 

Hora de tejer y conversar

 

Enhebrando la aguja

estamos, renuentes a dar puntadas

sin dedal. Viendo mucha

gente en la retaguardia

de ambos bandos contendientes en

                                             [franca

 

y ansiosa expectativa.

Las inquietas aguas siguen bullendo

sin irse hacia la orilla

lo que sin duda es bueno,

porque ¿Cómo osamos

                              [desentendernos

 

de la realidad?

o incurrir en acciones tumultuosas

cuando hay que preservar

la paz a toda costa.

Opinar es el gran relax que ahora

 

todos necesitamos;

y tampoco es la excepción ni la regla,

más bien el comentario

del frío ante la hoguera

para seguir tejiendo a Venezuela.

 

                                            L A V P

 

Entendiéndose el desconocimiento de unos para con los otros un verdadero error de quienes; preciándose de su lugar en el entramado social, donde pertenecen y conviven con sus amigos y conocidos, paisanos y compatriotas; propendan a desquitarse de la natural diferencia o disidencia, muy propia —incluso necesaria— en los sistemas democráticos, donde ideologías y alineaciones tienen aristas y diversos enfoques y explicaciones, pero sin desprenderse de lo fundamental: propuestas y posturas bien entendidas y comprensibles, dignas de ser sometidas a discusión, a la opinión crítica y electoral.

Sobre este crucial aspecto, solamente con actitud ciudadana o gremial, según el caso, debemos desplegar nuestra preocupación ante los órganos de poder y control ciudadano, si queremos de verdad reivindicar el derecho a opinar y manifestar, pacíficamente; y de este sano y oportuno cometido esperar la mayor ponderación de las autoridades civiles y uniformadas.

 

 

 

 

 

 

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