Venezuela: Navidad y esperanza | Por: Luis A. Villarreal P.

 

Aun cuando las complicaciones parecieran insuperables; porque casi termina el año y no atisbamos las definiciones esperadas con optimismo, en relación a la situación política; Venezuela entera se ha entregado en su relax a reafirmar la tradición navideña, sin desánimo. La población más afectada, por las dificultades económicas acrecentando, insiste en darse el gusto de vivir la experiencia ofrecida por los días de Navidad.

El corre corre en días navideños está marcado por la tendencia a satisfacer esos deseos —devocionales y festivos— inocultables, concatenados a las disímiles formas de manifestar alegría y agradecimiento tal vez por estar viviendo: ambientando la casa con luces y colores, arbolito, pesebre y regalos; pensando en estrenos, comidas y bebidas deleitosas para el compartir afectuoso y sincero con los más allegados.

Celebrando al fin y al cabo, en la intimidad, aferrado a las ilusiones; desechando las deficiencias y sinsabores, desdichas y frustraciones, en esos  momentos de exaltación y sublimidad; oyendo, más bien, villancicos, gaitas, o los grandes clásicos, como el mejor bálsamo sanador de las afecciones del alma, provenidas del lado oscuro del ser y la entropía social.

No importando vicisitudes ni tropiezos, zancadillas y reveses de la contraposición ‘humana’; enredada en el desquicio, odios y detestos, en irrespetuosos y bajos sentimientos hacia la fraternidad universal; no obstante todo ello y su deleznable espectro, la gente, aún engañándose a sí misma debido a sus dudosas o equivocadas posturas, se apresta a reconocer el bien, precisamente en Navidad; y es, si no lo paradójico, lo importante, aunque con preocupantes niveles de sinceridad y conciencia.

Aunque claros estamos: los débiles y grises sentimientos se reproducen y endurecen en las indeseadas circunstancias. En ellas se pone a prueba la madera del bien y la cualidad humana; de la solidaridad y el respeto hacia los demás; de la fraternidad y responsabilidad, de la verdad y la justicia.

Advenimiento de luz y libertad

Nochebuena: preludio

esplendoroso del amanecer

cristiano, tan profuso

en la creencia de

quienes buscan salvar su alma

                                       [a través

 

de Cristo y su perdón.

Consustanciados espiritualmente

en torno al Salvador,

pensando en los deberes

con nuestro gran país de ahora

                                    [y siempre,

 

nos preparamos ávidos

de luz; con regocijo esperanzados

en disfrutar a lo ancho,

¡y al fin!, el próximo año;

determinados a dar rienda suelta

 

a las aspiraciones

de bienestar, progreso y justa paz.

Sin poner peros porque

excusas serias no hay.

Ciudadanía es ¡Feliz Navidad!

 

                                     L A V P

A quién deberíamos, más allá de invocar, emular su legado: Su actitud, valentía y sacrificio, si no al gran Jesús histórico

A colación, porque las mayorías lo asumen como ‘utility’ de salvación, cual ticket de entrada al Reino de los Cielos. Muchos otros se han inspirado en Él para llevar a cabo grandes gestas en beneficio de la soberanía y organización de las naciones. Congregaciones e individualidades lo siguen usando como estandarte y manos a la obra de una febril y monumental actividad filantrópica en beneficio del ser humano requerido de educación y atención terrenal y espiritual —incluyendo su vocación artística y creativa— en la interacción sociocultural.

Jesús es celebrado de múltiples formas, pero no llevado a la práctica o seguido en sus enseñanzas como sería lo propio. El Niño Jesús en el pesebre, Papá Noel, Santa Claus y su trineo mágico repleto de regalos tirado por los renos en la noche estrellada, con el jou jou jou, su risa inconfundible, entre pinos, nieve, caseríos, pueblos y ciudades luminosos, y otros detalles cosmogónicos, embelesando transeúntes y multitudes, conforman el evento mítico preferido de padres y niños.

Los cánticos, las campanadas, los fuegos artificiales, las misas, representan, en su conjunto, la parte más celebrativa sobre quien sigue siendo referente de la era cristiana. Sin embargo, los problemas creados por la necedad humana no cesan de reproducirse a gran escala, aun cuando ufanamente se invoca al Señor Dios para cualquier cosa; hasta para escudar omisiones y agresiones contra la condición humana: sus derechos de bienestar, progreso, dignidad, seguridad, paz y satisfacción de vida plena.

Contentos, cual peregrinos continuamos la senda ciudadana; aunados en la creencia de llegar a contribuir con la existencia de una Venezuela siempre maravillosa.

Alegría en Nochebuena

y Feliz Navidad…

 

 

 

 

 

 

 

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