Por: Luis A. Villarreal P.
Qué comentar… si semana tras semana está ocurriendo casi lo mismo. Es decir, muy poco de lo que el conglomerado nacional quiere escuchar o desea sentir, en sus cavilaciones que lo preocupan y atormentan pensando en su ansiado bienestar y en un mejor porvenir para Venezuela.
El espectro de la crisis es atemorizante, vista la descompensación del bolívar pobre anclado al dólar BCV. La diferencia entre la moneda nacional y su referencial ficticio pudiera verse no excesiva —por la conveniencia y forzada atenuación oficialista— pero sí los precios de los productos de necesidad diaria, que han doblado su coste.
Los exiguos cariños, ante las demandas de mejora de salarios y otros beneficios, y el cumplimiento de contratos colectivos homologados al alto costo de la vida, se han vuelto morisquetas. Continuamos por los caminos de la perniciosa inflación, inflamada por la inseguridad económica y su impune especulación que pocos se pueden ‘costear’.
Pero, qué se está haciendo no para mitigar —cosa que hacen los parapolíticos— sino para mostrarle a la nación que padece y sufre una esperanza a corto plazo
Al parecer, no se hace gran cosa. Simplemente prevalece el ajetreo electoralístico —en unos partidos más que en otros, de acuerdo a sus claras o veladas posibilidades de financiación— pensando en su propia agenda, en sus sectarias ‘aspiraciones’: deseos burocráticos e influencia —para sí o sus seguidores—. Sin desistir de la búsqueda de su ‘propio’ poder. ‘Razón’ por la que la Unidad no prospera, porque quienes la harían posible simplemente han nacido inconexos a la realidad social y sus prioridades, con lo que debería ser.
A raíz de todo este panorama tan extendido e incierto no es exagerado pensar como muchos: ‘refundar la República’. Pero para llegar a ese estadio no necesariamente refundacional, sino a otro proceso constituyente —que es lamentable tradición—, y tratar de forjar un sistema político estable —mas no perfecto— cuyo fin sea de bienestar y seguridad social, soberanía, Estado de derecho, democracia y alternabilidad Vs. autoritarismo y dictadura, hay mucha travesía y actividades que los venezolanos y amigos de la democracia hemos de realizar. Siempre tratando, con nuestros actos, de mejorar nuestra conciencia política, sin esperar que la Divinidad intervenga o se apiade.
Aunque no hay avances considerables, debemos destacar que la Plataforma Unitaria Democrática —con reconocimiento de decenas de partidos pequeños y no tanto, radicales o no, y ONGs— ya acotó que la Comisión Nacional de Primarias se habilitará en octubre que viene, y que el reglamento del proceso primario opositor será conocido este mes. Aunque a cuenta gotas, peor es nada, ¿no?
No obstante, los patrocinantes opo del CNE, con el estandarte del culto al voto, sin pensar si es útil, digno y respetado —cual si fuera el dogma de la Santísima Trinidad, e inculpando de apóstatas democráticos a quienes desconfían con razón—, siguen aupando la participación de este organismo oficialista en las Primarias, y se regodean de que para las presidenciales quién más, sin detallar los cambios y rectificaciones que se esperan del ente cuestionado, sobre todo para explicar un poco la noción de lo que tutti li mundi ha denominado y quiere: Elecciones Libres.
Por ahora, en relación a otros aspectos relevantes y cruciales que han de aclararse para creer que las Primarias serán punto de inflexión, en lo que a Unidad y Elecciones Libres presidenciales se refiere, seguiremos esperando.
También se sabe que Estados Unidos ha increpado la actitud renuente del oficialismo venezolano, al advertirle que de no sentarse a ‘dialogar’ en Ciudad de México, se acentuarán e incrementarán las sanciones. Brian Nichols, subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental, lo dijo de este modo:
“Nicolás Maduro comete un grave error si piensa que nuestra paciencia es infinita y que las tácticas dilatorias le van a servir”. “Estamos dispuestos a modificar nuestra política de sanciones si las negociaciones progresan y el régimen de Maduro da pasos concretos”.
El mandatario Joe Biden según sus ejecutorias atiende prioridades, siendo las próximas elecciones de medio mandato [no presidenciales] en noviembre una de ellas, para las que necesita el voto de quienes reniegan de los regímenes de Cuba, Nicaragua y Venezuela. Estando también de por medio el reiterado compromiso con la democracia americana, ojalá que en vista de esos propósitos la vocería de la Casa Blanca no se la lleve el viento.
El presidente Gabriel Boric, como suponíamos y más allá, articulado al plebiscito del 2020 que tuvo una participación de 51% con apoyo del casi el 80% para llevar a cabo el reemplazo del texto constitucional —pese al rechazo del 62% acaecido en el plebiscito de este mes, con participación del 86%— no interpreta que dicho plebiscito fue definitivo ni se conforma con enmiendas a la carta magna chilena, menos con el sinsabor de la derrota que disminuye y pone en tela de juicio su liderazgo. Quiere un texto nuevo, a lo mejor de menos contraste o confrontación, y batalla por definir los miembros de la constituyente que según él han de producir la nueva constitución [sin olor pinochetista y con sabor a ‘revolución humanista’] en el lapso de su mandato. Veremos…
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