Luis A. Villarreal P.
Bueno, aunque desde dentro se dicen muchas cosas, algunos puntos de vista contestatarios hacia posiciones oficialistas abanicando a propulsión a chorro su poderío mediático sin contendor, el título tiene más explicación. Porque, cierto, hay poca gente dentro del país respondiendo a la vocería y a las diversas instituciones convalidantes del desempeño gubernamental, pero las voces disidentes —con algunas excepciones— vienen desde los medios externos, y siguen circulando por las redes.
Así pues, sin exageración, la lucha de los venezolanos está globalizada. Se está dando rienda suelta a toda información relacionada con las secuelas electorales luego del 28/7, haciéndose cuesta arriba el reconocimiento de los veredictos. Y sin importar toda la civilidad cargada de actitudes pacíficas por doquier, en demostración de franca paz, también se nota realmente atenuada la expresión ciudadana, observándose su extendido eco de silencio; porque, claro, a lo mejor se considere inoportuno o innecesario en este momento, cuando aún se confeccionan propuestas y respuestas de mediadores, organismos y países interesados en verdaderas soluciones para superar la contracción política venezolana.
La censura o autocensura no es argumento con verdadera sustentación, se hace relativa si por nuestra cuenta deseamos estar comprensiblemente resguardados o porque actuemos dentro de los límites permitidos; por ello siguen viéndose a algunas personas sanamente involucradas dando sus tangibles opiniones: abogados representantes de partes en discordia, académicos dando sus versiones fundamentadas, incluso a contendores de las pasadas elecciones, donde destaca Enrique Márquez, afanado en buscar explicaciones y rectificaciones, aunque estas pudieran ser difíciles o inútiles.
También se ha visto al electorado afecto a la Oposición o al Oficialismo, participando con su llana opinión y en los actos promovidos por ambos bloques. Convenciéndonos de prácticas y circunstancias inevitables en democracia, aquí en la Tierra de Gracia y en las diversas latitudes donde no se tiene por sentado un pueblo pintado en la pared.
Desde el oficialismo se irradian y amplifican diversas opiniones y se denuncian las posturas de quienes hablan contra la secuencia oficial. En los programas oficialistas se desnuda y explica la postura y vocería opositora, y por este medio los venezolanos se informan, aunque sea para constatar a qué niveles están llegando las aguas de la confrontación para bien o para mal de nuestro querido país, al cual no podemos desalojar del interés, amor y pasión ciudadanos.
Hay personas cohibidas, por cuanto si les parece bien las posturas del gobierno piensan en desairar a la Oposición y viceversa. Con el agravante generándose en ambos lados. En el desentendido —y es lamentable— de una conveniencia mutua a la hora de exponer razones, e incluso equivocaciones; por cuanto, a través de la palabra se fortalecen las posiciones políticas de quienes creen estar consustanciados con la verdad, el modelo democrático y el pensamiento bolivariano.
La preocupación manifestándose desde adentro y desde afuera, a todos los venezolanos —sin excepción— nos convence la premura de resolver una prioridad quemándose en nuestras manos: inocultable, ineludible e impostergable. Argüir lo contrario no es bueno para nadie. Y muchísimo menos favorece al país y a quienes aspiren a gobernarlo en buena lid.
…
¿Navidad desde octubre?
No ha caído gracioso
el adelanto de las tradiciones.
El ambiguo propósito
no acierta ni responde
al deseo de evitar sinsabores.
¿Acaso se resuelve
la crisis política con la idea
de profanar alegres
porque se nos ordena?
¡Claro que no! Al contrario, se piensa
que ante las prioridades
la diversión no es buena consejera.
¡Para eso no hay talante!
ni gente que se precia
leal ciudadano de Venezuela.
Hemos languidecido.
El bienestar en vez de mejorar
decae de continuo
y aquella Navidad
de antes, como vamos, ‘no volverá’.
L A V P
…
Es innegable la impaciencia por disfrutar de una Venezuela unida, de fortalezas y sin debilidades, de seguridad y aplomo mas no de miedos y fantasmas; plena de soberanía para resolver los grandes problemas comprometedores de la equidad, proporción social y verdadera convivencia; dotada de seguridad y autonomía, donde se evidencie certeza hacia un futuro promisor, en el sobrentendido de estar cada día más propensos a lo convulso por la presencia de elementos desestabilizadores, miopía ideológica y erráticas medidas gubernamentales, de populismo e inconsciencia, provenientes del egoísmo y escasos valores de patria y humanidad.
Aspiramos proseguir en el camino de la participación, ambicionados y respetuosos de los canales regulares; de los medios comunicacionales —sin los cuales se atrofiaría la necesaria interlocución— desde hace mucho redoblando esfuerzos al actuar como válvulas reguladoras del equilibrio y entendimiento social; de la opinión y enfoques competitivos o antagónicos, siempre en el marco de la tolerancia bien entendida.
Creemos imperioso reivindicar tal perspectiva ante las autoridades —porque no es mucho pedir— y solicitar de antemano la debida ponderación al respecto, lo cual ha de enaltecer en primacía la condición humana de quienes están en el poder o aspiran a él.