Por: Luis A. Villarreal P.
Al concluir el proceso electoral en Barinas, que no era sino un reto a duelo del oficialismo para intentar retener en sus manos una gobernación de importancia simbólica para todo el movimiento que arruga el destino de los venezolanos por casi un cuarto de siglo, no nos queda sino comentar poco más o menos lo que con antelación veníamos diciendo:
Era un evento expectante, con metas e implicaciones disímiles para cada uno de los contendientes sea que ganaran o perdieran la repetición de los comicios por orden del TSJ, pese a que la oposición ya había ganado esas elecciones. Más allá de eso, anticipados comentarios sobre ese evento señalaron claramente que el mismo no era de importancia trascendente en lo que a resolver el problema fundamental de Venezuela se refiere.
Después de la repetición de esas elecciones se pudo apreciar que no obstante la ‘misión’ de quienes participaron —el chavismo tratando de evitar la profanación de su cuna maltratada por sus propias manos, y la oposición ansiando dignificar su imagen y la del pueblo barinés—, no pudieron lograr que los resultados fueran extraordinarios en cuanto a participación de los electores, porque la abstención fue alta.
Pero, ¿qué es lo que hay ahora como consecuencia de las elecciones barinesas? Unos sostienen que más esperanza, motivación u optimismo para realizar la verdadera tarea. Otros, aprovechan, como lo dijéramos, para dar rienda suelta a esas propuestas que lucen amorfas y sin confiabilidad, y, más que eso, sin asidero y coherencia jurídica respecto a lo que se ha venido haciendo y dejando por sentado
La actitud lisonjera del ganador de la gobernación de Barinas, cuando a viva voz reconoce la presidencia cuestionada sin ningún tipo de escrúpulo sino más bien aceptándola —dejando a su vez la presidencia interina como un chiste—, no deja de ser preocupante para Venezuela entera. Nos hace ver como venezolanos del montón, sin sangre en el ojo. Porque ese ‘cruzado’ llanero en boca de Garrido, es como un sancocho de pescado de río con chigüire. Una cohabitación en ciernes.
Proseguir el diálogo en México, aunque los interlocutores oficialistas pongan condiciones que socavan mucho más la objetividad y seriedad sobre el mismo, y quienes representan la oposición no insisten en negociación alguna en la que el oficialismo pueda arriesgar algo más que casi nada, no es constancia de lucha sino humillación. Este capítulo del diálogo está abierto y EUA ofrece revisar sanciones para que vuelvan a dialogar, pero debería cerrarse porque de continuar así solo se beneficia al régimen a costa de la incapacidad y desgaste de la oposición negociadora.
Intentar otra vez el referendo revocatorio, a sabiendas de lo que sería capaz el oficialismo con tal de no arriesgar su sólido poder —del cual, tras bastidores, tiene gobiernos dolientes de: Cuba, Rusia, China, Irán …—, es una tentación escalofriante y suicida, una verdadera trampa si los poderes electoral y de justicia son, como en efecto, parte del oficialismo.
Hay quienes sí permitieron y convalidaron las elecciones presidenciales del 2018, pero las claras mayorías no; razón por la que hoy se tiene un gobierno interino basado en un Estatuto de Transición que está respaldado por una AN cuasi ‘emérita’ y por un buen número de países democráticamente influyentes.
Entonces: ¿hasta dónde llegará la contradicción? ¿hasta cuándo seguir procediendo en base al riesgo e inseguridad y pérdida de tiempo? ¿Por qué prevalecen las agendas sectarias, egoístas e individualistas interesadas? Todas estas ‘acciones’ o propuestas no provienen del esfuerzo unitario de un conglomerado opositor sincronizado; son algo así como un evento de piñata, palos a ciegas. Y esto, es una desconsideración para la aporreada Venezuela y su gentilicio al borde; un acto de inconsciencia, de ejercicio pseudo político.
La Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) presidida por el Monseñor Jesús González de Zárate ha proseguido en la insistencia de ‘renovar los partidos y liderazgos políticos‘ —que incluiría también los de la Iglesia Católica y gremios venezolanos—, porque la prioridad es la Unidad, cohesionada y firme, para poder avanzar en la lucha.
González de Zárate, puntualizó: «el llamado que hacemos es que todos como responsables del país participemos y que las instituciones sociales y no solo los partidos políticos, se conviertan en actores de esta renovación que necesitamos».
Diversos sectores están insistiendo en que la prioridad y el camino es la legitimación del liderazgo a través del pueblo opositor.
Igualmente, ya que ha sido prorrogado el gobierno interino, este debe exponer con urgencia su plan de acción basado en las razones que le han permitido figurar como tal ante la comunidad nacional e internacional.
Se espera un acto de contrición y un diálogo intenso dentro de la Oposición, porque la pauta está muy clara en sus prioridades.