Por: Luis A. Villarreal P.
Corre el tiempo y no divisamos caminos claros hacia la salida de la crisis. Más concretamente, entre factores decisivos de poder —internos y sobre todo externos— no observamos sino las mismas declaraciones estira y encoge: si haces esto haremos tal cosa. Si me dan, yo estaría de acuerdo en… Amagos, pero nada en concreto relacionado al subrepticio diálogo, que para agosto tendrá su primer intento —su condicionamiento— en tierras mexicanas. Es el reducto de una lucha sin más opciones convincentes para quienes podrían hacer mucho más por Venezuela en el ámbito multilateral. Nos preocupa, ‘porque solos no podemos’.
En medio de las actividades ‘discretas, misteriosas y baladíes’ del Acuerdo de Salvación Nacional el suspenso crece en la angustia de los venezolanos
Debido al aniversario del 5 de julio pasado, en la autopista virtual destacó lo que aún es escepticismo, incongruencia y desconcierto nacional; y observamos la fría parsimonia del poder estadounidense con su énfasis en que «se espera que la solución brote del seno venezolano».
Los aferrados al poder mostraron al mundo una supuesta emulación —chimba réplica—, la comparación de aquellos días en que con sangre, sudor y lágrimas se buscaba dar a luz nuestra única patria, con la ‘antítesis’ que hoy padecemos; pero el orbe sabe que el pueblo venezolano y sus instituciones, el territorio y su envergadura productiva, están siendo molidos por la rueda de un trapiche ideológico desquiciado, sin control, y que en este ‘ingenio’ participan países vividores y aprovechados, irresponsables con los deberes multilaterales.
Satisface sí, la presencia de la Iglesia Católica porque busca el verdadero cauce de la lucha para un cambio radical. Desde la Conferencia Episcopal Venezolana reitera su participación —autónoma y no celestina— en la necesaria coalición nacional; pero pareciera que el entramado partidista opositor y otros sectores no terminan de decirle a los representantes episcopales: ‘vamos pues, adelante’.
El Frente Amplio Venezuela Libre, luchando, pero no ha explicado sobre el desarrollo del programa de encuentros e ideas —a concluir este julio— por la cohesión unitaria.
El Poder Interino, fluctúa en el fallido intento de mostrarse creíble y compacto, porque según Guaidó: en Venezuela no hay actualmente condiciones para unas elecciones debido a que hay partidos y políticos inhabilitados y presos políticos. A su juicio: «lamentablemente” en Venezuela “no está planteada una elección», sino “un hito marcado” y establecido en la Constitución, como son las elecciones “que le conviene a la dictadura”.
De manera que Guaidó no sabe ya qué hacer para mantenerse en la cresta de la ola; quiere concordarse con: quienes ya están en los vagones para ir a elecciones estadales y municipales el 21/11; la Comisión de la UE —ya en tierra de gracia— en su plan de supervisión de las condiciones eleccionarias; y con partidos y personas que no quieren elecciones sin las presidenciales, tampoco con presos políticos y perseguidos; arguyendo que las elecciones no son el foco ni el camino.
Antes de cualquier imprevisto en la Casa Blanca, Guaidó debería ‘potenciar’ la conducción interina convirtiéndola en un ente opositor más amplio, donde asuman responsabilidades colegiadas dirigentes que ahora están tras bastidores o ejerciendo simple crítica hacia adentro por si llega su momento presidencial; incluyendo a líderes de otros gremios e instituciones. Y es que el presidente Biden, celebrando el día de la independencia de ambas naciones, en su reciente misiva —a Guaidó— le dijo: “… Bajo su liderazgo, y en coalición con los líderes de la sociedad civil, usted está preservando esos ideales de libertad, democracia y soberanía”.
Esos son los lineamientos de la política acomodaticia de Washington que Guaidó debería asumir antes de que continúe el desgaste —si no la completa inacción— de la Oposición.
Más claro, ni modo. Tanto para Guaidó como para los líderes de gremios, partidos e instituciones.