Isaías Márquez
Más que una transformación socialista subdesarrollista del siglo XXI, la economía venezolana ha experimentado una transferencia masiva de renta hacia el capital importador de una clase burocrático-militar -improductiva y parásita- que ha vivido a costa del erario mediante la sobrevaluación del bolívar y las importaciones fraudulentas a fin de captar divisas a precios preferenciales. En efecto, El sofisma del seudoproceso bolivariano ha sido evidentemente, una variante de la renta petrolera que experimentamos durante el primer régimen de Carlos Andrés Pérez (1974-1979). Antes que a revoluciones socialistas clásicas, la farsa de proyecto bolivariano es un “nacional-populismo militarista” o autoritarismo acrático.
Para nadie es un secreto que Venezuela padece la crisis sociopolítica y socioeconómica más grave de su historia; ni siquiera, tras culminada la campaña libertadora. Ha llegado a ostentar un déficit fiscal de hasta dos dígitos (al menos, hasta por más de un lustro consecutivamente); el riesgo más alto del mundo –unos 44800 puntos para 2023-, con descenso de reservas internacionales durante los últimos 20 años (menos de USD 300 millones), así como de sus reservas de oro durante 2023, en unas ocho toneladas del precioso metal, además de una mega escasez de bienes y servicios esenciales (alimentos, medicinas y otros insumos). El valor del USD, divisa que también se devalúa a diario, fija casi todos los precios de la economía. Y, desde 2017 hasta ahora, se ha incrementado en poco más de un tres mil por ciento, lo cual ha evaporado el poder adquisitivo de la población. Durante abril pasado se devaluó, según Cedice, en un 2,26 por ciento. Es en este panorama tan infausto donde Venezuela constituye el mejor de los “argumentos” para las derechas más retrógradas a través de cualquier ámbito mediático.
Es así como en virtud de tal realidad nuestra, el régimen apela por la voracidad fiscal a objeto de compensar déficits y dizque poder atender compromisos laborales y sociales; tal el caso de la Ley de Protección de las Pensiones, recién promulgada.
Es así como el gobierno de Maduro ha impuesto un nuevo tributo a las empresas para la financiación de pensiones.
La política económica bolivariana dista abismalmente, de ser ‘socialista’. Pues, lo que a las claras se observa es un proceso de desindustrialización a favor de una casta importadora-financiera palpable en la proliferación de” bodegones” por todo el país que, con un discurso enardecido y un clientelismo popular vigoroso, ha acelerado de manera clástica, una fase depresiva del ciclo económico capitalista de un proceso nacional de acumulación de capital fundamentado en la apropiación de la renta petrolera.