Caracas, 19 mar (EFE).- Venezuela se mantiene alerta ante el riesgo de tener como vecino a Brasil, epicentro mundial de la pandemia por covid-19, un año después de que el gigante de Suramérica se adelantara a cerrar parcialmente las fronteras comunes por, según su Gobierno, «la incapacidad» de Nicolás Maduro de contener la propagación del virus.
Pero el tiempo y las cifras le quitaron la razón al mandatario brasileño, el ultraderechista Jair Bolsonaro, y se la dieron a Maduro, presidente de uno de los países con menor incidencia de casos y muertes por covid-19 por número de habitantes, según datos oficiales.
Con el fin de mantener las bajas cifras y evitar un contagio masivo procedente del país vecino, el Gobierno venezolano envió una carta a la Organización de Naciones Unidas (ONU), a principios de esta semana, para solicitar que intervenga en Brasil y controlar la situación, que calificó como una «tragedia».
El canciller venezolano, Jorge Arreaza, instó al secretario general de la organización internacional, António Guterres, a hacer «urgentes gestiones y buenos oficios» ante las autoridades de Brasil, en especial Bolsonaro, para que reconozca la gravedad de la emergencia sanitaria y coordine con países vecinos acciones contra la covid-19.
En la carta, se alertó de que la «alarmante dinámica epidemiológica» en el país vecino es «consecuencia de la reiterada negligencia criminal» de Bolsonaro, al que Venezuela también acusó de ser el «principal obstáculo» para salvar vidas en el «peor momento de la pandemia».
«El presidente Jair Bolsonaro y su Gobierno se han convertido en el peor enemigo de los esfuerzos nacionales, regionales e internacionales, incluidos aquellos en el ámbito bilateral y multilateral, para mitigar los devastadores efectos de la pandemia de la covid-19 en la región de América Latina y el Caribe», señaló.
Ante estas circunstancias, ahora es Venezuela la que no solo debe poner coto a la frontera, sino que también se vio abocada a socorrer a la nación vecina con el envío de 14.000 bombonas de oxígeno, con el fin de atender la crisis sanitaria en los estados brasileños de Roraima y Amazonas del pasado mes de enero.
VARIANTE BRASILEÑA Y AUMENTO DE CASOS
El pasado 3 de marzo, el Gobierno venezolano alertó de la llegada de la variante brasileña de la covid-19 al país y pidió extremar las medidas sanitarias, ya que, según Maduro, «es una variante más contagiosa y letal», cuyo origen se ubica en la Amazonía.
Coincidiendo en el tiempo con la detección de esta nueva variante, también se produjo un considerable incremento de los contagios en Venezuela, aunque las autoridades no explicaron si existe alguna relación entre un hecho y otro.
Esta coincidencia ha llevado al Gobierno de Nicolás Maduro a endurecer las medidas establecidas para cortar la transmisión del virus, como la implantación de un «cerco sanitario» en las zonas de mayor incidencia, especialmente en Caracas, donde el número de casos ha experimentado un incremento mayor al del resto del país.
Este cerco, que se hizo efectivo el pasado lunes, implica que las zonas afectadas quedan declaradas en emergencia, se ordena la apertura de «nuevas capacidades hospitalarias» y se limita la flexibilización dentro del sistema 7+7, vigente desde el mes de junio, y que consiste en alternar semanas de cuarentena radical con otras de una laxitud relativa de las restricciones.
Otro de los lugares en los que se ha centrado la atención es el sureño estado Bolívar, fronterizo con Brasil, donde también ha sido detectada la nueva mutación, por lo que, desde principios de esta semana, se ha instalado un hospital de campaña para atender a personas con covid-19.
Actualmente, Venezuela computa 148.208 casos desde que se detectaron los primeros contagios, hace un año, y registra 1.467 fallecimientos, mientras que el vecino Brasil, convertido en epicentro de la pandemia, reporta 11,7 millones de afectados y 285.000 muertos.
Teniendo en cuenta estos datos, se extrae que 51 venezolanos cada 100.000 padecieron o padecen la enfermedad, lo que supone un 0,5 % de la población, mientras que en el gigante latinoamericano se computan 5.518 casos por cada 100.000 habitantes, es decir, el 5,5 % del total.