Venezuela de investidura: redoblando esfuerzos por un mejor futuro | Por: Luis A. Villarreal P.

 

Este año es diferente porque esperamos con mucha esperanza a quien no ha quedado a venir. Por si acaso, anunciamos y promovemos la llegada de un cambio prometedor de posibilidades y transformación, requerido por el país entero; auspiciado por una población distanciándose del  ‘más de lo mismo’, de las condiciones insatisfactorias, renuentes a cumplir con las expectativas de bienestar y progreso, atenuando el deseo —¡qué lástima!— de manifestar con orgullo y satisfacción el pertenecer a una tierra bondadosa y libertaria.

Ya proclamamos por doquier el ‘somos otros’, no quienes dejamos la estela de equivocación y sufrimiento, sino los atinados venezolanos ya despiertos y sin resaca enarbolando la bandera del progreso y la felicidad colectiva. Volviendo a las páginas luminosas de nuestros antepasados benefactores; cuyo ejemplo —caudaloso en aciertos— prevalecerá en el futuro, solo si no perdemos de vista el grandioso legado; sin ignorar o subestimar aquellos esfuerzos y desprendimientos; o simplemente rechazando el aprovechamiento de su envergadura política por parte de quienes montan el show tristemente histórico, movidos por el rebuscado y egoísta beneficio.

Deseamos, cuanto antes, ser venezolanos consecuentes: constructores de la democracia verdaderamente participativa a ritmo de una ciudadanía sin cabos sueltos; con apropiada interpretación de la misma, convertidos en oportunos y eficientes guardianes del bien común

Nos preguntamos; ante todo este cúmulo de esperanzas y sueños, y el firme deseo de ser útiles, personas de servicio, partícipes de la edificación del país dador de felicidad; qué hacemos entonces para canalizar nuestro entusiasmo y manos a la obra.

Cómo engranar nuestro esfuerzo e inspiración en las comunidades, pueblos y ciudades; cuándo elevar la voz y la propuesta por el auge nacional en su conjunto. De qué manera cumplir con nuestro deber ciudadano, si no: estando atentos a la confección de las normas necesarias, a la precisión de las disposiciones constitucionales, legales y reglamentarias; participando en el intercambio de ideas, involucrándonos en la propuesta y ajuste de las políticas públicas; pronunciándonos sin dilación, en sus diversos niveles.

Son muchas las tareas, donde podríamos comenzar a ejercer la ciudadanía; si aún no estuviéramos involucrados en ello y sin descuidar nuestras actividades de sustento y realización personal; en las diversas áreas donde ha de reactivarse el país; principalmente, en aquellas cantera de aprendizaje y concientización colectiva.

Asumiendo la educación y organización social como las prioridades más urgidas de la nación, convergiendo en estos trascendentales aspectos, estaríamos arrancando con pie firme la realización de esa gran obra para fortalecer nuestro país

Sin estas previsiones —aunque parezca tedioso, largo o remoto,  incluso idealista o poético— no llegaríamos muy lejos con tan noble propósito.

Las parroquias, los municipios, con su correspondiente planificación local, serían objeto de primaria atención en la organización de los estados; partiendo de los planes de ordenación del territorio, orientados según los requerimientos vitales de desarrollo integral sostenible; de acuerdo a las características geográficas y limitaciones ambientales, aprovechando con real aspiración colectiva las potencialidades que provean sus recursos humanos, culturales, y naturales.

Al enigmático 10E, vamos

 

Estando en la semana

del diez de enero la razón sentimos

trotar, y es que nos falta

saber lo conclusivo

de las Elecciones en entredicho.

 

Quienes se han declarado

ganadores, uno ha de haber perdido.

Mejor es aclararlo

evitando conflictos,

y la blanca paz entre nos ceñirnos.

 

Nadie ganará rédito

político aferrándose sin lógico

juicio al desmedro

de cuantos, sin oprobio

alguno, persisten en dejar todo

 

muy claro en beneficio

de la democracia, porque la gente

la anhela sin remilgos;

¡descartando oponerse

a ella! o a que la mayoría gobierne.

 

                                      L A V P

En el pasillo de espera, aguardamos la fecha constitucional de la investidura presidencial de quien resultó ganador en las elecciones el pasado 28/7

La única certeza, al respecto, es considerar dicho evento un punto de inflexión para iniciarnos con actitud renovadora en un periodo donde se requiere más y mejor Ciudadanía; mayor empeño tendiente a reorientar la vida nacional, convencidos y dispuestos a darle el merecido perfil a nuestro país ante el concierto de naciones; en cuyo seno ha sido objeto de genuina preocupación, por la dispersión de venezolanos auxiliándose en tantos países.

Confiados seguimos en el propósito de manifestar civilidad y pacifismo, siempre esperando la mejor postura de quienes tienen un rol, el reto ineludible, en la realización de los posibles eventos a suscitarse el 10E, días previos y posteriores. El liderazgo institucional, de las fuerzas vivas en general, la representación de los poderes públicos, la plataforma partidista opositora, tienen en su conjunto —o por separado— una gran responsabilidad en el mantenimiento de la sensatez ciudadana y democrática, donde se reivindique la razón a toda costa. Y esto sin duda es lo que merecemos los venezolanos y espera la Comunidad Internacional.

 

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