Venezuela: aclarar los resultados del 28/7 es lo más saludable | Por: Luis A. Villarreal P.

 

Luis A. Villarreal P.

Se suponía todo lo recién ocurrido: el ‘resultado’ ya oficializado de las Elecciones Presidenciales por parte del TSJ. Nadie fue sorprendido, porque los oficialmente ganadores ya habían expuesto cardinalmente y con suficiente antelación el extremo convencimiento de un ganar-ganar; es decir, tenían la certeza de una victoria en puertas.

Mientras, el sector opositor no mostraba preocupación por los resultados sino por su logística y la reacción oficialista; desconsiderando simples premoniciones, siempre tuvo muy claro la difícil y titánica tarea que les esperaba. La de continuar luchando con la cruz a cuestas, posiblemente hacia un calvario cuyo término podría extenderse hasta el 10 de enero 2025 o más allá, donde podría encarar la crucifixión o todo lo contrario.

El deseo de sincerar a Venezuela pareciera indeclinable si la razón y dignidad ciudadana se impone magnetizando mucho más la espiritualidad colectiva, insatisfecha e irreductible; y solo en el entendido de tener a su lado la verdad tangible y pura

Para ser francos, y esto inflama la duda de todos —ganadores o perdedores—, con el enroque de poderes CNE-TSJ y el veredicto oficializado nos sentimos inconclusos, sin cadencia alguna. Dicho prosaica y elocuentemente: todos —insisto, quienes apoyaron a sus respectivos candidatos, abstencionistas o simplemente observadores— tenemos la sensación de haber sido trasquilados al no conocer explícitamente el soporte del controvertido resultado.

 

¿Y, cómo esconder esa inconformidad tan terrena; esa reticencia radiando en lo espiritual?

Desde el ángulo de la Ciudadanía no se tiene vista gorda, oídos sordos ni extrema indolencia; entonces —ni modo— se debe proseguir en la búsqueda de la Verdad, y eso no debería ofender ni ofuscar, menos justificar reacciones de acusación u hostigamiento, por un lado; y tampoco acciones de odio y violencia, por el otro.

Entre contendientes, enconadas actitudes deben ser evitadas a toda costa porque podrían derivar en irracional enfrentamiento; el lenguaje ofensivo es desafío, precisamente caldo de cultivo del odio corrosivo de la Paz. Esa paz aparentemente fácil de aniquilar pero tal vez muy difícil de reponer sin dejar la secuela del revanchismo entre los venezolanos; obligados estamos entonces a controlar el carácter individual aunque sintamos la espina del dolor y la impotencia.

Aun en medio de incomodidades y sufrimientos; y el riesgo de ser aviesamente malinterpretados; seguir participando, siempre con debido respeto y actitud pacífica, es la formidable opción a la mano en esta lucha súper asimétrica, con la cual enaltecemos, además, el deber patriótico de nuestro gentilicio, colmado de civilidad.

 

La lucha, en paz prosigue

 

Patinando seguimos

hasta que la ponderación imponga

por fin el sano juicio.

Desde afuera deploran

la grave situación que aún soporta

 

la erguida Venezuela;

la de Miranda, Bolívar, y tantos

héroes fieles a ella.

Hay paz, también reparo

social por incompletos resultados.

 

Y ¿por qué no complacen

al Pueblo cuando pide pormenores

de sus electorales?

Quiere que corroboren

según las reglas y sin omisiones

 

—bien especificado—

los datos ‘oficiales’. Que no es mucho

pedir. ¡Por el contrario!,

desataría el nudo

beneficiando al gobierno de turno.

 

                                         L A V P

 

Lo sucesivo, también lo suponemos concisa y claramente. Se ve en el talante de las rotundas mayorías de la Tierra de Gracia y en la solidaridad global, sin importar la afinidad ideológica o el amiguismo politiquero. Y es que el infortunio de las naciones siempre es percibido y lamentado por esa maravilla humana subyacente en la conciencia cósmica colectiva, capaz de sobrecogerse y reaccionar con verdadero ímpetu, haciéndose trascendente en el camino del bien como garantía de la vida con propósito realmente trascendente.

El capítulo de las Elecciones Presidenciales no se ha cerrado; por cuanto: voces, rumores y murmullos no se sabe hasta cuando seguirán siendo algarabía, al tratarse de un tema  de relevancia nacional como es la soberanía cuyo templo es el pueblo mismo.

Parece no haber tregua en medio de la paciente calma; directa o indirectamente, el tema electoral sigue siendo el plato principal. Desde el sector oficial se amplifica el comentario sobre las llamadas mega elecciones de gobernadores, alcaldes, legisladores y diputados a la Asamblea Nacional.

Muy interesante, creer en la renovación de tales autoridades, pero mucho más lo sería si de verdad Venezuela saliera ganando con todos esos procesos, reivindicada en sus requerimientos sociales y de re-institucionalización.

La pregunta concreta —no capciosa—, podría ser:  ¿es oportuno, dadas las actuales circunstancias, hablar del próximo proceso electoral?, o simplemente se está intentando  llamar la atención hacia otras aspiraciones y compromisos para ir olvidando aquello sobre lo que no es conveniente recordar y mucho menos persistir.

Esperando seguimos, confiados en la iniciativa y cordura de quienes depende directamente la solución de esta problemática tan extendida como traumatizante. En los diversos sectores de poder —nacional e internacional— hay mucho que dar en el plano de la mediación, negociación y garantías. Ojalá prime la inteligencia, la ponderación y, por qué no, la hidalguía por Venezuela.

 

 

 


El Diario de Los Andes no asume responsabilidad alguna por las ideas y opiniones expresadas en este artículo de opinión. El autor es el único responsable de sus puntos de vista

 

 

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