Luis A. Villarreal P.
Los comentarios de ocasión pudieran ser muchos, tal vez extensos; pero en relación a la circunstancias venezolanas nos ocupan aquellas ya permanentes en el tiempo, dificultando el funcionamiento del país; haciéndose aparentemente interminables, con lamentable agravio hacia el bienestar y progreso requeridos por la nación entera.
El ‘ambiente’ de insatisfacción e infelicidad colectiva ha configurado el perfil de dos venezuelas confrontadas, en un enconado conflicto político causante de disgregación social; de aferramientos y pasiones impidiendo la unidad nacional ambicionada por todo país deseoso de figurar entre las sociedades democráticas cumplidoras de los requerimientos del desarrollo de la civilización humana.
En primer lugar, se mantiene la expectación a nivel globlal sobre los procedimientos del nuevo gobierno de Estados Unidos, con sumo interés en las posibles consecuencias de dicha agenda para Venezuela; pudiendo ser malas o buenas en el plano de las aspiraciones de llegar a superar la crisis política extendida al ámbito socio-económico. Si los involucrados se contraponen, es lógico pensar en un empalme de agendas complicado. Esta situación implica dos vertientes: la de negociar o imponer las ‘soluciones’, unilateralmente.
Acuciante problema es la emigración venezolana no solo hacia la tierra del Tío Sam sino hacia Sudamérica donde se ha venido acumulando un enorme contingente de compatriotas, también hacia España y el resto de Europa donde pernoctan miles y miles. Esta hemorragia social desparramada por el mundo debe ser detenida a toda costa en beneficio de las relaciones internacionales y sobre todo de Venezuela, en cuanto nuestro gran país requiere de sus oriundos para echar adelante y materializar su aporte en la organización y equilibrio social internacional.
Las posibles deportaciones, sin anuencia del país de los emigrados, carente de acuerdos y un hacerse responsable de la obligación con sus connacionales, necesitados de lo elemental para cumplir con sus responsabilidades inherentes, pues no se dibuja nada inteligible como verdadera solución.
En el supuesto de emigrantes renuentes a volver a las penurias —ya acostumbrados a otras comodidades y conveniencias—, seguramente, según el caso, tratarán de irse a otro país receptor, extendiendo indefinidamente la cadena de problemas humanitarios. Y esto no perjudica solamente en sus negativas consecuencias a quienes se van y desean trasplantarse en otras latitudes, sino al país donde se origina la emigración. Porque se estaría estableciendo el precedente de países desechables, sin dolientes.
En segundo lugar, se está prestando —con silenciosa inquietud— atención, a la próxima reforma constitucional, aunada a las mega elecciones previstas por el oficialismo para este año.
Aunque sobre esto no haya habido suficiente pronunciamiento de quienes hacen y deben hacer vida política dentro del espectro institucional en general; y —sobre todo—, del cúmulo de organizaciones partidistas; se esperan más definiciones tendientes a tranquilizar la población ofreciéndoles un resquicio de luz y mayor esperanza. En el entendido, claro está, de querer contribuir con la superación de los problemas del escaso entendimiento, desconfianza e insuficiente unidad nacional opositora.
…
Más reformas constitucionales
Qué es lo que aún falta
por verse. Oficialistas lo han hecho
todo a la luz, sin máscara
ni ambiguos titubeos;
a su modo, y a otros credos ajenos.
De esa forma han actuado
aunque no con el éxito por ellos
previsto año tras año.
La ley sin asidero
induce al reacomodo del texto
de la ‘versátil’ carta
magna, cuando podría
ser de otro modo honrada.
Autores de la misma
y muchos que la aprobaron declinan
o atenúan su orgullo
por los logros en ella inentendidos.
Ahora más confusos
y alerta nos sentimos
ante nuevas reformas y motivos.
L A V P
…
La expectante agenda del 47.° presidente de Estados Unidos ha estado haciendo roncha en algunos temas globales relevantes
La desconcertante y repudiable invasión rusa a Ucrania es el principal desafío de la gestión de Donald Trump. En cuanto involucra muchas variables comprometedoras del liderazgo geopolítico estadounidense, mas no su seguridad nacional en si.
Una de esas variables es la posible pérdida de influencia de EEUU en la Unión Europea [UE] y en la Organización del Tratado del Atlántico Norte [OTAN] porque la mayoría en estas entidades respaldan a Ucrania en su derecho de hacer respetar su integridad territorial, y advertir el propio deseo de la Unión de blindar la soberanía de los países europeos amenazados de fondo por la expansionista geopolítica rusa. Viene al caso en la medida de haberse anunciado en la campaña electoral de EEUU —a objeto de detener la guerra sin mayor explicación— la posible suspensión de ayuda militar tan necesitada por Ucrania para poder defenderse apropiadamente del invasor; y por observar a la UE cerrando filas en torno al país violentado.
Otras variables de la ecuación Trump, son: los posibles incrementos arancelarios a Canadá y México, si no controlan el flujo de fentanilo y otros estupefacientes —también el paso de la emigración— hacia EEUU; y, muy particularmente, ante Panamá, por el uso y destino del Canal; según Trump, socavando la acordada neutralidad a favor del interés geopolítico chino.
Así como las deportaciones, dichos argumentos, importantes y comprensibles para EEUU, aparentemente están siendo mal interpretados por otros intereses; porque en las pasadas elecciones el pueblo del imperio estadounidense no pudo hablar más claro. Ese fue su mandato.
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