Juan Guaido, fue reelecto el pasado 5 de enero presidente de la Asamblea Nacional (AN) para el último periodo del crucial y decisivo año 2020, tras derrotar nuevamente al régimen de Nicolás Maduro, quien pese a una feroz arremetida jamás vista en el quehacer político venezolano no logro quebrar la voluntad y conciencia de la mayoría necesaria parlamentaria, todo lo contrario, dicha actividad legislativa sirve para fortalecer la legitimidad y reconocimiento del poder legislativo; la unidad de los factores mayoritarios de oposición, consolidar el liderazgo de Guaido, pero también, sigue quitándole el sueño a los inquilinos de Miraflores.
2020: la batalla final
Para los venezolanos y la comunidad internacional existen dos gobiernos, el apoyo y reconocimiento está dividido interna y externamente. Uno interino que ejerce Juan Guaido, en su condición de presidente de la AN; poder legislativo que lo reconoce como tal, otro ejecutivo e ilegitimo, reconocido por el resto de los poderes, Judicial, Electoral y Ciudadano. En consecuencia, se mantiene el esquema del 2019, con una variable, el factor tiempo, que juega en contra de los dos bloques que tendrán este año 2020 que librar la batalla final por una Venezuela donde reine la democracia, o por el contrario, continúe bajo el poder del Socialismo del Siglo XXI y perdure su destrucción total.
Se les acabó el tiempo:
Al régimen – que carece de respaldo del pueblo porque su gestión no alcanza el 10% de aprobación – porque se profundiza la crisis económica, social, política y moral; y con ello, crece exponencialmente el descontento popular que amenaza con convertirse en caldo de cultivo y de allí, una latente y a flor de piel implosión social producto del desespero, angustia e impotencia ciudadana.
A la Alternativa Democrática porque se incrementa dramáticamente en la población la desesperanza, la desmotivación y la claudicación que se expresa popularmente en que “esto no tiene remedio”. Estado anímico que incidirá negativa y estratégicamente en la movilización vital para la protesta de calle como única y fundamental para el cese de la usurpación. Pero igual y más peligroso aun se vea comprometido y mermado el liderazgo y apoyo popular de Juan Guaido, y por consiguiente, la lucha por el cambio político.
En este año 2020 – aunque inicio mal para el Oficialismo con la derrota en la AN pero también para la Oposición con el escándalo de corrupción en la comisión de contraloría – se mantendrán las distintas estrategias de ambos lados y una nueva en la que coinciden para este año pero en distintos escenarios y conveniencias.
Ofensiva / defensiva / ataque / contraataque
El gobierno interino, que preside Juan Guaido, insistirá en la ruta democrática, cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres, denominada ahora como “Ruta 2020”. Esta fase debe ser revisada – especialmente, en estados y municipios – porque hasta tanto los factores de apoyo no se convenzan y asuman que existe un gobierno interino y actúen en consecuencia no se materializará el cese de la usurpación y con ella sería una utopía el gobierno de transición y un sueño irrealizable las elecciones libres. En conclusión la “Ruta 2020” estaría condenada al fracaso como también la lucha por la libertad y la democracia.
Por su parte, el régimen mantendrá el plan estratégico con el cual ha derrotado hasta la fecha el cese de la usurpación. La mesa de diálogo y negociación para ganar tiempo y dividir a los factores de oposición para dinamitar la Unidad, su verdadera enemiga en lo electoral. Asimismo, radicalizaran su propósito de socavar y minimizar el liderazgo y apoyo popular de Juan Guaido, el único líder en Venezuela con importante poder de convocatoria, dada su conexión y ganada confianza con el descontento popular.
Vía electoral: obligatoria estrategia compartida
Oficialismo
Paralelamente al proceso del cese de usurpación y la presión internacional se transitará obligatoriamente la vía electoral. En este escenario, la estrategia del régimen de ganar tiempo para llegar al 2020 dio resultados. Estamos en el 2020, año de elecciones parlamentarias pautadas para el mes de diciembre, las cuales el régimen intentará adelantar, ya que según sus cálculos si no ganan evitan tener en contra las dos terceras partes.
Para ello, a falta de capital electoral suficiente para ganar unas elecciones libres y transparentes, además de insistir desde la AN en la designación de una nueva directiva del CNE; seguirán contando con los “tontos útiles” de la mesa de diálogo nacional, que integran los partidos minoritarios de oposición Avanzada Progresista, Soluciones, MAS, Cambiemos y Esperanza para el Cambio.
Tambien, tendrán a su favor dentro de los efectos de la diáspora que se llegue este año entre los 6 y 7 millones, de los cuales entre 4 y 5 son electores, y de estos el 85% son opositores que no podrán sufragar. A esto se suma que los factores de oposición no tendrán candidaturas unitarias. Adicionalmente, la infaltable campaña para promover la beneficiosa abstención, que tiene su sustento en la presencia de las rectoras en el CNE que preside la inefable Tibisay Lucena, quien es la principal generadora de desconfianza, siendo esta la principal fuente de abstención. Esta campaña ya esta pleno desarrollo, cuando el diputado Francisco Torrealba en un programa televisivo anunció que el Psuv postulara para la nueva directiva a la mismísima Tibisay Lucena.
Alternativa Democrática
Mientras tanto, la Alternativa Democrática, en se centrara en las elecciones presidenciales, que aspiran se materialice por la vía del cese de la usurpación proceso sobre el cual dedicaría toda su fuerza la “ruta 2020”, en un nuevo y decisivo ciclo de lucha. Siempre y cuando los actores políticos en los estados y municipios estén en sintonía con esta estrategia, sin que ello signifique abandonar o declinar trabajar paralelamente para las parlamentarias y sus respectivas aspiraciones, pero lo primero, el cese de la usurpación, de lo estarían favoreciendo al régimen.
Fuerzas Armadas
El estamento militar – bajo el yugo y control del dictador cubano Raúl Castro y su régimen títere – sigue siendo el sostén de Nicolás Maduro en el poder, y seguirá siendo el único obstáculo para el cese de la usurpación. En cuyos cuarteles, especialmente, lo que se respira es miedo y no lealtad como pregonan tanto el alto mando como Nicolás Maduro y Diosdado Cabello.
Presión internacional
En el ámbito internacional queda atrás la intervención militar, para los Estados Unidos, el problema de Maduro en el poder ya no es tanto político ni ideológico, violación de derechos humanos o crisis humanitaria, razón por la cual no procede y ha sido descartada, porque el problema y preocupación del imperio es de seguridad, y en ese contexto el régimen de Maduro si es una amenaza, ya que según los organismos de inteligencia el gobierno venezolano esta incurso en el delito de narcotráfico, financiamiento al terrorismo, legitimación de capitales y lavado de dinero, situación que obligaría a una acción de fuerza no militar precisamente, la cual no podrán evitar sus principales aliados Rusia y China.
¿Cuál sería la solución?
Debido a que la crisis es insostenible hasta para el mismo gobierno, es este el que estaría obligado a ofrecer una solución, que pasa fundamentalmente, por rectificar y cambiar el fracasado modelo económico; de lo contrario, someterse al escrutinio popular, a traves de unas elecciones presidenciales, para que sea el pueblo quien decida si ratifica o elige un nuevo gobierno. Elecciones que bien pudieran realizarse una vez se produzca el cese de la usurpación dando lugar a un gobierno transición que las convocaría, o en su defecto, por la vía de la fuerza y presión internacional a cuya cabeza estaría EE UU.