Vendedores de comida rápida: “Si el Alcalde no pone orden, el Gobernador debería hacer algo”

Trabajadores de comida rápida creen que una posible reubicación terminaría perjudicándolos.

En pleno centro de Valera, una mujer zambulle empanadas que se fritan en aceite hirviente, algunos tan hondos que resulta casi imposible ver el fondo. Ahí mismo está una bombona de gas. A su alrededor los utensilios desgastados, unos incluso sucios como los delantales de los vendedores.

Vender comida rápida en la calle desde hace tiempo se ha convertido en una alternativa para los comerciantes informales de la ciudad. Los conocidos “perrocalenteros”, los vendedores de cachapas, arepas, empanadas, mazorcas cocidas, entre otros, afirman tener décadas escuchando a los alcaldes y aspirantes a este puesto, prometer reubicarlos.

Al aire libre se aprecian arepas que con gran agrado degustan los comensales valeranos. Gráficas: María Gabriela Danieri

No todos quieren ser reubicados

Ante la reciente reelección del gobernador Rangel Silva, estos trabajadores piden una atención especial. Organizar los espacios es una de las exigencias. Algunos no están de acuerdo con ser reubicados, porque afirman que el negocio de vender comida rápida en la calle es precisamente ofrecerla en la calle, y no en un establecimiento comercial formal.

Servicios públicos

Insisten que hay formas de mejorar el servicio que ofrecen, como por ejemplo optimizar el alumbrado público, porque en horas de la noche se les “corre” la clientela producto de la oscurana reinante en gran parte del casco central de la ciudad.

El deficiente sistema de drenaje que inunda las calles valeranas cuando “cae así sea un agüita”, es otro “karma” que afecta a estos trabajadores. “Los servicios públicos son muy malos, todos los países tienen vendedores de comida rápida en la calle, porque nosotros no somos el problema, el problema es la mala organización que hay acá que impide mejores condiciones para los ciudadanos, y sin embargo, nosotros siempre tenemos clientela, porque a la gente le gusta comer en la calle”, dice uno de ellos.

La inseguridad en un problema que también los afecta. Piden al Gobernador enviar constante patrullaje por “el centro”, porque los rateros los tienen azotados, sobre todo a los clientes.

¿Y la Alcaldía?

Estos trabajadores de la economía informal afirman estar cansados de tantas reuniones que no concretan nada. Con la administración de Karkom – sostienen – se han reglamentado algunas normas que por “blandenguería del Alcalde”, terminan no cumpliéndose, porque le aplican la ley “a los pendejos pero hay algunos por ahí intocables”. Esperan que ante la negligencia gubernamental local, el Gobernador “haga algo si es verdad eso del: Valero yo sí te quiero”.

Aunque los precios han ido en aumento, la gente sigue comiendo en la calle.

No se paran

A pesar que la Alcaldía de Valera ha acordado mudar el día de parada del comercio informal para los lunes, los vendedores de comida rápida en la calle son los únicos que no han acatado este acuerdo. Esto ha generado cierto recelo en el resto de los llamados “buhoneros” que piden más seriedad en los acuerdos. “Si el Alcalde no pone orden, el Gobernador debería hacer algo”, añaden.

 


Hablan los afectados

 Pedro Mendoza: “no estaría mal que nos atendieran. Un local fijo habría que analizarlo, la gente ya está acostumbrada a buscarnos en la calle. Tengo 20 años trabajando en esto, es el sustento de mi hogar. Ojalá el Gobernador haga lo que los alcaldes no han hecho, mirar para acá y ver que hay problemas por solucionar (…) Hace unos días hubo una reunión con los trabajadores de comida rápida, aún no sé en qué quedó eso, pero espero sea para bien y no terminen perjudicándonos”.

Richard Sánchez: “tenemos que ser sinceros, no queremos que nos saquen de la calle, porque la gente cuando busca un perro caliente – por ejemplo – lo busca es en la calle. Una reubicación en un establecimiento comercial fijo terminaría perjudicándonos. Tengo 30 años trabajando así y con base puedo decir que fuimos pioneros en esto, por lo tanto sacarnos de la calle me parece algo injusto, que busquemos mejorar, eso sí”.

Nairo Sánchez: “desde los 8 años trabajo vendiendo perros calientes, hamburguesas, etc. Y a pesar de la crisis, siempre se vende algo, la gente come menos en la calle pero sigue comiendo en la calle, aunque los precios sigan subiendo. Tengo dos hijos que dependen de este negocio, y si una reubicación termina perjudicando las ventas, entonces preferimos seguir acá en la calle, donde llevamos años trabajando”.

 

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