Valparaíso (Chile), 30 jun (EFE).- Veinte años después de ser declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, la ciudad chilena de Valparaíso, conocida como «la joya del Pacífico» y antiguo hervidero bohemio, luce hoy un ambiente decadente reflejo de una urbe golpeada por la pobreza y abandonada a su suerte.
En la plaza Echaurren, su embrión histórico y corazón de la ciudad, los edificios recuerdan a capitales europeas, pero yacen sucios y sin actividad.
«Valparaíso es muy bonita, pero está abandonada. Este es un sector peligroso, tiene mucha delincuencia. Para ser Patrimonio de la Humanidad, estamos botados», critica Yasmín Fierro, administradora de uno de los bares más antiguos de la ciudad, con 126 años de vida, en una esquina de la plaza.
Fierro mira hacia el techo de su local lleno de gorros colgados con cuerdas, regalos de visitantes de todo el mundo que son característicos del bar, pero de ese techo, a veces también caen goteras. El edificio está en desuso y cuando llueve el agua se filtra por las ventanas abiertas del tercer piso.
La historia de Valparaíso está ligada a su puerto, explicó a EFE el historiador de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV) Baldomero Estrada: se desarrolló con la expansión del comercio europeo a finales del siglo XIX, pero esa actividad decayó a mediados del siglo pasado y entró en decadencia.
«Valparaíso perdió su rol protagónico en Chile. Apareció una ciudad vecina, Viña del Mar, que crece mucho y atrae el turismo, y la industria se fue a Santiago», detalló.
Según datos oficiales, la población de la capital chilena aumentó en un 400 % entre 1952 y 2017, como la ciudad de Viña del Mar, que creció un 278 % en esos años. Valparaíso, en cambio, apenas aumentó su población en un 34 % en el mismo período.
SIN UN PLAN PARA EL PATRIMONIO
Cerca del centro de la ciudad está el cerro Alegre, lleno de coloridas casas, un oasis de turismo y hostelería. En esa zona, la crítica llega por la falta de planificación, que ha acabado en la pérdida del comercio tradicional y la subida excesiva de alquileres.
«No se hace nada con el patrimonio, lo único que está cuidado lo han hecho los negocios y la gente que vive acá», advierte Vanesa Domínguez, copropietaria de una cafetería en uno de los pasajes más fotografiados de cerro Alegre.
Para la presidenta de la delegación en Valparaíso del Colegio de Arquitectos de Chile, Carolina Peñaloza Pinto, que participó en la postulación para Patrimonio de la Humanidad, las administraciones no han tenido una hoja de ruta clara para mejorar la ciudad ni se han coordinado entre ellas para aunar esfuerzos.
«Hoy se requieren acciones potentes por parte del Estado en toda la ciudad, no solo en el sitio patrimonial, para crear infraestructuras y movilizar la economía. Los proyectos públicos pueden generar sinergias para que el sector privado se sume a la recuperación», reivindicó Peñaloza.
EL PUERTO, UNA OPORTUNIDAD
Hace un año, la municipalidad de Valparaíso impulsó una nueva corporación donde, con el liderazgo del gobierno local, se coordinan todos los niveles del Estado y organizaciones de la sociedad civil, pero su trabajo aún es incipiente.
El alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp, en declaraciones a EFE, dijo que el problema fundamental de la declaratoria fue «no vincular el cuidado del patrimonio con resolver el largo proceso de empobrecimiento que sufre la ciudad desde hace más de 50 años».
La municipalidad pone el foco en el puerto de Valparaíso, el segundo más importante de Chile. Es el principal motor industrial de la ciudad y ocupa buena parte del borde costero, pero actualmente no paga ningún impuesto en la comuna.
«Desde que el puerto y la ciudad se separaron, el puerto siguió creciendo y la ciudad entró en una curva de subdesarrollo que la declaratoria de la Unesco no logró revertir», dijo el alcalde.
Ahora, la municipalidad quiere que las mercancías paguen un tributo que aportaría, según sus cálculos, unos 15.000 millones de pesos chilenos anuales (18,7 millones de dólares de hoy).
«Pero la responsabilidad también es del Estado. Falta una financiación permanente para el patrimonio. Si el Gobierno central no aporta recursos como una partida de su presupuesto cada año, la municipalidad sola no puede empujar una estrategia de desarrollo», añadió el alcalde.
El año pasado, por la alarma del deterioro patrimonial en el centro histórico, una delegación de la Unesco visitó Valparaíso y propuso fórmulas para mejorar su estado, pero también levantó el fantasma de una posible salida de la ciudad de la lista de Patrimonios de la Humanidad.
Valparaíso, que antaño atrajo a miles de artistas a sus pintorescos cerros, espera ahora una segunda oportunidad que devuelva el brillo a la que fue una joya de la costa pacífica de Latinoamérica.
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