Por Ramón Rivasáez
El poeta Víctor Salazar, nació en Barcelona, estado Anzoátegui, el 23 de abril de 1940 y falleció en Cabimas, estado Zulia, el 23 de febrero de 1983; fue un defensor de la civilidad, la Universidad autónoma y democrática, e institucionalista de primer orden.
Desde muy joven vivió en la isla de Coche, donde se contagió de la poesía que le traía el mar en su eterno oleaje de grandes voces del universo; Víctor Salazar posteriormente se estableció en La Guaira, en cuyos liceos concluyó la secundaria. Se inscribió en la Escuela de dramaturgia Juana Sujo, pero la poesía no la olvidó.
Es así que su primer poemario lo escribe a los 16 años, libro que logró publicar en 1960. «Piragua», recoge los textos que evocan sus años en la isla de Coche; su niñez y adolescencia al lado, junto al mar, ese compañero que siempre amó y admiró con pasional fervor.
Víctor Salazar publicó un año después su libro «Sequía de las palabras», mientras en 1965 da a conocer «Semejante al principio», textos con los que ganó el premio de poesía de la Universidad del Zulia, editado por ésta casa de estudios.
De Víctor Salazar, el poeta y crítico literario Juan Liscano, resaltó «…lleva a un clima insostenible la autoacusación, el juicio contra si mismo, el destierro hacia dentro y hacia fuera, el reconocimiento de la soledad».
Sombrío y melancólico, el poeta deambula y se diluye en la oscuridad, en las calles desoladas de una poesía que brota de las ruinas, el dolor. Ese mismo año -1965- el grupo literario Enhaa en el que hace vida editó su poemario «El desterrado», que confirma los juicios de Juan Liscano.
En 1967 apareció su «Elegía para Rosalba», y en prosa su texto «Cartas de la calle Victoria», editados por la Universidad de Oriente. En 1969, su libro «Rebelde y cotidiano», circuló bajo el sello del Ministerio de Educación, a través de la colección Cuadernos de la joven Poesía.
El mar y el sufrimiento como temática cautivó desde su infancia a Víctor Salazar: «Rememos en la tarde/y digamos/ adiós al último/ dolor anclado en el crepúsculo/ retornemos al puerto/ donde el faro/ espera en el silencio/ tu regreso».
En 1973, Víctor Salazar publicó quizá su mejor poemario «Y ese tropel de luces»; libro galardonado en el concurso latinoamericano de poesía convocado por el Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes (INCIBA).
De esos textos, la tristeza, la melancolía y el agobio siguen de cerca las palabras y la vida frágil del poeta: «Fue hacia el atardecer/ hacia la noche/ y la tristeza/ se metía por los puentes/ por las ventanas y las puertas/ se metía la tristeza/».
Víctor Salazar, hizo además periodismo; escribió para El Nacional y otros periódicos caraqueños, en los que cultivó su amor por la democracia, el respeto por los derechos civiles y defendió la institucionalidad. Era un hombre agradecido, honrado como todo auténtico poeta.