Aunque el poeta y diplomático Vicente Gerbasi (Canoabo, estado Carabobo 2 de junio 1913-Caracas 28 de diciembre de 1992), no sufrió carcelazos ni fue víctima de persecución por razones políticas, él como buen demócrata salió al paso en época de dictaduras militares e hizo irrupción fundando un partido político, desafiando el miedo y las asechanzas del momento.
Era la Venezuela postgomecista; el olor a la Rotunda y otros recintos carcelarios aún no se había disipado del todo, el poeta Gerbasi emergía con el Partido Democrático Nacional en el que era secundado nada menos por quién luego pasó a la posteridad como padre de la democracia venezolana, Rómulo Betancourt.
Bien, el poeta de Canoabo, fundó el PDN, de vida efímera, porque al poco tiempo ésta formación demócrata dio paso a AD, que, con sus 81 años, ha perfilado la sociedad venezolana, con varios períodos gubernamentales que permitieron a Venezuela avanzar por caminos seguros, consolidar su democracia.
El poeta, comenzó en Bogota su carrera diplomática, al ser designado a los pocos años agregado cultural en la capital colombiana.
De la patria de Nariño, Gerbasi fue a La Habana, Santiago de Chile y Ginebra. Se iniciaba así como representante de un país que intentaba abrirse camino en la ruta de la socialdemocracia; en 1959 en el nuevo gobierno, es nombrado embajador en Haití, luego es transferido a Israel, donde el 18 de febrero de 1960 presenta sus cartas credenciales.
Su carrera diplomática la completa con misiones que cumplió desde 1964 en los países nórdicos de Dinamarca y Noruega, y, finalmente en 1969, en Polonia, naciones donde da a conocer el rostro de la naciente democracia venezolana. Nadie mejor que un artista como Gerbasi para representar a una república que acababa de salir de una pavorosa dictadura.
Fue la época en que los poetas representaban a Venezuela en el exterior; con tanto honor y decoro, más con el prestigio de una obra literaria como la de Gerbasi. Se recuerda, que José Ramón Heredia, Regulo Burelli Rivas, Adriano González León, Ana Enriqueta Terán, Carlos Contramaestre, Eugenio Montejo, Teódulo López Meléndez y otros venezolanos, también representaron los intereses venezolanos en el exterior.
Eran los años donde el servicio exterior de Venezuela brillaba porque en la Casa Amarilla, había criterio en el justo manejo de la cancillería.
Fue así como el poeta Gerbasi se convirtió en un símbolo de la democracia venezolana; bien lo acuñó el poeta estadounidense Ezra Pound, al afirmar que el mejor embajador de una nación es un escritor o un artista.
El poeta Gerbasi, hijo de un migrante italiano proveniente del villorrio de Bivonati de los Apeninos, cercano al mar Tirreno, que en su juventud se formó en Florencia, Italia, se transformó en el poeta más representativo del grupo Viernes que no ocultó su ardor democrático al asumir la representación de su país con gallardía y pulcritud como pocos.
Su hermoso libro Mi padre, el inmigrante, le catapultó a ser considerado por los críticos como uno de los poetas más notables del siglo XX venezolano. Por el resto de su obra poética, Gerbasi recibió en 1968 el Premio Nacional de Literatura.
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