Valores democráticos | Salvador Garmendia | Por Ramón Rivasáez

Por Ramón Rivasáez
Nació en Barquisimeto el 11 de junio de 1928 y falleció en Caracas el 13 de mayo de 2001; fue uno de los escritores de extensa e intensa obra que comprendió la novela, el cuento, guiones para radio, cine y televisión, ejerció la crónica y cumplió en el servicio exterior una labor cultural en representación de los gobiernos democráticos en la década de los ochenta.
Salvador Garmendia, hijo de Dolores Grateron y Ezequiel Garmendia, se formó en la capital larense al lado de Rafael Cadenas; en 1940 contrajo tuberculosis, y durante su convalecencia de tres años se dedicó a leer a los clásicos y a los grandes escritores de los siglos XVI, XVII, XVIII, XIX, XX,  que enriquecieron el caudal intelectual del futuro escritor.
En 1946 publicó su primera novela, El parque, que editó la mecenas de Churuguara, Casta J. Riera, a través del Instituto Cultural Mosquera Suárez, de Barquisimeto; por esos días, escribe el prólogo al primer poemario de su amigo Rafael Cadenas, que publicó igualmente la institución. Comenzó a escribir en El Nacional, y en 1948, decidió fijar su domicilio en Caracas. Incursionó en la radio caraqueña, donde pronto destacó como libretista y guionista en adaptaciones de grandes novelas.
 En 1958, ingresó en el grupo literario «Sardio», donde recibió la bienvenida de Adriano González León, Elisa Lerner, Luis García Morales, Francisco Pérez Perdomo, Guillermo Sucre, Ramón Palomares, entre otros escritores y artistas.
En 1959 publicó su segunda novela, Los pequeños seres, bajo el sello editorial de «Sardio», obra que recibió el premio municipal de prosa del Distrito Federal, cuyo jurado consideró que se trataba de un trabajo  narrativo que tomaba como temática la vida urbana caraqueña y su complejidad, la alienación y la violencia que ello implica en la relación de sus protagonistas. Un enfoque que Garmendia siguió hurgando en sus siguientes trabajos ficcionales, ya dotado de un lenguaje corrosivo, filoso e hiriente, de gran factura creadora.
El escritor es contratado por el departamento de publicaciones de la UCV, al tiempo que colabora con la revista Papeles del ateneo de Caracas, de allí pasó a la dirección de publicaciones de la Universidad de Los Andes en Mérida; en 1961 desaparecido el grupo literario «Sardio», e inmediatamente reemplazado por  «El techo de la ballena», Garmendia formó parte de los balleneros y publicó su tercera novela Los habitantes, seguida por Día de ceniza en 1963; Doble fondo, cuentos es de 1965; sus novelas Los pequeños seres, es reeditada en Cuba y su colección de cuentos Doble fondo, es también reeditado en Buenos Aires, Argentina, con lo que su obra comienza a conocerse en el exterior.
En 1970 publicó los cuentos Difuntos, extraños y volátiles, mientras escribe el guión del cortometraje «Salvador Valero Corredor, un artista del común», financiado por la dirección de cine de la ULA; es nombrado asesor de la biblioteca El dorado de la editorial Monteavila e integró la primera junta directiva del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (CELAR); en 1972 aparecen sus cuentos Los escondites; le otorgan el premio nacional de literatura y una beca de estudios que le concede la ULA; en 1973 circuló su novela Los pies de barro, y prologó el libro de cuentos «Moscas, árboles y hombres», de Arturo Uslar Pietri; en 1974 , se publicó ‘Memorias de Altagracia», considerada por la crítica una de las mejores obras narrativas garmendiana: en 1975 adaptó para la televisión venezolana «Pobre negro», de Rómulo Gallegos; es guionista del cortometraje Los chimbagueles, de Mauricio Walestein.
A los tribunales
En 1976, publicó en el diario El Nacional, su controversial cuento «El inquieto anacobero», que destapó la ira de algunos sectores de la gazmoñeria local, que se consideraron ofendidos, e introdujeron una querella contra la publicación por el supuesto delito de ultraje al pudor público. El aspaviento publicitario provocó que el libro de Garmendia se convirtiera en un pequeño bestseller.
Ese mismo año, comenzó a escribir el guión de la película «Fiebre», adaptación del libro homónimo de Miguel Otero Silva, que dirigió Juan Santana; escribió el libreto de la telenovela «La hija de Juana  Crespo» para la tv local;  adaptó para el cine el cuento «Juan Topocho», del escritor yaracuyano Rafael Zarraga,dirigido por César Bolívar; adaptó para la tv local la obra «La piel de zapa», de Honorato de Balzac; colaboró con la revista humorística «El sádico ilustrado», junto a Pedro León Zapata. En 1981, apareció «El único lugar posible», colección de relatos.
En 1982, su «Memorias de Altagracia», es incluida en la selección Letras hispánicas dentro del género de Obras clásicas de la literatura española y latinoamericana.
En 1982 es reeditada «La mala vida», y su cuento «El peatón melancólico», es convertido en un cortometraje por el cineasta Luis Salamanca. En 1983 escribió el guión de la película «La gata borracha», de Román Chalbaud.
En 1984, el gobierno democrático de Jaime Lusinchi, lo designó Consejero Cultural de la embajada de Venezuela en España; por esos días, Garmendia recibe la beca Guggenheim, entonces, escribe la novela «El capitán Kid», el libro de cuentos «Hace mal tiempo afuera», y «La casa del tiempo». En 1987 se trasladó a Barcelona como agregado cultural, y escribe el prólogo de la obra poética de Vicente Gerbasi, para el Instituto de Cooperación Iberoamericana.
En 1988 presentó su novela «El capitán Kid», y escribe para la agencia de noticias EFE, entre tanto,  prologa la antología de José Antonio Ramos Sucre para la editorial española Siruela.
En 1989, retornó a Venezuela y recibió el premio Juan Rulfo, en la mención de cuento por su relato «Tan desnuda como una piedra». En 1990, publicó sus «Crónicas sadicas», con ilustraciones de Pedro León Zapata; un año después, Monteavila, editó sus «Cuentos cómicos»; circuló los cuentos «La gata y la señora», y la antología de narraciones «Sobre la tierra calcinada», colección del escritor colombiano Juan Gustavo Cobo Borda.
En 1996 ganó el premio Dos océanos, del festival internacional de Biarritz, Francia; es designado director de la revista Imagen latinoamericana; escribe el guión  del documental «Isaías Medina Angarita, soldado de la libertad» del cineasta Carlos Oteyza; publicó una serie de cuentos infantiles, «Galileo en su reino» (1994); El cuento más viejo del mundo (1997); «Un pingüino en Maracaibo», «El sapo y los cocuyos» (1988); «El turpial que vivió dos veces» (2000).
En 1997 escribió los guiones de los documentales «Eleazar López Contreras» y «La voz del Corazón», ambos dirigidos por Carlos Oteiza.  Mientras en 1999 escribe en El Nacional su columna Ojo de buey; ése mismo año, la Universidad del Zulia le concede el doctorado honoris causa; junto al cineasta Carlos Oteiza presenta el documental «Caracas, crónica del siglo XX».
En los inicios del 2001, muy enfermo, participó en la selección y presentación de la colección Grandes clásicos de la literatura del diario El Nacional. Tenía 72 años, al fallecer, diagnosticado de afección pulmonar, cáncer de garganta y diabetes.
Sin duda, Salvador Garmendia, uno de los más notables escritores del siglo XX; un demócrata a carta cabal, un venezolano de excepción
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