Dedicado inmemoriam Ramón Palomares
Perteneció Rodolfo Moleiro a la generación literaria de 1918, en la que activaron los poetas Andrés Eloy Blanco, Fernando Paz Castillo, Jacinto Fombona, Pedro Sotillo, Luis Barrios Cruz y Enrique Planchart, que conformó una verdadera pléyade que inauguró el siglo XX de las letras venezolanas.
Nacido en Zaraza, estado Guárico el 4 de septiembre de 1898 y fallecido en Caracas el 4 de marzo de 1970, Rodolfo Moleiro, cursó sus estudios iniciales en su comarca, luego la secundaria en el colegio San José de Los Teques y finalmente derecho en la UCV, donde se doctoró en derecho y en ciencias políticas.
Retornó a su pueblo a ejercer el derecho y en 1937 es elegido senador por el Estado Guárico; en 1942 es designado cónsul general de Venezuela en la ciudad de San Francisco, Estados Unidos, fueron sus cargos públicos más relevantes, en cuyo ejercicio se distinguió por su pulcritud, honestidad, y su abnegada dedicación al país.
Antes, en 1918 fue colaborador de El Universal, El Nuevo Diario, Cultura venezolana, la revista Viernes, del grupo homónimo, entre otras publicaciones.
Moleiro fue publicado por la Asociación de Escritores de Venezuela en 1953 que le edita su poemario Reiteraciones del bosque, muy elogiado por la crítica de entonces; en 1955 el Ministerio de Educación publicó Poemas, luego Nuevos poemas y en 1956 es galardonado con el premio municipal de poesía del Distrito Federal; en 1961 circuló su libro Recopilaciones de poesía; en 1964, Ultimos poemas y en 1968, su poemario Tenso en la sombra. Ese año, el 28 de mayo es designado Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua, correspondiente de la Real Academia Española.
Su obra poética, aunque breve, llamó la atención de la critica especializada, Juan Calzadilla dijo al respecto, «Es comprensible que la parquedad en ciertos poetas esté compensada por la intensidad de la experiencia y de la visión interior. Rodolfo Moleiro es un ejemplo. Su precisión para definir el contorno del verso es la misma que le confiere a éste, dentro de la máxima economía de palabras, un vasto ámbito afectivo, lleno de sugerencias simbólicas».
Mientras Fernando Paz Castillo fue breve, «Una lejanía mítica reencontrada y renovada en el ejercicio poético».
Finalmente, el poeta y crítico literario Alejandro Oliveros, describió así la obra de Moleiro, «Aromas, luces, pájaros, constituyen una especie de leitmotiv alrededor del cual Moleiro construye sus textos breves y precisos».
Por cierto, el poeta Ramón Palomares me confío años ha «que Rodolfo Moleiro era uno los vates más ignorados y olvidados de Venezuela y se requería que los lectores volvieran a leerlo; porque es un poeta muy importante».
He aquí algunos de sus brevísimos poemas:
Galería del bosque
Dulce a los ojos
Bosque fiel a los pájaros del cielo
Y a las alegres númenes del río
Un ayer no acabado
Son las sendas del bosque
Para seguir despacio
Minuto de un cuadro
Tu, que miras el cuadro
¿sabes el tiempo y el país,
De su aire, de su luz?
Va en él un día
Bello por ignoto.
Vivía sus memorias
Sus visiones creaba
Noche y día
Al espiar la luz
Quería rasgar la sombra.
El poeta Rodolfo Moleiro era hermano del compositor Moisés Moleiro e hizo de la poesía un templo, para amar la rica belleza de Venezuela en todo su esplendor, hoy, desafortunadamente, sometida por la bota del depredador.
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