Valores democráticos | Pedro Pablo Paredes | Por: Ramón Rivasáez

Por Ramón Rivasáez

El poeta Pedro Pablo Paredes, nació en el pueblo de La Mesa de Esnujaque, estado Trujillo el 21 de enero de 1917 y falleció en San Cristóbal, estado Táchira el 16 de agosto de 2009, luego de dedicarse al magisterio venezolano con pasión que asumió como un apostolado por largas décadas en las cuales hizo de la poesía otro tanto.

Hijo de agricultores, en cuyas labores acompañó amorosamente a sus padres, Pedro Pablo Paredes, apartó tiempo para entregarse  a una pasión que jamás abandonó, la lectura; pues, al descubrir a Don Quijote, de Cervantes, se enamoró de la literatura universal y su afán fue devorar libros uno tras otro, de manera insaciable, incontenible, las letras le cautivaron para el resto de su vida.

Luego de cursar sus estudios iniciales en una escuela de Timotes, estado Mérida, el joven poeta viajó a San Cristóbal, ciudad que le causó una hermosa impresión y decidió ser maestro normalista e ingresó en la escuela federal que dirigía el educador merideño Teodoro Ramón Rincón de la cual egresó en 1943; sus profesores eran Luis Felipe Ramón y Rivera y el poeta Régulo Burelli, entre otros, y sus condiscipulos, el poeta José Antonio Escalona Escalona y otros.

Por cierto, fue Escalona Escalona, quien le auspicio su primer libro, Silencio de tu nombre e inmediatamente comienza a laborar en la escuela Normal Federal al tiempo que escribía artículos de opinión en el diario Fronteras que dirigía el poeta y posterior mártir de la democracia venezolana Leonardo Ruiz Pineda.

Años después publicó su segundo libro Transparencia y seguidamente, Alabanza de la ciudad, que es un canto a San Cristóbal, cuyo prólogo escribió el poeta Juan Beroes.

A Pedro Pablo Paredes se le ubicó en la generación literaria de los cuarenta junto a José Ramón Medina, Antonio Márquez Salas, Héctor Mujica, Óscar Guaramato, Orlando Araujo, Oscar Sambrano Urdaneta, Rafael Angel Insausti, Juan Beroes y José Antonio Escalona Escalona, entre otros escritores.

Sus deseos de superación le condujeron a Caracas y allí cursó estudios de castellano, literatura y latín en el Instituto Pedagógico Nacional, donde en 1953, con su título marchó a Lara y Trujillo para continuar sus labores  docentes por corto plazo,  pues, su meta era retornar a su cátedra en la capital tachirense.

En San Cristóbal le aguardaba el emblemático liceo Simón Bolívar y la naciente Universidad Católica Andrés Bello, de cuya extensión fue uno de sus artífices; ya para esos días escribía artículos para la Revista Nacional de Cultura, en los diarios El Nacional y El Universal y la revista Shell, entre otras publicaciones.

Ejerció el magisterio en el Seminario Diocesano Santo Tomás de Aquino y en otras instituciones docentes de San Cristóbal; escribía la página literaria del diario Vanguardia que dirigía su paisana trujillana Carmen Aurora Carrillo, paralelamente le dio vida al Salón de Lectura de la capital tachirense, en un incesante esfuerzo por promover la cultura.

En 1965 publicó el libro Emocionario de Lain Sánchez,  que es una autobiografía sobre el paisaje de los andes venezolanos que un año después obtuvo la mención de honor del premio municipal de prosa del Concejo Municipal del DF; luego publicó Los nombres de la ciudad (1970), dedicado a San Cristóbal; siguió Alcor (1970); Temas con variaciones (1975); Leyendas del Quijote (1976), que en 1977 fue ganador del premio municipal de literatura del Distrito Federal ,entre tanto, celebraba tertulias y veladas en el Ateneo del Táchira con sus amigos Ramón J. Velásquez, Guillermo Morón y Rafael Ramón Castellanos, entre otros asiduos visitantes.

Otros libros publicados,  Gavilla de lumbres (1976, reedición); Los nombres de la ciudad (1978, reedición); Perfil de Bolívar (1981); Antologia de la poesía venezolana  contemporánea (1981);  Pueblos del Táchira (1982); Mérida y Bolívar (1982); Bolívar, escritor (1984); Ciudad contigo (1984); A la voz de Bello (1998); Entre patria y patria (1999).

En 1989 el poeta asumió la presidencia del Ateneo del Táchira y en 1992, el Gobierno nacional le concedió el premio Nacional de literatura por su obra literaria en los campos de la prosa, ensayo y poesía.

Fue el escritor que representó a los países hispanoamericanos en un congreso internacional que convocó España, para celebrar a Cervantes, y, Pedro Pablo Paredes llevó por Venezuela su libro Leyendas de don Quijote.

Un poeta de quien Juan Liscano expresó que su influjo primordial provenía de la gran poesía español en especial de Cernuda, Guillén y Aleixandre.

Un escritor  que amó entrañablemente cada espacio de su terruño; con sabiduría, entrega y nobleza a fin de hacer crecer intelectualmente a sus semejantes en valores democráticos, como la cultura, el arte, la convivencia y el poder conversacional para llegar a acuerdos, la paz entre los pueblos del mundo.

 

 

 

 

 

 

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