Valores democráticos | Patricia Guzmán | Por Ramón Rivasáez

 

Por Ramón Rivasáez

Nacida en Caracas el 8 de agosto de 1960 y fallecida en la misma ciudad el 3 de febrero de 2025; hizo de la poesía un ejercicio admirable que alternó en su condición de docente universitaria y su profesión de periodista cultural, carrera brillante que truncó su muerte repentina.

Desde muy joven se inclinó por las letras y su afán de alcanzar una vasta formación humanística; se graduó de comunicación social en la Universidad Católica Andrés Bello, de la que egresó en 1982; entre 1995 y 1996 fue directora de dicha escuela; no contenta con ello se inscribió en la Universidad de la Sorbona de París 3, donde recibió el doctorado en Literatura Hispanoamericana. Luego fue profesora invitada de la Universidad Brown de Estados Unidos, en cuyo departamento de Estudios Hispánicos, dio a conocer a los más notables poetas venezolanos.

Posteriormente, retornó a Venezuela e inició una labor esencial en la divulgación del arte de escribir, a través de las páginas de cultura de los diarios El Nacional, el Diario de Caracas y El Universal.

En 1992 compiló para la editorial Alfadil su trabajo «Yo, el otro», producto de sus entrevistas con varios escritores y artistas venezolanos; en sus ensayos destaca sus indagaciones en torno a la obra poética de Ramón Palomares y Ana Enriqueta Terán; sobre la obra de la poeta Hanni Ossott, y prólogos de la Biblioteca Ayacucho.

La obra poética de Patricia Guzmán, se resume en los siguientes títulos, «De mí oscuro», (1987); «Canto de oficio», (1997); «Poema del esposo», (1999); «La boda», (2004); «Soledad intacta», (2009); «Trilogía», (2010); «Almendro florido», (2017); «La virgen del árbol seco», (2024).  De su libro «Soledad intacta», son estos poemas:

«El cielo tiene el olor de un animal cansado/ cansado de mirarme y no/ salvarse besarme y no morir/ cansado de tanta vida intacta/ come y no mira/ tiene los ojos podridos/ un hambre honda su única pertenencia/ un hambre honda que le come el cuerpo el gesto de despedirse».

«Si es el ángel vive en el árbol/ me pide que no apague la luz/ me pide que lo mire desnudo/ dice que me ama con la boca cerrada ( yo lo quiero bañar en el río). Si es ángel está nervioso/ se le cae la vida de las manos/ no quiere venir a mi casa/ conoce la soledad de la belleza ( no he podido quitar su olor de mi puerta), tiene cielo debajo de los párpados/ pierde peso encima de mí/ si el ángel está nervioso/ se le cae mi cuerpo de las manos».

Patricia Guzmán, una poeta que, con asaz lucidez inventa y reinventa cómo mantener una relación con la palabra para buscar la maravillosa creación de una poesía que se hace ángel, soledad y belleza sin fronteras. Una poeta que utiliza sus dones e intenta un paraíso para su pensamiento poético inusitado y hermoso.

Desafortunadamente, su breve vida le impidió seguir enriqueciendo la poesía hispanoamericana; no obstante, quedó su obra que enorgullece y constituye un testimonio del trascendente arte poético de la Venezuela de finales del siglo XX e inicios del siglo XXI.

 

 

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