Valores democráticos | Pálmenes  Yarza Tortolero | Por Ramón Rivasáez

Por Ramón Rivasáez

Tenía razón Andrés Eloy Blanco, cuando la presentó en Caracas a sus amigos poetas a la juvenil Pálmenes Yarza Tortolero porque se deslumbró por sus poemas y su rostro de irrefutable belleza.

Pálmenes Yarza Tortolero nació en la localidad yaracuyana de Nirgua el 1 de enero de 1916 y falleció en Caracas el 17 de diciembre de 2006, luego de escribir una poesía que asombró a los poetas mayores de finales de la década de los treinta e inicios de los cuarenta, entre ellos a Andrés Eloy Blanco, Vicente Gerbasi y posteriormente a Ida Gramcko, entre tantos que se convirtieron en sus fieles lectores.

Luego de cursar sus estudios iniciales en su villorrio, tejido de bosques y aromas, Pálmenes Yarza se domicilio en Caracas donde en 1946 se graduó en la carrera docente en el Instituto Pedagógico Nacional e inició su larga labor dedicada a la enseñanza de su pasión, la literatura.

Pálmenes Yarza pronto es una de las profesoras de castellano y literatura más conocidas y respetadas de Caracas a la par que su poesía profunda y hermosa, recibe elogiosos comentarios de la crítica especializada.

Entonces, publica su poemario  «Espirales» (1942); el primero en elogiar su poesía es Vicente Gerbasi, el líder de los poetas del prestigioso grupo «Viernes», al tiempo que Juan Liscano le da la bienvenida «…su estilo muy suyo, es una mezcla de giros duros o envejecidos y de aciertos verbales «.

Sus poemas comienzan a ser recogidos en trabajos antológicos de Mariano Picón Salas,  Otto D Sola, Juan Liscano, José Ramón Medina, José Antonio Escalona Escalona y Rafael Ángel Insausti, entre tantas antologías que de poesía venezolana han circulado en el país.

En 1947, publicó «Instancias» y en 1950 «Ara» ,poemarios que consolidaron una obra que recrea su infancia, su morada que intacta vive en la memoria de los días perennes de su entorno amado; espacios que rebusca con el afecto de la palabra henchida de pasión por lo que se ama y no se quiere despojar porque alli, en silencio, humilde, está la poesía en estado puro, sencilla, oculta.

En 1961 editó «Elegias del segundo», en 1974, «Contraseñas del tiempo», en 1975, «Recuerdo de un árbol y otros poemas «, de 1976 es su poemario «Incorporaciones de la isla», y sus últimos libros «Borradores del viento» 1988 y «Memoria residual», 1994. Por su obra literaria recibió en 1974 el premio municipal de poesía del DF.

Entre sus funciones públicas, representó a Venezuela como agregada cultural en Cuba designada por el gobierno del presidente constitucional, el novelista  Rómulo Gallegos. Desempeñó su misión diplomática con gallardía y pulcritud que solo un poeta lo puede hacer, en el ejercicio de sus delicadas responsabilidades.

En cuanto a su trabajo poético uno de sus poemas iniciales, «Inconsciencia», la revela carnal, amorosa, «Mi cuerpo y tu cuerpo/ erigen un plano/ de fuerzas aspirantes/ No somos tu y yo/ el alba que al venir/ invita al mundo/ Las formas sí, las formas/ Al amanecer/ inquirimos las flores y el agua/ todo va de los ojos a las manos/ no eres tú/ es mi boca que palpita/ como la boca de mi corazón/

Sobre su obra, la crítica,  observa, Lubio Cardozo, «En toda su obra Pálmenes Yarza se ha revelado como una autora de gran densidad ontológica, dentro de una corriente poética que resalta el acento femenino sin apartarse de una clara influencia clásica de las formas y contenido de sus poemas».

La escritora húngara venezolana Judit Gerendas, asienta, «La poesía de Pálmenes Yarza intenta copiar la imagen del presente, el momento clave,y a la vez rescatar el ámbito del pasado, el tiempo perdido »

Mientras la poeta Ida Gramcko, expresa, «Un acento doloroso, dramático, recorre la poesía de Pálmenes Yarza,  que no admite posible consuelo del sol».
Gilberto Antolinez, escritor y marido de la poeta, la precisa, «La presencia de éstos muertos (el padre y la madre), y algún otro, hacen alarido ahora aquellos suaves versos de sus primeros años. Ay, su boca dulce y expresiva de un raro entorno, de un raro movimiento trepidatorio al hablar. Su boca eslavonada o escandinava de Greta Garbo …»

Premonitoria, Pálmenes Yarza en una elegía se anticipa, vislumbra su nada final,  «Una vez ya en el viento/ bajo la tierra/ entre aguas inéditas/ caída tras el mundo/ vuelta voz sin palabras/ tal vez lo sume en piedra/ selenita , cenizas/ lámpara o luciérnaga/ al montón de mi nada/.

Fue considerada Pálmenes Yarza junto a Ana Enriqueta Terán, una de las poetas más relevantes del siglo XX      venezolano. Sin duda, un valor artístico de la vida democrática del país que enalteció su cultura.

 

 

 


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