Era preciso conocerlo, tratarlo para sorprendernos de la calidad humana de este docente venezolano que hizo de su profesión un apostolado, una auténtica entrega a la labor de enseñar valores democráticos.
Napoleón Arraiz Rodriguez, nació el 2 de abril de 1926 en El Tocuyo, estado Lara, muy pronto escogió la carrera de educar; cursó en el antiguo Instituto Pedagógico de Caracas, y, al egresar, muy joven, se quedó en su terruño, para formar a las nuevas generaciones de larenses por el camino de ser mejores ciudadanos; había abrazado la misión de enseñar moral y cívica a sus paisanos, desterrar las tinieblas de la ignorancia por la luz de las letras, por la civilidad.
Quizá, el influjo de sus primos los poetas Antonio Arraiz, primer director del diario El Nacional, de Roberto Mujica Arraiz y Elio Mujica Arraiz, produjeron una especie de eclosión de gran luminosidad para que este joven tocuyano, se inclinara por la carrera humanística e hiciera de su existencia un tránsito al servicio de sus semejantes.
Napoleón Arraiz fue un educador exigente, de manera holistica abordó una amplia temática; enseñó con su ejemplo como ciudadano; fue profesor de figuras prominentes de la política larense, caso de doña Dori Parra de Orellana, y el doctor Guillermo Luna, ambos ex gobernadores del estado Lara, de los poetas Ramón Querales, el mejor cronista que ha tenido Barquisimeto, y de Naudy Henrique Lucena, entre otras personalidades que se distinguieron por sus virtudes ciudadanas.
Además de sus dotes de docente que enseñó e impartió valores cívicos, con la gracia, el donaire y su fina sensibilidad, Napoleón Arraiz,fue escritor de varios textos escolares y de dos libros de cuentos, compositor, columnista de diarios, cantante; en todas esas facetas su prédica se centraba en sembrar la tolerancia, la concordia, estimular la civilidad, el respeto; fue un defensor del lenguaje; su aproximación a un Alexis Márquez Rodríguez, desde las aulas del pedagógico nacional; su cercanía con escritores y periodistas, le inclinaron a constituirse en un lingüista a su manera, desde su cátedra o como comentarista en los diarios.
Amigo y paisano de Vinicio Adames, el malogrado director del orfeón de la UCV, se dedicó a la formación de corales en el estado Lara; hizo de la música una compañera inseparable; grabó dos lp, con su bien timbrada voz y mantuvo un programa de TV, Serenata, desde el que difundió la música popular larense.
Al evocarlo ahora, tras su muerte acaecida en la primera década del presente siglo, el profesor Arraiz, pese a estar jubilado, era solicitado por sus ex alumnos para que disertara sobre temas que le llenaban de gozo, la música sobre todo y el buen conversar, el comportamiento ciudadano. Fue un hombre dedicado al bien común, a formar civilistas, y en el esfuerzo de hablar mejor el castellano, uno de sus libros, «Los cuentos de mi tía política y otras tonterías», fue de consulta obligatoria en el Instituto de Filología Andrés Bello de la UCV, para la elaboración del diccionario de modismos y regionalismos y usos del habla popular venezolana, según reveló el poeta y pedagogo Naudy Henrique Lucena, profesor de postgrado de la UPEL Luis Beltrán Prieto Figueroa.
Tuve el privilegio de conocerlo; su trato caballeroso, su bonhomia, el respeto hacia la decencia administrativa, los valores democráticos, se erigieron en Napoleón Arraiz, en sus principales señas de identidad; las de un pedagogo difícil de encontrar. Un ciudadano de primer orden, digno de ejemplo en este ex país que nos apesadumbra y duele por el maltrato que infelizmente recibe.
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