Por Ramón Rivasáez
In memoriam Mary Ferrero
El poeta, economista, profesor universitario y traductor Luis Pastori, nació en La Victoria, estado Aragua, el 25 de agosto de 1921 y falleció en Caracas el 16 de septiembre de 2013; fue uno de los tres sonetistas más relevantes de Venezuela, con reconocimiento internacional.
Desde los 14 años escribía poesía; insaciable lector, Pastori tras sus primeros estudios en La Victoria, fijó su domicilio en Caracas e ingresó en la UCV, donde en 1949 egresó como economista; para esa fecha ya tenía dos años trabajando en el Banco Central de Venezuela, del cual fue vicepresidente.
Su primer poemario data de 1942 y su largo título llamó la atención, «15 poemas para una mujer que tiene 15 nombres»; en 1945 editó su libro Poemas del olvido, con prólogo de Andrés Eloy Blanco; en 1947, apareció Las canciones de Beatriz, dedicado a su esposa; en 1948, circuló su volumen País del humo, bajo los auspicios del Centro Universitario de Cultura Francesa. En 1950 publicó el poemario Herreros de mi sangre, con un soneto-pórtico del poeta Tomás Alfaro Calatrava. Ese mismo año hizo circular sus textos Toros, santos y flores y su otro libro de poemas Tallo sin muerte.
En 1954 editó Palabras de otros años, patrocinado por el Ministerio de Educación, mientras en 1959 apareció en Montevideo, Uruguay, su poemario Aire de soledad.
Por su obra literaria, Pastori recibió el premio municipal de poesía en 1950; el premio nacional de literatura de 1962 y el premio internacional de poesía León de Greiff, en Colombia en 1984, lo que confirmó su valía como poeta. Fue uno los tres sonetistas más relevantes de Venezuela al lado de Ana Enriqueta Terán y Pedro Pablo Paredes.
Pastori, miembro de Número de la Academia Venezolana de la Lengua, fue presidente del Centro Latinoamericano de arte Rómulo Gallegos y presidente del CONAC, Ministro de la Cultura 1979-84, durante el gobierno del presidente Luis Herrera Campin; ha sido traducido al menos a 12 idiomas, entre ellos, el árabe y el chino. Es autor del himno de la UCV; en 1953 publicó una antología de poesía venezolana editada en Argentina.
Sus textos poéticos, siempre son un canto al fuego del amor, a esa relación íntima con la naturaleza del ser: » Marchándose sin prisa como vino/ y agitado en su copa por el viento/ mi corazón es un arroyo lento/ en cuya orilla siempre crece un pino»/
Conocimos a Pastori en una hermosa velada en Caracas que celebró en su casa la editora de Monteavila, Mary Ferrero, en homenaje a la presencia en Venezuela de los escritores españoles Fernando Quiñones y Félix Grande; otro invitado fue el narrador David Alizo; estuve de acompañante de Adriano González León.
Pero, volviendo a Pastori, fue un defensor de la civilidad política, de la Universidad autónoma y democrática, de los derechos humanos; uno de los venezolanos más representativos del país, sin duda, un valor democrático, un referente intelectual de primer orden, un institucionalista.
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