In memoriam de Adriano González León
Por Ramón Rivasáez
El poeta Ludovico Silva Michelena, nació en Caracas el 16 de febrero de 1937 y falleció en la misma ciudad, el 3 de diciembre de 1988; perteneciente a una familia de intelectuales venezolanos imprimió brillo a la cultura hispanoamericana por sus aportes como traductor y hombre defensor de la Universidad autónoma y democrática.
Conocí a Ludovico Silva, gracias a Adriano González León, quien en el viejo restaurante caraqueño La Pala de Plata, me citó para una velada con unos amigos. Evoco ahora que en una mesa estábamos, en grata conversación, cuando de repente se hizo presente, un hombre barbado que, caminaba con alguna dificultad. Era Ludovico Silva, que por esos días mantenía una brillante polémica con otro destacado filósofo, Juan Nuño. Adriano había publicado en el Papel Literario una amplia y hermosa nota sobre el Conde de Lautreamont, y cargaba en el saco un ejemplar del suplemento de EL Nacional. Entonces, presenciamos la lectura que hizo Adriano del artículo sobre el poeta uruguayo, y cómo el autor de País portátil, comenzó a llorar mientras leía los pasajes tormentosos de Isidore Ducasse por las calles del París de finales de siglo XIX. Al tiempo que leía Adriano su evocación del poeta de Montevideo, Ludovico Silva, también dejó correr otro tropel de incontenible llanto para rendir tributo al celebrado escritor de Los cantos de Maldoror.
Indudablemente me impresionó la sensibilidad de ambos poetas, y desde aquel instante fui otro de los seguidores de los artículos y poemas de Ludovico.
Pero volviendo a Ludovico, tuve otro encuentro con él, en una exposición en la Durban, donde mostraba Hugo Batista, su obra. Alli junto a los poetas Orlando Pichardo y Efraín Cuevas, ya el filósofo y poeta se marchaba a su casa, cuando nos presentamos. Al presentarle a Efraín Cuevas, Ludovico me espetó ésta bienvenida: «No tienes que decirme que él señor es poeta; solo por su cara de locura, sé que es poeta». Ése era la alegría y jovialidad de Ludovico, un hombre tranquilo, para la conversación, la amistad y el afecto.
Ludovico Silva Michelena era licenciado en filosofía por la UCV; con distinción Summa cum laude en 1972; uno de los traductores al español del Kapital de Marx, y su poesía traducida al alemán e italiano.
En su poesía Ludovico se desgarraba las entrañas y aludía su inminente muerte, del naufragio de la vida, pero sobre todo de la amenazante soledad, su compañera cotidiana.
Su primer libro de poemas -Tenebra- fue publicado en Ciudad de México en 1964, y traducido de inmediato al inglés por Margaret Randall; el segundo libro fue Boom, editado en 1966 con prólogo del poeta Thomas Merton; su siguiente poemario In vino veritas, cuya temática es nuevamente la muerte, la vida solitaria, los padecimientos que atenazan al poeta.
Su vida atormentada, intraquila, sin sosiego; de pasos lentos, porque la enfermedad y la muerte le cerraban el camino, convertían a Ludovico en un poeta sepultado en su terrible soledad. Ludovico Silva, arrastraba los pies como el Conde de Lautreamont e iba de bar en bar en busca de luz que era su luz; de la lucidez que atrapaba en sus palabras y poemas.
En 1974 Ludovico Silva ganó el premio de poesía de la Asociacion Empresarial Pro VENEZUELA; también ese año fue galardonado con el premio de poesía de la bienal José Antonio Ramos Sucre que concedía la Universidad de Oriente; en 1976 obtuvo el premio de poesía Manuel Díaz Rodríguez, del Concejo Municipal de Sucre.
Un fragmento de uno de sus poemas, deslizaba la lucidez de su trabajo creador: «…oigo brillar mi ser por las Cañadas/ como un niño bañándose en la aurora…».