Por Ramón Rivasáez
Esta poeta nació en Puerto Cabello, estado Carabobo, el 11 de octubre de 1924 y falleció en Caracas el 2 de mayo de 1994, e hizo del periodismo uno de sus primeros oficios, pues, a los 19 años ya era reportera de sucesos en El Nacional, la primera mujer en ejercer la fuente en Venezuela.
De familia de origen alemán, la joven fue desde el comienzo una voraz lectora, devoraba los libros de su casa, luego acudía a bibliotecas de amigos estudiantes de su generación, hasta que optó por fijar su domicilio en Caracas, donde completó sus estudios, no obstante, fue a los cuarenta años que logró licenciarse en Filosofía en la UCV, en virtud que comenzó muy joven en el diario El Nacional.
El primer libro de la poeta porteña fue Umbral que apareció en 1942, un año después publicó Cámara de cristal, en 1944, Contra el desnudo corazón del cielo, y, según el poeta y crítico Juan Liscano, fue considerada la niña prodigio de su generación literaria de los años cuarenta.
Gramcko, en 1948 editó La vara mágica e inmediatamente el presidente constitucional, el novelista Rómulo Gallegos, le envía a la URSS, en calidad de agregada cultural de la embajada en Moscú.
Su estreno como diplomática fue breve, por cuanto un golpe militar dado contra el presidente Gallegos, la apartó del mundo del servicio exterior.
«Hacia los años cincuenta su poesía se venía caracterizando por la avidez expresiva, pero para esa fecha se transforma también en comunicación metafísica e incidencia mística», observó el poeta Liscano.
El aserto de Liscano se fundamentó en sus libros Poemas, de 1952; Poemas de una psicótica, de 1964, que, de acuerdo, al exigente crítico y poeta Guillermo Sucre, es su mejor poemario; después circulan Lo máximo murmura, de 1965; Salmos, 1968; Los estetas, los mendigos, los héroes, 1970; Sonetos del origen, 1972; su poesía recibió elogios del humanista Mariano Picón Salas, mientras José Ramón Medina, dijo que en ella «destaca la pasión, concepto, sueño y experiencia, el mito infantil, la intimidad y la universalidad como elementos que enriquecen su poesía»
Acerca de Poemas de una psicótica, Guillermo Sucre, expresó su adhesión al texto por cuanto aborda «El valor estético, el sentido arquitectónico del lenguaje, el valor moral y la sabiduría interior», quizá el mejor reconocimiento a su poesía, según muchos de sus estudiosos.
Su libro La vara mágica, fue traducido al francés por su amigo el poeta venezolano Robert Ganzo y al ruso por el hispanista Fedor Kelin, escritor disidente, interesado en la poesía venezolana contemporánea.
Ella, la poeta confesó su desconsuelo en este fragmento, desnudo, «Esto soy todavía: un sosiego turbado por las lágrimas/ esto fui: una pupila/ húmeda, abierta y ávida/ esto he de ser: el llanto, mientras viva/ un erguido sollozo me levanta/ me hace andar en las cumbres, me encamina/ hacia la azul montaña/ y allí está la sonrisa/ como una flor salvaje que me aguarda/ veré la blanca flor y será mía/
Ida Gramcko, una poeta de la democracia, que amó entrañablemente la civilidad y la institucionalidad; laboró en la Escuela de Letras de la UCV, en la regencia de su cátedra de estética, al lado de eminentes docentes como el profesor Edoardo Crema, Rafael Cadenas, María Fernanda Palacios, Adriano González León, Guillermo Sucre, entre otros.