Valores democráticos | Hugo Fernández Oviol | Por Ramón Rivasáez

Dedico a Rafael José Alfonzo
El poeta y docente Hugo Fernández Oviol, nació en la localidad falconiana de Cabure, el 18 de diciembre de 1927 y falleció en Coro, estado Falcón, el 18 de noviembre de 2006, tras dedicar toda su vida al fortalecimiento de la educación venezolana y de Centroamérica.
Desde muy joven  el poeta ejerció la docencia, inicialmente como maestro de escuela primaria, luego profesor de educación secundaria y finalmente en el sector universitario, donde fue decano de Humanidades de la Universidad Yacambu del estado Lara.
Fernández Oviol se formó en El  Mácaro, estado Aragua; allí le impartió clases a otro poeta Arnaldo Acosta Bello, quien cursaba estudios para maestro normalista.
Con cincuenta años en la docencia; residió seis años en Buenos Aires, Argentina, mientras estudiaba ingeniería, carrera que no concluyó para dedicarse a la docencia y su otra pasión, la poesía.
Como docente participó durante varios años en programas de alfabetización en países de Centroamérica, enviado por organismos internacionales dedicados a combatir y erradicar el analfabetismo.
Entre la enseñanza y la poesía, Hugo Fernández Oviol, navegó en aguas caudalosamente transparentes, colmadas de un vigor oceánico.
Su primer volumen de poemas, Doce variaciones alrededor de una guitarra, apareció en 1973; seguidamente publicó La casa deshabitada, editada por el grupo Altagracia. En 1974 circuló su poemario Agua delgada, que es presentado en Caracas. Años después sus poemas circularon a través de una antología denominada Cabure también tiene poetas.
Luego su poesía es recogida en el libro La canción anónima, para que ponga a navegar la rosa; finalmente, en 1995, la Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda de Coro, editó su hermoso poemario «Caballos»; que, sin duda alguna, es considerado su mejor libro.
De acuerdo a la crítica en «Caballos», Fernández Oviol, alcanzó el más alto vuelo de su trabajo poético; él que es un sobreviviente que, irremediablemente se va quedando solo, le canta a su corazón para que siga infatigable atado a la palabra sin fin: «Relincha el viento y se esconde/patea el agua y se va/ el río es una manada/ que lame sal en el mar/.
En 1987 Fernández Oviol, recibió el premio municipal de poesía de la alcaldía de Coro por su obra literaria; fue traducido al portugués por el poeta Antonio Miranda.
El poeta de Cabure, fue un intelectual que volcó sus esfuerzos en afianzar la Educación venezolana, con un amor y pasión entrañables, al tiempo que compartía su devoción a la labor poética, con una gran honestidad. Indudablemente, un valor democrático, que enalteció Venezuela, mediante su amorosa entrega a la enseñanza desde la primaria hasta la universitaria, brindando luces a las nuevas generaciones de venezolanos.
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