Valores democráticos | Héctor Guillermo Villalobos | Por Ramón Rivasáez

*Dedicado a Argimiro Briceño León

 

Por Ramón Rivasáez

Nacido en Ciudad Bolívar, estado Bolívar el 20 de julio de 1911, Héctor Guillermo Villalobos y fallecido en Caracas, el 23 de mayo de 1986, fue un insigne educador, cuyo ejercicio de la docencia le ocupó gran parte de su existencia, en desmedro de su gran pasión, la poesía.

Luego de cursar sus estudios iniciales en su lar nativo, el poeta Villalobos, se estableció en Caracas donde se graduó de profesor de castellano, literatura y latín en el Instituto Pedagógico Nacional,  del cual egresó en 1936, y comenzó su itinerario como docente en diferentes regiones venezolanas; hasta que se produjo el golpe de estado contra el presidente Isaías Medina Angarita, y es llamado por el nuevo gobierno que presidió Rómulo Betancourt, donde ejerció, brevemente, como titular del ministerio de Educación, gobernador del estado Bolívar y diputado al Congreso Nacional, entre otros cargos públicos, en los cuales se distinguió por su idoneidad y pulcritud administrativa, verdaderamente digno de un poeta que amó su país.

En su tierra, Ciudad Bolívar, el poeta Villalobos fundó el diario El Luchador, y obtuvo en 1943 el premio de poesía del ateneo de Guayana con su segundo libro «Jaguey»;  antes, en 1937 apenas egresado del Pedagógico, había reunido sus poemas iniciales bajo el título de «Afluencias», elogiado por la crítica especializada, entre ellas, la del poeta Otto D’ Sola, quien lo incluyó en su celebrada antología  de la moderna poesía venezolana, con prólogo de Mariano Picón Salas.

También en 1943 aparece su poemario «Tu eres la madre de la tierra»; en 1954 circuló «En soledad y en vela», libro que igualmente recibe elogiosos comentarios de la crítica; sobre el poema «Elogio del agua» de éste volumen la poeta y crítico Elena Vera,  revela «…el agua ya no fluye, es un agua detenida, pero que, sin embargo, puede ser dadora de vida. Imágenes complejas que remiten a la dualidad vida/muerte».

Un fragmento, del poema: «Vive en la entraña de la tierra/el agua negra,densa ,encarcelada,/que conoce el sabor de la raíz/y canta con el ritmo de la savia».

La estudiosa Elena Vera, ha insistido «…que sólo el verdadero poeta conserva a través de su vida, la máxima cualidad del soñador: vivir mundos alternos.En este orden de ideas se puede decir, que la actuación social del hombre Héctor   Guillermo Villalobos fue exitosa, yo diría que fue muy exitosa (abogado, maestro de generaciones, diplomático, esposo y padre de familia); sin embargo, toda su poesía está teñida de melancolía, de tristezas muy hondas y de un llamado permanente a la muerte. Todo lo cual evidencia que para el poeta, para el soñador, la verdadera felicidad estaba en el mundo de las palabras y en el tiempo ya perdido de la infancia».

Por su parte, el crítico Edoardo Crema dijo sobre la obra de Villalobos «un juego de creaciones en que las imágenes de su terruño se armonizan con las emociones más tiernas y humanas». Y completa el crítico Edoardo Crema es la «luz de belleza, de bondad y de humildad que transmitía la poesía de Héctor Guillermo Villalobos».

Mientras el poeta trujillano José Ramón Heredia, sostenía «en su poesía hay un gran fondo humano y un hondo sentimiento místico».

Otro poema de Villalobos le retrata, íntegro gozoso y musical: «soy la casa de la alegría /llena de frutos y de cantos/con anchas puertas de paisajes/y frescos vidrios coloreados».

Perteneciente a la generación literaria de 1940, su obra fue traducida al francés, alemán e italiano. Sin duda, un valor de la democracia venezolana que tuvo en sus poetas y artistas a sus mejores representantes

 

 

 

 

 

 

 

 

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