Por Ramón Rivasáez
Nació en la localidad larense de Sanare el 4 de octubre de 1902 y falleció en Caracas el 14 de febrero de 1985; es considerado el precursor de las investigaciones arqueológicas y etnológicas de Venezuela, además fue botánico, conservacionista y lexicógrafo.
Al nacer muere su madre Abigail Yepes, y su padre Carlos Tamayo decidió entregar su cuidado a sus más cercanos parientes asentados en la hacienda San Pablo de El Tocuyo, donde quedó bajo la protección de una tía, Hortensia Borges, quien se esfuerza en suministrar al pequeño huérfano una educación adecuada. Doña Hortensia observó que en los primeros años el niño tenía una inocultable inclinación a la lectura, entonces coopera con él y le enseña la bien dotada biblioteca de la hacienda.
Tuvo el privilegio el niño de conocer y escuchar las ricas tertulias de los poetas integrantes del grupo literario El tonel de Diógenes los hermanos Alcides y Hedilio Losada, Roberto Montesinos y de su primo Pío Tamayo, éste último uno de los protagonistas de las revueltas estudiantiles de 1928 en contra de la dictadura de Juan Vicente Gómez.
En los pasillos de la hacienda se celebraban las veladas de los poetas y el pequeño les escuchó con interés, y desde entonces, su pasión por la lectura le hizo un acucioso investigador.
Cursó estudios de educación secundaria en El Tocuyo que luego terminó en Los Teques y finalmente en el Liceo Caracas e ingresó a la UCV donde intentó comenzar en la Escuela de Medicina que no logró concretar a raíz de las manifestaciones de 1928, alimentadas por los universitarios.
Tamayo, marchó a Mérida en la Universidad de Los Andes igualmente la agitación estudiantil le impidió avanzar; al final, cansado, se inscribió en el Instituto Universitario Pedagógico de Caracas donde alcanzó graduarse en Ciencias Biológicas, al poco tiempo, viajó a Buenos Aires en cuya Universidad realizó una especialización.
Retornó a Venezuela e ingresó a la docencia en la UCV y en el Instituto Universitario Pedagógico, al tiempo que reanudó sus indagaciones arqueológicas y etnológicas en su pueblo de El Tocuyo, con el apoyo solidario del Dr Mario Briceño Iragorri; su pasión, hurgar en las raíces indígenas de Los Gayones, caquetios,y otras etnias; recorrió en ese esfuerzo los Estados Lara, Falcón y Trujillo; analizó las piezas de la cerámica indígena, en la búsqueda de un lenguaje que le permitiese localizar las claves de las antiguas civilizaciones que poblaron los territorios ocupados por diferentes naciones fundacionales.
Tamayo sostuvo que la economía de estas civilizaciones tuvo su principal asidero en el cultivo colectivo de la tierra, tradición que modificó el arribo de los europeos, a través del sistema de encomiendas, cuyo principal beneficiario fue la Corona española.
Como botánico clasificó la flora; muchas plantas descubiertas por él llevan su nombre, en sus aportes etnohistóricos, bucea en la cosmogonía para precisar los matices de la herencia cultural del venezolano, su rico sincretismo; he ahí su definición; «Ahí están los negros de Barlovento del estado Miranda y Borburata, de Carabobo, de la Sierra de San Luis de Falcón, los media sangre de Margarita y Sucre, los Caribes asimilados de las mesetas de Anzoátegui. Los cruzados de mestizos con guajiros del Zulia. Los indios blancoides, propios de la montaña andina, los hambreados campesinos de los Llanos centrales y occidentales y Cafon de la zona intermedia de Lara. Quedan como reductos y redentos, las tribus deltaicas, los de Bolívar, Amazonas y Apure, a la par de los Motilones y Paraujanos del Zulia »
A Francisco Tamayo se le debe la creación de la Estación Biológica de los Llanos en Calabozo, estado Guárico, reorganizó el Herbario del Instituto Pedagógico Nacional de Caracas, rescató e inició la recuperación de la Hoya hidrográfica de Tacagua en la Gran Caracas e impulsó el Arboretum del Instituto Pedagógico Luis Beltrán Prieto Figueroa de Barquisimeto, hoy abandonado.
Entre sus libros publicados, destacan Estudio del medio xerófilo venezolano, Ministerio de Agricultura, Caracas, 1949; Anotaciones biográficas del Dr. Henri Pittier, segunda edición Fundarte,1987; Camino para ir a Venezuela, U LA, Mérida 1962; El color de la tierra: vivencias y reflexiones, Congreso Nacional, Caracas 1987; Conservación de recursos naturales renovables en el Estado Trujillo, Ministerio de Agricultura, Caracas,1955; Dónde están las tierras, los bosques y las aguas de Lara? Ministerio de Agricultura, Caracas, 1959; Clasificación de las sabanas de Venezuela UCV, Caracas, 1964; El signo de la piedra, UCLA, Barquisimeto,1965; Imagen y huella de Henri Francois Pittier, Instituto Tecnológico venezolano de Petróleo, Caracas, 1985; Léxico popular venezolano, UCV, Caracas, 1991
Un venezolano que amó entrañablemente cada espacio de su tierra a través de una amorosa relación con su gente, flora, ríos; la belleza de este paraíso llamado Venezuela, hoy terriblemente maltratado por hechos monstruosos como el tristemente célebre Arco Minero, uno de los generadores del desastre denominado de manera global cambio climático