Este poeta que muy pronto se fue al exilio, una vez se entronizaba en el poder el dictador Marcos Pérez Jiménez, nació en Aragua de Barcelona, estado Anzoátegui el 17 de diciembre de 1924 y falleció en Porlamar, estado Nueva Esparta el 15 de julio de 2015, luego de cumplir importantes misiones diplomáticas al servicio de la Venezuela democrática.
Salazar Martínez, apenas era un niño cuando comenzó a escribir poesía en su pueblo; entonces, amigos de la familia le alientan a formarse en la carrera de las humanidades; marchó a Caracas, donde en el liceo Fermín Toro, conoce a los profesores J.F. Reyes Baena y Luis Villalba Villalba, quienes se erigieron en sus principales mecenas.
Tras dejar la presidencia del centro de estudiantes del Fermín Toro, ingresó a la UCV a cursar periodismo y derecho; pero las dictaduras militares le interrumpieron su sueño y debe ganarse la vida como maestro de escuela en San Juan de los Morros, estado Guárico.
En un receso de las dictaduras, Salazar Martínez, logró, por fin, concluir sus carreras en la UCV, pero casi inmediatamente arribó la tiranía de MPJ, y se vio obligado irse al exilio en México, donde hace amistad con los artistas Diego Rivera y Pedro León Zapata, los poetas Nicolás Guillén, Pablo Neruda, el francés Paul Eluard, y el pensador Roger Garaudy, Mariano Picón Salas, entre otros.
En Ciudad de México, Salazar Martínez debe soportar días largos de hambruna, frío y otras vicisitudes propias de los exiliados. Allá escribió su famosa Carta al general Juan Vicente Gómez, poema duro contra las dictaduras y la ignominia de la fuerza de los que desprecian la condición humana y los derechos de los pueblos.
El poeta sufrió la nostalgia por su país y; decidió un día regresar, era 1949 y al llegar llevó el original del poema al editor José Agustín Catalá, quien sin preguntarle por los costos de la edición, publicó la plaquette con la explosiva Carta a JVG. La editorial Ávila Gráfica pronto fue objeto de la requisa de la Seguridad Nacional, y el libro del poeta desapareció al instante.
Entonces buscaron al poeta, al autor del libro que denunciaba a los déspotas, a los tiranos; de nada sirvió que Salazar Martínez tratase de ocultarse, a los pocos días era internado, esposado a la Cárcel El Obispo, donde en el calabozo 14, fue instalado, al verlo el periodista Miguel Otero Silva, quien también estaba preso le preguntó, «Cómo que te contestó el general Gómez?
Luego Salazar Martínez fue trasladado a El Paraíso, sede de la SN, donde le sometieron a penosas torturas, en las mazmorras del sótano de la policía política que dirigía Pedro Estrada. Ya habían caído asesinados los mártires de la resistencia, los poetas Leonardo Ruiz Pineda y Antonio Pinto Salinas. De esos días tenebrosos es su poema Letanías del encarcelado. Un fragmento testifica: «Ayer me trajeron preso/y hoy me van a fusilar/ porque, según dicen ellos, en el mundo estoy demás».
Desaparecida la tiranía perejimenista, Francisco Salazar Martínez, escribió que la poesía jamás debe callarse en momentos en que la libertad y la democracia sufren menoscabo. El poeta debe estar siempre al lado de la luz de la libertad y la democracia.
Durante la época democrática, Salazar Martínez se dedicó a la diplomacia; desempeñó la consejería cultural en México, Suiza y Cuba; fue embajador en Costa Rica, Bolivia, Argelia y otras naciones. Por su obra poética, en 1970, recibió el premio municipal de poesía del Distrito Federal. Su amplia obra como escritor incluyó la investigación histórica y política de la Venezuela contemporánea.