Valores democráticos | Fernando Paz Castillo | Por Ramón Rivasáez

Por Ramón Rivasáez

Aunque ejerció el servicio exterior por tantos años en diversos países, paradójicamente, en representación de regímenes autoritarios, el poeta Fernando Paz Castillo (Caracas, 11 de abril de 1893- id 30 de julio de 1981), fue un hombre profundamente democrático, por una sencilla razón, los artistas aman con pasión ese derecho inalienable que es la libertad.

Controversial, sin duda, porque abandonó la diplomacia en 1959, ya derrumbado el régimen perejimenista; Paz Castillo ingresó a la cancillería durante el inicio del período de transición que instauró Eleazar López Contreras, y en 1936, fue nombrado Cónsul General de Venezuela en Barcelona, España, sacudida por la guerra civil que comenzó el futuro dictador Francisco Franco Bahamonde; no obstante, el poeta es trasladado un año después a Francia, debido a los fuertes combates entre republicanos e insurgentes.

Antes, tras formarse en el Colegio de los padres franceses de Caracas, donde conoció a los poetas Enrique Planchart y Luis Enrique Mármol, Paz  Castillo ingresó  a la UCV a cursar la carrera de derecho, de la cual sólo realizó dos años a raiz de la clausura que sufrió la Universidad por decisión del dictador de entonces, Juan Vicente Gómez, en consecuencia , optó por la docencia e impartió clases de literatura en el Instituto San Pablo y en la Escuela Miguel Antonio Caro de Caracas en el período 1922-36.

Su carrera diplomática fue muy inestable a causa de las crecientes tormentas políticas por cuanto se  incubaba la Segunda Guerra Mundial; Europa era víctima de tensiones producto de los recelos de las potencias involucradas y Francia no escapaba del pánico de la hecatombe que, irremediablemente,  se aproximaba; de tal manera que su permanencia en el país galo fue sólo de un año; el poeta fue enviado en 1938 a Argentina y luego en 1939 a Brasil.

En 1940 retornó al viejo mundo y lo instalaron en Londres, donde estará hasta 1944; fue testigo de los demoledores bombardeos que realizó el régimen nazi sobre la estupefacta  capital británica que sobrevivió a la aviación de Hitler de manera estoica y heroica, sin dar un paso atrás.

Quizá fue en Albión  donde el poeta caraqueño comenzó a profesar su amor  por la democracia y lo que ella representaba para el hombre, para la especie. Ver de cerca la muerte, de lo que es capaz la irracionalidad del ser humano, el delirio que provoca las ansias del poder desmedido e insaciable, crearon en el autor de La voz de los cuatro vientos, una poesía que medita acerca del proceso autodestructivo que el hombre ha acelerado contra su propia existencia, por la enloquecida barbarie, su vanidad e indiferencia ante el creador supremo.

En 1945 Paz Castillo fue transferido a Bélgica, y allí estuvo hasta 1948 cuando es remitido a Ecuador en 1949 y de aquí  a Canadá en 1953-58 y finalmente en 1959 concluyó su dilatada  misión diplomática en Ecuador.

Su carrera literaria la inició con la publicación tardía de su primer poemario  La voz de los cuatro vientos en 1931,  militaba en el grupo de artistas conformado por Luis Enrique Mármol, Enrique Planchart, Ángel Miguel Queremel,Jacinto Fombona Pachano, entre otros. Antes, había sido co-fundador del Círculo de Bellas Artes de Caracas; se le ubicó en la generación de escritores de 1918.

De acuerdo al poeta y crítico Juan Liscano, «A partir de La voz de los cuatro vientos (1931), comienza a definir una poesía metafísica preocupada por el destino del hombre, el equilibrio, la vida. La experiencia europea de la Segunda Guerra Mundial profundizó su visión. Signos (1937); Entre sombras y luces (1945); Enigma del cuerpo y el espíritu; Dios y hombre (1956), fueron particularmente importantes en el desarrollo de los temas trascendentales de su poesía: el atardecer, la  muerte, la esperanza, la afirmación de la existencia y la meditación sobre la palabra. En 1964 editó uno de sus poemarios más famosos El muro. Escribio hasta muy avanzada edad: El otro lado del tiempo(1971); Pautas (1973); Persistencias (1975); Encuentros, (publicado póstumamente)»

Por su labor literaria, Paz Castillo recibió en 1967 el premio Nacional de Literatura, que rindió homenaje a su poesía, crítica y toda una vida dedicada a las bellas artes; su obra ha sido traducida al inglés, francés y otros idiomas.

Evoco ahora los artículos que publicaba en la prensa nacional el poeta Paz Castillo eran fraternos, hermosas piezas literarias de quien tenía el don nombrar, el fino pedagogo que jamás olvidó y la gracia que le acompañó en cada uno de sus actos, donde la mansedumbre y la humildad eran sus señas de identidad de este admirable venezolano que tuve el privilegio de conocer años ha, cuando la democracia brillaba en Venezuela por los cuatro costados.

De su obra se han ocupado además de Juan Liscano los escritores Pedro Sotillo, Oscar Sambrano Urdaneta, Efraín Subero, Luis Beltrán Prieto Figueroa, Pascual Venegas Filardo, entre otros.

Uno de sus celebrados libros El muro, registra estos fragmentos, II «Un pájaro en hoja y viento/ha puesto su canción más bella/sobre el muro/» ; IV»La vida es una constante/y hermosa destrucción:/vivir es hacer daño » VIII ¿Morir?…/Pero si nada hay más bello en su hora»/

 

 

 

 

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