Valores democráticos |  Eugenio Montejo  | Por Ramón Rivasaez

Por Ramón Rivasaez

Aunque el poeta y ensayista Eugenio Montejo,(Caracas 19 de octubre de 1938-Valencia 5 de junio de 2008), no fue perseguido político ni sufrió carcelazos por supuestos delitos de opinión, él encarnó una personalidad profundamente democrática que, en una ocasión la distinción de representar a su país, le condujo a la carrera diplomática.

En los gobiernos democráticos ejerció la dirección literaria de la editorial del estado venezolano, Monte Ávila con lujo de aciertos; Montejo jamás dejó  elogiar la labor desarrollada por la democracia en materia de política cultural a la que cumplió una excelente gestión en la Universidad de Carabobo mediante la revista Poesía y en encuentros y seminarios sobre la temática del quehacer poético.

Montejo antes de su responsabilidad diplomática en Lisboa en representación de la democracia venezolana, había ejercido la docencia universitaria en la Universidad de Carabobo y fue co-fundador de la revista Poesía, constituyéndose en un notable difusor de las nuevas generaciones poéticas a las que enriqueció con sus aportes como poeta de indudable valor en cuanto a los dones de originalidad que distinguió su manera cómo enfrentar el poema.

En su condición de poeta muy pronto Montejo dio a conocer sus hallazgos que  crearon la diferencia entre el y el resto de la poética venezolana; al mismo tiempo que ejercía su labor docente e hizo escuela en el Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (CELARG), creado durante el gobierno del presidente Pérez.

Montejo, abogado de profesión, utilizó muchos heterónimos para escribir poesía infantil (Eduardo Polo); en sus ensayos (Sergio Sandoval); otro Tomás Linden, entre otros que hizo que en España interviniese en un seminario junto al poeta Félix  Grande sobre la temática del uso de seudónimos en la escritura.

Su obra poética y como ensayista comprende los títulos siguientes Humano paraíso (1959); Elegos(1967); Muerte y memoria(1972); Algunas palabras(1976);  Terredad(1978); Trópico  absoluto (1982); Alfabeto del mundo (1986); Guitarra del horizonte heterónimo Sergio Sandoval (1991); Adiós al siglo XX (1992); El hacha de seda heterónimo de Tomás Linden; Partitura de la cigarra (1999); Papiros amorosos (2002); Chamario,poesía infantil, heterónimo de Eduardo Polo,(2003); Fábula del escriba (2005); sus ensayos, La ventana oblicua(1974)Taller blanco (1983); El cuaderno de Blas Coll(1981), son algunos de los tantos libros que escribió este poeta que vivió y distinguió a Venezuela en el mundo de la  poesía con una solvencia notable.

Su poesía como lo refrendó Juan Liscano  «tiene rigor estético, tensión del lenguaje, depura el poema en todos sus niveles expresivos, en una acción lúcida y reflexiva de humanar las cosas y el tiempo». El poeta y crítico agrega que la poesía de Montejo «busca alcanzar el mito no por obra de sublimación; si no de extremada autenticidad verbal y existencial».

Es tan así lo que dice Liscano que Montejo lo confirma en este texto «la que amo duerme lejos, en otro país/en otro mundo/aunque su cuerpo al lado me acompaña/cierra los ojos y desaparece/se va la noche me la niega/no hay aviones que lleguen adonde se dirige/ninguna palabra me borra su silencio/»
Eugenio Montejo ganó en 1998 el premio Nacional de literatura en la mención de poesía y en el 2004 el premio internacional Octavio Paz que otorga México a los más notables poetas del continente.

Indudablemente Montejo fue un fiel representante de la democracia venezolana, mediante una poesía que enaltecio esta parte del mundo con imaginación y autenticidad

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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