Valores democráticos | Eliseo Jiménez Sierra | Por: Ramón Rivasáez

 

Por Ramón Rivasáez

Dedico a Gabriel Jiménez Eman

 

El poeta, educador y traductor, Eliseo Jiménez Sierra, nació en la localidad de Atarigua, municipio Torres, estado Lara, el 20 de octubre de 1919 y falleció en San Felipe, estado Yaracuy, el 13 de noviembre de 1995; fue ensayista, profesor de francés y animador de numerosas publicaciones culturales de Venezuela.

Desde muy joven su inquietud por el arte y la cultura, le indujo a sumergirse apasionadamente en el rico mundo de los clásicos latinos y de los poetas parnasianos y simbolistas franceses; de una inmensa cultura clásica, se abrazó al universo de la poesía hasta sus últimos días.

El poeta Eliseo Jiménez Sierra publicó su primer poemario en 1942, en Caracas, Archipiélago doliente, que fue recibido por la crítica con no pocos elogiosos comentarios de las publicaciones especializadas de entonces.

En 1950 aparecerá Sonata de los sueños; ocho años luego circuló el libro de poemas El peregrino de la nave anclada; en 1971editó también en Caracas su libro La venus venezolana, y en 1972 circuló Los puertos de la última bohemia.

Sus poemas, algunos de los cuales han sido traducidos al francés, portugués e italiano, son un canto a las diosas de marfil, a las divas electrónicas del mundo, según los seguidores y entusiastas de su trabajo poético.

Esos mismos estudiosos le describen como el poeta que, sensual, atraviesa el instinto más oscuro, donde invictos los senos renacientes y desnudos, invitan a la danza gitana.

Elíseo Jiménez Sierra logra, en su poesía, «convocar a los Beatles y sus sueños de mercurio, a la tos sentimental de Agustín Lara y se lleva las lunas de Ibagué por Acapulco y las danzas marabinas, en un juego de gitanos,» afirmó otro de sus estudiosos comentaristas.

En 1981, el poeta venezolano Eddy Rafael Pérez, a través del Convenio Internacional Andrés Bello, lo rescata un tanto del olvido, tras incluirlo en su amorosa Antología dispersa de la poesía venezolana, editada en Bogotá, Colombia, edición que fue distribuida en los países que suscribieron el Pacto Andino.

Uno de los poemas más celebrados de Elíseo Jiménez Sierra, Gladys, revela la magia acerada de este poeta que ha sido echado a un olvido desconcertante e injusto: «te picotearon los pájaros afónicos/ que cría en jaulas de sombras la desdentada muerte/ te picotearon todas tus carnes de aluminio/ y todas tus palabras maduras y ardientes.»

Un poeta, que tiene un influjo determinante  del mago iconoclasta de Baudelaire y su París de finales de 1800; pero también del universo rimbaudiano; sus fuegos que aún no se han extinguido.

Elíseo Jiménez Sierra, sin duda, uno de los creadores de un pensamiento poético único y hermoso, muy desconocido, que es preciso releer.

Curiosamente, Atarigua, el pueblo de Elíseo Jiménez Sierra, fue sepultado por las aguas de una represa, al igual que el gran poema el Cementerio marino, de Paul Valery.

A propósito,  creemos  que la obra completa de Jiménez Sierra, debe ser reeditada, en tributo a éste creador, fundador de una dinastía de escritores y artistas venezolanos; es hora de hacer justicia literaria con los olvidados.

 

 


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