Por Ramón Rivasáez
In memoriam de Adriano González León
El poeta, ensayista, antropólogo, sociólogo, profesor universitario Efraín Hurtado Barrios, nació en Calabozo, estado Guárico, el 31 de marzo de 1935 y falleció en Caracas, el 26 de octubre de 1978; fue un intelectual que se ocupó y preocupó por el deterioro creciente del lenguaje de las nuevas generaciones de venezolanos.
El poeta partió muy joven de su entrañable pueblo y se estableció en Caracas, donde concluyó su bachillerato e ingresó a la UCV, para cursar y graduarse de sociólogo. Su afán de formarse le llevó a Buenos Aires, donde continuó sus estudios de especialización y posteriormente a París; allí conoció a los pensadores Claude Levi -Strauss y Roland Barthes, quienes enriquecieron sus inquietudes intelectuales y le brindaron nuevas perspectivas sobre los problemas culturales del hombre contemporáneo.
Antes Efraín Hurtado, militó en Sardio, junto a Adriano González León, Rodolfo Izaguirre, Guillermo Sucre, Francisco Pérez Perdomo, Luis García Morales, entre otros; su primer libro de poemas, «Papeles de condenado» aparece en 1964 bajo el sello del Ateneo de Boconó, luego de ganar el concurso de poesía auspiciado por ésta institución trujillana.
En «Papeles de condenado» Hurtado se sumerge en sus padecimientos a raíz de una vieja dolencia física que le mantuvo inmovilizado por largos años.
Después en 1970 publicó «Redes maestras», mientras en 1972 circuló su poemario «A dos palmos apenas», diseñado e ilustrado por el artista y poeta Dámaso Ogaz, con quien compartió en El techo de la ballena.
A propósito de su libro «Redes maestras»; se trata de una incursión en la poesía concreta brasileña, en la que utiliza los recursos visuales que amalgama con sus vivencias y el influjo de su pueblo, las maravillas y el misterio
En tanto, en sus textos de «A dos palmos apenas», Hurtado recorre su pueblo, su familia y evoca las estaciones vivenciales que le asaltan la memoria.
De acuerdo al poeta Edmundo Aray, también compañero en «El techo de la ballena», Hurtado busca «una comprensión viva y honesta del aspecto creador del uso del lenguaje a partir del lenguaje propio…» «La obra de Efraín Hurtado es de una rara coherencia, jamás se desprende de sus fantasmas que enriquecieron su infancia, la adolescencia», agrega Aray.
En su poesía y prosa, Hurtado, buscó un lenguaje dentro del lenguaje para establecer una embriaguez entre lector y creador.
En 1979, circuló su libro póstumo «Escampos»y en 1981, Adriano González León, su amigo de toda la vida dedicó en su libro de crónicas «Del rayo y de la lluvia» un texto en tributo al poeta de Calabozo.
Por cierto, Efraín Hurtado, fue un escritor que abordó el deterioro del lenguaje, en especial, en las nuevas generaciones de venezolanos; en los años setenta se refirió al empobrecimiento del léxico de los jóvenes. En aquel entonces fue un crítico del uso y abuso de la muletilla «o sea» entre liceístas e incluso universitarios. Hoy estaría alarmado y a la vez muy compungido con la excesiva y grosera utilización de la palabreja «marico o marica», que, indistintamente pronuncian los muchachos y muchachas de cualquier sector de la sociedad.
Obviamente, se trata de una deficiencia cultural en el uso del castellano, un idioma maravilloso que habla más de 600 millones de personas en el mundo.
Pero no olvidemos que Efraín Hurtado, fue un poeta de alto vuelo, y es preciso evocarlo cuando iba y venía de su pueblo guariqueño, y de allí la memoria le dictó en una ocasión éste hermoso texto: «Nadie ha tropezado la aldaba del portón/ la tranca no se rueda/ ninguno alarga ese rumor quejoso de/ un postigo al doblarse/ entrecerrado/ las pestañas se mueven/ por lo bajo del quicio/ lentas/ rozan una zona de penumbra/ hasta tocar la raya por donde comienza a despejarse el día».