Valores democráticos | Caupolican Ovalles | Por Ramón Rivasáez

 

Por Ramón Rivasáez

Este escritor nació en Guarenas, estado Miranda, el 24 de abril de 1936 y falleció en Caracas el 23 de febrero de 2001; fue uno de los más notables poetas del movimiento literario venezolano de los últimos 50 años, en especial protagonizó parte de la vanguardia y la bohemia caraqueña.

Nacido en una familia de educadores, pronto el mundo de la creación le cautiva, cuando tiene conocimiento y acceso a la gran biblioteca de su abuelo Víctor Manuel Ovalles; recinto en el que se instala a leer todo lo que le llama la atención. Con los años, él la llamó La gran papelería del mundo que, finalmente, donó a la Biblioteca Nacional.

Ovalles, luego de concluir su secundaria, ingresa a la UCV para cursar derecho; allí hace amistad con Moisés Moleiro, Bayardo Sardi, Américo Martín y al poco tiempo es militante de AD, que, conjuntamente con el PCV, son los partidos que conformaron la resistencia de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez; corre el año 1955 y la Universidad Central de Venezuela, enfrenta la tiranía con su vanguardia de jóvenes que ha comenzado a leer a Rilke, los surrealistas, Sartre, Camus, Juan Emar, Rimbaud, Baudelaire, Mallarme, Breton, Huidobro, Artaud, entre otros.

Por esos días de clandestinidad y resistencia, Caupolican Ovalles, y sus amigos sufren los rigores de la represión. El poeta Ovalles tiene una pasantía entre rejas, y al poco tiempo es liberado  y su familia, se reúne y opta por su seguridad y lo envía a España a continuar los estudios de derecho. En Madrid acude a Salamanca, donde en Alcalá de Henares, conoce a Carlos Contramaestre, quien adelanta su carrera de medicina.

Tras concluir los estudios ambos retornan a Caracas, y les reciben en el grupo Sardio capitaneado por Rodolfo Izaguirre, Adriano González León, Francisco Pérez Perdomo, Luis García Morales, entre otros; entre tanto, Caupolican Ovalles ya estaba con los fundadores del MIR, Américo Martín y Moisés Moleiro. Luego se aleja de la militancia cuando surge el Techo de la ballena, movimiento literario que reemplaza a Sardio.

El Techo es contestatario, iconoclasta; en 1962,  Contramaestre estremece el país con su Homenaje a la necrofilia; exposición que es clausurada por la policía y el Ministerio de Sanidad, pues, las vísceras se tornaron putrefactas a las pocas horas y el local recibió la inesperada visita de uno que no estaba invitado, el gobierno.

Caupolican también tuvo lo suyo, había publicado la plaquete Duerme ud, señor presidente? , irreverente texto que, muchos coincidían en que era un poema antibetancuriano; en consecuencia, sus amigos le aconsejaron  ausentarse del país, sugerencia que acató en seguida.

Nuevamente en el país, Caupolican Ovalles publica su segundo libro En uso de razón (1963); todavía militaba en El techo de la ballena, edita en 1967 el libro Elegía en rojo a la muerte de mi padre Guatimocin, alias El Globo ; después publica Copa de huesos (1972); Diario de Praga (1973); póstumamente aparece Alfabetarium.

Además, de ser activista de los grupos literarios ya citados, Caupolican Ovalles, creó la llamada Pandilla de Lautreamont junto a Víctor Valera Mora, y presidió el archiconocido reino de la República del Este, que glorificó la bohemia caraqueña de finales de la década de los ochenta, donde oficiaron Argimiro Briceño León, Adriano González León, David Alizo, y otros asiduos adoradores báquicos de la chispeante tertulia y celebraban el divino poder de la imaginación  desatada, sin límites.

En 1972, el estado venezolano le concede el premio nacional de literatura; es directivo del Consejo Nacional de la Cultura (CONAC), durante el gobierno del presidente Jaime Lusinchi, por quien hizo campaña electoral. Fue presidente de la Federación  de escritores venezolanos durante varios años y escribió guiones para el canal 8  del estado.

Evoco a Caupolican Ovalles a inicios de los setenta durante un homenaje a José Antonio Ramos Sucre en la Casa del Escritor, de Miseria a Velásquez, en Caracas, autor reivindicado por Francisco Pérez Perdomo. En el acto estuvo invitado especial, el venerable poeta Fernando Paz Castillo.

Pero volviendo a Caupolican la  nostalgia, la ciudad,  la cantaba en su particularisima manera de nombrar, de abordar las cosas cotidianas, «Con la boca/ muy pintada de rojo/ andarás por la ciudad/ en toda estación te detendrá la nostalgia/ y hablaras con las nubes/ como si se tratara de alguien/ a quien   buscas».

Un soñador que no estaba en la tierra como Boris Vian, con quien coincidía porque ambos amaban el cine. El poeta de Guarenas «era un loco muy divertido», me confío una vez Dámaso Ogaz, quienes se conocieron en el Techo de la ballena, donde no dejaron de inventar y divertirse con sus creaciones.

 

 

¡Mantente informado!  Síguenos en WhatsAppTelegram,InstagramFacebook o X

 

Salir de la versión móvil