In memoriam de Dámaso Ogaz
Fallecido el pasado 12 de abril de 2025, Asdrúbal Colmenares, había nacido en Trujillo, capital del estado homónimo, el 1 de agosto de 1936; por su obra artística se le consideraba a la par de los grandes creadores venezolanos de todas las épocas como Soto, Cruz Díez, Alejandro Otero, Rolando Peña, entre los más notables del mundo de la creación.
Proveniente de una humilde familia trujillana, Asdrúbal Colmenares, siempre fue un apasionado por el arte; apenas tuvo noticias que el ateneo de Trujillo abriría un taller de artes plásticas, el joven se inscribió y se deslumbró al conocer y escuchar al profesor que estaba al frente de las clases; era Dámaso Ogaz, recién llegado de Chile en un intercambio cultural celebrado a través de la cancillería venezolana.
Con los años, el joven artista fue profesor en la escuela de artes plásticas de Valera entre 1964 y 1967, y en 1968 se marchó a París, donde logró ser becado por el gobierno francés y en 1969 fue invitado a representar Venezuela por primera vez en la Bienal de arte de París; fue asistente en 1968 de la cátedra de arte contemporáneo del profesor Frank Popper en la Universidad de Vincennes; luego ganó concurso para dictar una cátedra de arte contemporáneo en la misma Universidad Experimental de Vincennes, Francia.
Durante más de cuarenta años trabajó en París sobre una experiencia que desarrolló en torno al arte de participación, donde el público era el protagonista; de ese modo llegaron sus piezas que él artista denominó en 1970, «Táctiles psicomagnéticos», que pronto desembocaron en 1972 en «Psicorelativos»; su preocupación era que la gente que mirara sus obras pudiese intervenir y jugar con sus variables que planteaba un arte con un público que no estuviera al margen.
Cercano al cinetismo, Colmenares hizo amistad en París con otros artistas venezolanos como Esteban Castillo, Servideo López y César Andrade, con quienes compartió por varios años.
Para Colmenares la participación del público en sus obras era fundamental, porque creía necesario que la gente participara en sus propuestas lúdicas; él las llamó obras de vital perceptivismo.
Esos trabajos los mostró el artista en 1976 en el Museo de Bellas Artes de Caracas; en 1978 obtuvo la beca de la Fundación Simón John Guggenheim de Nueva York, en 1979 inventó el «Alfabeto polisensorial», que se trata según el artista de «la no inhibición de las capacidades creativas del momento del aprendizaje de la lectura (como es corriente notarlo), y de parar en un mismo pie de igualdad a los niños provenientes de medios socioculturales diferentes y eliminar el poder omnímodo del maestro».
Entre 1978 y 1980 bucea bajo el influjo del arte de graffiti urbano y produjo su serie Psicografitierra, que » es un trabajo realizado en superficies de acero, imantados y cubiertos de polvo metálico, de modo que el espectador pudiera dibujar sobre su superficie y modificara a su gusto».
Estas experiencias las mostró en 1981 en el Museo Reattu de Arles, Francia.
Antes en 1980 expuso en Caracas, en la Galería de Arte Nacional ( GAN); su Alfabeto polisensorial. En 1987 expuso en Tokio su «Carta de amor a Japón», igualmente con sus creaciones de arte de participación; en 1988 realizó una escultura de grandes proporciones para los Juegos Olímpicos de Seúl; en 1989 recibe homenaje de la II Bienal de arte de Ciudad Guayana, ése mismo año diseñó una escultura para la Universidad de Antioquia, Colombia. También en 1989 interviene en una colectiva en homenaje al Bicentenario de la revolución francesa, organizada en la capilla Saint-Louis de la Salpetrierre de París y le acompañaron, entre otros, sus compatriotas Carlos Cruz Diez, Jesús Soto, Alejandro Otero, Narciso Debourg, Rolando Peña y Víctor Lucena, entre artistas contemporáneos que residen en la capital gala.
En 1981 presenta en la GAN conjuntamente con el Museo Soto de Ciudad Bolívar, su proyecto «Preludio 7 fuga siete», que según Colmenares «es un diálogo entre el lenguaje plástico y el lenguaje musical con lo que concluye su obra «Partitura». En 1993 en el Museo de Arte Contemporáneo Sofía Imber de Caracas ( MACSI), presenta su «Mare nostrum», que es la amalgama de pintura y escultura que recoge el espíritu de las primeras clases que recibiera en su natal Trujillo de su maestro Dámaso Ogaz, a quien jamás olvidó.
A propósito, antes de fallecer Ogaz recibió la visita de su mejor alumno, Asdrúbal Colmenares, que, agradecido, estuvo en el lecho del moribundo en el asilo de Cerro Manzano de Barquisimeto, donde permaneció al lado de su maestro, despidiéndose de quien le aconsejó irse a París.
.