A Alfredo Matheus,
cultor de la cultura del pueblo.
Mis encuentros con Amado Moreno son tan permanentes que forman parte de nuestras vidas. Como en todo encuentro de hermanos no tenemos temas predeterminados. Aunque, la Universidad y Valera son infaltables. Y lo son porque están muy metidos en nosotros, son parte de nuestro ser.
Este pasado martes 14, luego de la reunión del Grupo Miradas Múltiples[1], se nos ocurrió la exquisita idea de ir a almorzar al Mercado Periférico de Mérida. Un dejo de nostalgia se apoderó de nosotros: El Tequendama, de Don Manuel Peña; El Restaurant Popular, de Doña Catalina Briceño; El Buen Gusto, de Doña Edicta Mora; el Comedor Popular y el Café Date Vida de nuestra Valera, como fantasmas salidos de La Casa de Asterión, se sentaron en nuestra mesa, agregándole una mayor sazón al almuerzo “casero” que nos proponíamos degustar.
Como buenos valeranos, poseídos por el barroco, hablamos de todo. Se apoderó de nosotros el hermoso recuerdo de los Discursos de Adriano González León, con motivo del Sesquicentenario de nuestra comarca, en febrero de 1970; y el pronunciado una noche de noviembre de 1973, en la Plaza San Pedro de la ciudad de las siete colinas, dada su condición de candidato a Senador por nuestro estado en las planchas del Movimiento al Socialismo (MAS). La pureza del verbo de Adriano, la hermosura con que narró anécdotas y vivencias. Los recuerdos salidos de su corazón, lo presentaban como un ser dotado de un alma encantada. Poseída, y poseedora, de un gran sentido de pertenencia. Un individuo inundado de un ser colectivo.
La tentación de la comparación no aguanto dos pedidas, como gusta decir nuestro hermano el “Catire” Toño Vale[2]. Recurrimos a esa “alma pura” llamada Benigno Contreras, igualmente hermano nuestro, quien se ha convertido, sin el mayor aspaviento y alejado de toda conducta narcisista sobre el conocimiento de la historia de nuestra Valera amada, en un “acumulador” de crónicas de ayer y de hoy de ella, para que nos refrescara algunas de nuestras dudas e interrogantes.
Después de un almuerzo de más de dos horas, nos ratificamos el carácter encantador que nuestra comarca tiene. Encanto que la inscribe en una ciudad “real maravillosa”, al igual que Comala, la de Juan Rulfo; y, Macondo, la de García Márquez.
Fue entonces, cuando Amado, haciendo uso de su prodigiosa memoria, recordó las anotaciones de Alejo Carpentier, sobre nuestra Valera de ayer. Nos fuimos a su casa a buscar el libro del notable escritor cubano: Letra y Solfa. Variaciones. Y allí, inserto bajo el título de: Una posible investigación (14 de octubre de 1954), el escritor antillano, aunque nacido en Lausane, Suiza, dice cuanto sigue, y que es la razón que motivó este escrito:
“Llega a mi mesa el último número del excelente Boletín del Instituto de Folklore, editado por la Dirección de Cultura y Bellas Artes del Ministerio de Educación, y en sus páginas encuentro un curioso trabajo de Miguel Cardona sobre cierta lotería popular de Valera. Esa lotería, nos dice el investigador, presenta la característica de que <<en sus billetes o participaciones hay un número y debajo el nombre de un animal>>. Por ejemplo: 1, carnero; 2, toro; 3, ciempiés; 4, alacrán… Y así sucesivamente, hasta treinta y un números, que abarcan una zoología tan variada como pintoresca.
Yo ignoraba la existencia de esa lotería popular señalada por Miguel Cardona. Pero, por si el informe puede serle útil, le diré que constituye, sin duda alguna, una sorprendente aclimatación del <<juego de los bichos>> brasileño, que también se práctica cotidianamente en Cuba bajo el nombre de <<Charada China>>. Las características son las mismas, salvo que en estas últimas loterías los números son treinta y seis y hay algunas variantes en cuanto a la correspondencia de cifras y animales. Por lo demás, en las calles de La Habana podría escuchar diariamente el investigador frases semejantes a las anotadas por él en Valera: <<Hoy salió el toro>>… <<Mañana jugaré perro>>.
Esa lotería tuvo su origen en China. Los sinólogos franceses la han descrito varias veces, bajo el nombre de <<Jeux des trente-six bétes>>. A mediados del siglo pasado fue llevada a Brasil por un divertido personaje llamado el Barón de Drummond, que tuvo la ocurrencia de abrir un pequeño jardín zoológico junto al local donde se celebraban los sorteos. Los cronistas de la época nos dicen que frente a las jaulas desfilaban cada día millares de personas, para <<interpretar>> favorablemente las miradas o actitudes de los animales exhibidos, orientándose así para la elección de sus números. Traído a Cuba ese juego se transformó en la <<Charada China>>, cuyos treinta y seis números fueron elevados a cien, mediante un sistema de relaciones entre figuras y cifras que establece todo un mecanismo de equivalencias. Además, los <<banqueros>> de la Charada tienen a la disposición del público un <<libro>> donde se atribuye un número a las cosas, animales o profesiones, que no figuran en las treinta y seis proposiciones básicas. Bastará, por ejemplo, una mera consulta telefónica, para saber que a <<pintor>> corresponde el 72, o el 91 al <<avión>>. Lo que hacía decir al escritor Pedro Salinas, muy dado a hacer sus <<apuntaciones>> por intuición onírica –es decir; a elegir un número representativo de algo visto en sueños-, que<<la Charada China era el más poético de los juegos>>. Además cabe señalar que en Cuba como en el Brasil, cada número tiene en realidad un triple sentido, puesto que a la figura del animal o cosa se añade una simbología picaresca que el pueblo maneja con una gracia extraordinaria cuando quiere decir ciertas cosas sin decirlas. Y lo más singular –tuve el asombro de descubrirlo hace años- es que dicha simbología corresponde punto por punto con la establecida por Freud para la interpretación de los sueños.
Valgan estas breves notas para señalar a Miguel Cardona que sus apuntes sobre la lotería popular de Valera, publicados en el último número del Boletín del Instituto del Folklore, lo han puesto sobre el camino de una investigación que pueden llevarlo muy lejos –investigación que no dejaría indiferente al eminente sociólogo francés Roger Caillois quien, en fecha reciente, me pidió datos sobre la <<Charada China>> y el <<juego de los bichos>>, para completar su ensayo, comenzado hace años, acerca del juego en América Latina”.
[1] Grupo de reflexión, interdisciplinario y de una gran heterogeneidad política, que cada 15 días se reúne en Mérida, para intercambiar pareceres sobre el acontecer universitario. Y, del cual Amado y el suscrito son miembros cofundadores.
[2] Con la mayor amabilidad, Antonio Vale me hizo llegar el excelente texto de un trabajo de Pedrito Bracamonte, quien recientemente decidió marcharse al encuentro de Dios en su mundo celestial, en el que hace referencia al tema de la lotería de Valera.
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