Culmina este 15 de febrero el año del bicentenario de la ciudad de Valera, y cada quien podrá realizar el balance de lo acontecido. La programación fue modesta, tanto por la crisis general que afecta al país, como por la ausencia de una programación realizada con el tiempo suficiente, 10 o 20 años, tal como fue reiteradamente propuesta por la sociedad civil a los diferentes gobiernos locales. Y muchas cosas que pudieron haberse realizado luego de la fecha del bicentenario, el 15 de febrero 2020, pero a la crisis se le sumó la pandemia que azotó al mundo entero.
Destacó la programación de la Alcaldía y la Sesión Solemne del Concejo Municipal en la avenida Bolívar, con el embajador Jorge Valero como Orador de Orden, un discurso un tanto nostálgico, lleno de gratos recuerdos y algunas importantes propuestas. Los eventos oficiales fueron escasos y de poca relevancia, aunque la ciudad se mostró limpia y un tanto ordenada, aunque sin inauguraciones importantes y muerta de sed.
La misa solemne fue muy concurrida, oficiada por monseñor José Luis Azuaje, Arzobispo de Maracaibo y Presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana, hijo de esta ciudad, y cuya la homilía fue profunda, valiente y destacó el nacimiento de Valera como una comunión entre templo y ciudad, y su desarrollo vinculado a las diversas y emprendedoras iniciativas de sus ciudadanos.
El Dr. Raúl Díaz Castañeda presentó su libro “Valera Dos Siglos”, fruto de un enorme esfuerzo de crónica entre el Sesquicentenario y el Bicentenario. En aquel año de 1970 el propio Díaz Castañeda había presidido la comisión para la celebración del sesquicentenario y publicó en “Libro de Valera”. Este año no hubo comisión bicentenario, pero se publicó el libro, y está a la disposición del público en la Sociedad Anticancerosa.
El grupo Voces de Valera realizó diversas actividades, como foros, simposios, publicó un Manifiesto y presentó el Documento “Veinte Propuestas para Valera” en un evento en el salón de sesiones del Concejo Municipal, gentilmente cedido por esa entidad y con la participación de un grupo de niños del Colegio Los Cedros. Próximamente circulará “El Libro de Valera Bicentenaria” elaborado por este grupo de ciudadanos y donde están recogidos los principales documentos de la celebración.
La Escuela de Liderazgo y Valores de la Universidad Valle del Momboy realizó numerosos eventos de divulgación del patrimonio artístico de la ciudad, siempre muy concurridos.
Nuestra ciudad para entrar en el grupo de ciudades exitosas, sostenibles y que ofrezca bienestar a sus ciudadanos, debe rescatar el espíritu cívico que la caracterizó durante muchos años. Hace falta un esfuerzo muy serio, valiente y audaz por escucharse unos a otros, por conversar sobre la base de la buena fe, de ponerse de acuerdo en los más importantes proyectos para que todos empujemos en la misma dirección. Las aspiraciones por ocupar posiciones públicas, o tener alguna ganancia legítima o tener notoriedad son permitidas – no todo el mundo tiene la sabiduría y la humildad de un José Gregorio Hernández – pero deben ser transparentes, es decir no ocultas, disfrazadas, pretendiendo ganar indulgencias con escapulario ajeno. Tiene que prevalecer la cultura cívica y fortalecer el carácter de los valeranos definidos por el conocimiento y su amor por la ciudad.
Valera tiene con qué ser una ciudad exitosa, pero tenemos que proponérnoslo de manera sincera, audaz y abierta al aprendizaje que nos dan otras ciudades que han estado peores que la nuestra, pero que se colocaron por encima de sus limitaciones, lograron alianzas fecundas y ahora muestran orgullosas sus éxitos. Esas experiencias enseñan que es necesaria una alianza entre el gobierno local, los diversos sectores económicos, las universidades y la sociedad civil organizada, desde las comunidades más modestas hasta las acomodadas. Esa alianza se forja mediante un proyecto de ciudad colectivamente concebido, que se traduce en su plan de desarrollo urbano, sus ordenanzas de urbanismo, sus planes especiales y sus proyectos de inversión. Y el despliegue de un serio esfuerzo para aquilatar y expandir su capital social.
En estos tiempos de pandemia llegó la hora de las ciudades pequeñas e intermedias, gratas, caminables, cercanas, llenas de buenos vecindarios, con amistad cívica, como lo fue Valera en sus mejores tiempos, y lo puede volver a ser en medio de las nuevas realidades. Valera puede ser exitosa, si nos lo proponemos.