Valera, nuestro lugar / Por Libertad León González

Sentido de Historia

Foto: Cortesía

 

 

Déjame que te mire como el día
que me diste tu canto por morada,
un canto de sirena iluminada
que a mi amor enamora todavía.
Raúl Díaz Castañeda
El lugar es una síntesis geohistórica
Francisco González Cruz

 

Vivir en Valera y en cualquier ciudad del planeta demanda, en un amplio sentido de civilidad, desarrollar sentimientos y acciones de pertenencia, de identidad, en pro de su desarrollo. Valera con apenas 204 años, desde su configuración como parroquia eclesiástica el 15 de febrero de 1820, a partir de una solicitud espontánea de un grupo de habitantes que la llevaron a constituirse progresivamente en la ciudad que hoy nos abriga, ha tenido a través del tiempo el apoyo continuo de un conglomerado de pobladores valeranos, por nacimiento y por elección.

Valera es nuestro lar, nuestro lugar. Bien cabe la teoría de la lugarización estudiada desde hace muchos años por el geógrafo Francisco González Cruz en sus libros. Como oficiantes de la palabra nos engancha la siguiente definición de lugarización desarrollada in extenso por el autor para entenderla como:

ese proceso autopoiético que vive un lugar para mantener su identidad e incorporarse eficazmente en lo global. Es decir, un auto recrearse permanentemente manteniendo sus coherencias básicas y adaptándose sin rupturas sustantivas a la sociedad del conocimiento… Lo que busca este mecanismo es en el fondo el desarrollo endógeno humano local con base al fortalecimiento de su identidad, mejorando su nivel de competitividad territorial, insertándose con sabiduría en la globalización. (González Cruz, 2013, p.14).

Entender que el gran protagonista del crecimiento armonioso de Valera es el ciudadano, cada uno convencido de su compromiso consigo mismo, con su entorno familiar inmediato y su actuación como individuo identificado con su lugar de origen y/o con el lugar que habita bajo criterios cónsonos a la realidad y a las exigencias del entorno con valoración de lo local.

El tránsito temporal de 204 años de existencia de Valera ha de dar paso a redimensionar su crecimiento en consonancia con las exigencias de una ciudad sostenible. En consecuencia, afirma González Cruz: “las nuevas realidades cambian la naturaleza de los lugares.” (óp. cit., p. 24). En el caso de Valera, así nos lo muestran sus cronistas. En este ensayo, hacemos referencia, de manera especial, a uno de ellos, porque su discurso reflexivo se enlaza al testimonio de otros cronistas, también ciudadanos ejemplares: Rafael Gallegos Celis, Arturo Cardozo, Rafael Ramón Castellanos, Alberto La Riva Vale, el padre Juan de Dios Andrade, Luis González, Benigno Contreras, Pedro Emilo Carrillo, Raúl Díaz Castañeda. Es el estudio minucioso sobre Valera del escritor Alí Medina Machado denominado, Valera en el siglo XX (1900-1950) 50 años de historia (2023). Allí, el autor enfatiza en torno a aquellos habitantes venidos de otras tierras como pioneros de su desarrollo:

porque esa también ha sido la cualidad resaltante de la urbe, la mirada futura, es decir, prospectiva, de una gran parte o de la totalidad de los que aquí llegaron para la hacendosidad y la trascendencia, entendidos ambos como condiciones supremas para la vida permanente y creciente de las sociedades humanas. (Medina Machado, 2016, p.19).

El crecimiento de la ciudad comienza con el cambio de la fisonomía de las casas. Ya Gallegos Celis veía en la pujante y recién nacida urbe del siglo XIX la mirada visionaria y soñadora como gran ciudad que cambió desde 1870 sus casas de techo de paja a casas de tejas y corredores. A tal llega la mirada del cronista de esa época que fue capaz de expresar: “Valera (…) será una ciudad tan grande como la de Londres.” (óp. cit., p.27).

La labor de Gallego Celis es reconocida como crónica fundamental sobre Valera. Alí Medina Machado exalta así su accionar civilizador:

Él fue cabeza del grupo que llevó la vida de Valera al tránsito del siglo XIX al siglo XX, luchó por su cultura, por su humanización, con una gerencia social cuyo producto más destacado es ―Apuntes Estadísticos, a lo que se suma, que supo plasmar una gran imagen de sí mismo, con el trabajo por igual de sus manos y de su espíritu. (óp. cit., p.36).

Especial mención realiza Alí Medina Machado sobre la figura de Juan Ignacio Montilla cuando expresa: “fue uno de los constructores de Valera, uno de los pocos que abrieron su camino a la modernidad, de allí su condición de epónimo.” (óp. cit., p. 67).

Y en tanto la ciudad crece bien vale recordar -entre los innumerables datos ofrecidos por el autor Alí Medina Machado- que, por orden del General Cipriano Castro, Valera es nombrada capital del estado por un breve período (septiembre de 1900 hasta abril de 1901). Como un acto de ejemplo también Valera celebra para el año 1910 el centenario del 19 de abril de 1810 para lo cual:

Se exhortaba a los jefes civiles, a los concejos municipales, a la junta seccional de la Sociedad Patriótica, y a las de los distritos, ―a fin de que suficientemente coadyuven, con el importante valor de su concurso, a la entusiasta verificación de dicha solemnidad. En Valera, se decretaron aquellas fiestas distritales y municipales, con la misma devoción y participación que en el resto del Estado. Hubo decreto e inauguración de obras y aportes presupuestarios para esos fines… (p.87).

Para este mismo año fue promulgada por la Asamblea Legislativa y sancionada por el Ejecutivo la Ley de Instrucción Pública donde el Estado establece como obligatoria la Educación Primaria, Secundaria y la de Arte y Oficios. En consecuencia, se funda la escuela Ricardo Labastida el 05 de septiembre de 1910 y asignan como director al excelente educador José Luis Faure. Luego, el 19 de octubre de 1910 “se inaugura la primera línea telefónica entre Trujillo y Valera, pasando por los municipios San Lázaro y Carvajal. Y ese mismo día, se inauguró la primera Línea Telefónica entre La Quebrada con la misma ciudad de Valera.” (p.95).

Si la celebración del centenario del 19 de abril de 1810 fue significativa, más aún lo fue la celebración del centenario del 5 de julio de 1811. Desde el 4 hasta el 8 de julio de 1911 se celebraría por lo alto tan magna fecha; para lo cual, entre tantas obras, el Concejo Municipal de Valera decretó la colocación de la primera piedra para la construcción del templo de San Pedro, el 5 de julio de 1911. Fecha patria y celebración religiosa enlazadas.

Toda la programación realizada desde el 4 al 8 de julio de 1911 por la municipalidad de Valera como conmemoración del centenario del 5 de julio de 1811 fue compilada en el libro: “El Centenario de la Independencia Nacional en el Estado Trujillo (1911), escrito por el periodista Manuel Mendoza, editado precisamente, en los Talleres del Centro Industrial de Valera, propiedad de Pompeyo A. Oliva, civilista y hacedor de la ciudad.” (p. 98). Como dato curioso la programación se denominó: “Valera la adolescente ciudad trujillana”.

Igualmente, resulta perentorio destacar el “Bando de exhortación del Comité a los habitantes del Distrito” (p.103), donde solicitan expresamente:

y Valera, que cuenta entre sus hijos al perínclito Doctor y Coronel Antonio Nicolás Briceño, brazo é inteligencia del Congreso memorable de 1811, tiene que corresponder en esta solemnidad patriótica al honor de su abolengo y á la grandeza de su nombre. (p.103).

Así:

Antes, el día central, 5 de Julio a las 8 p.m. durante la Sesión de Gala del Concejo Municipal, en ese seno:
―Fueron ―presentados é inaugurados los dos lujosos cuadros al óleo que de tamaño natural presentan al Padre de la Patria y al ilustre patricio valerano Coronel y Doctor Antonio Nicolás Briceño; el primero, costeado por la Municipalidad y el segundo, ofrenda de la generosa Colonia Italiana. (p. 105).

Las programaciones de ambas fechas acompañadas de decretos que consolidaban el crecimiento urbanístico, educativo e histórico de Valera constituyeron una tradición cónsona al espíritu pro activo del valerano.

 

Valera centenaria

 

Nos interesa en este punto destacar la publicación del libro de José Domingo Tejera (1920). Apoteosis para celebrar a su ciudad en un extenso poema dramático para ser representado en el primer centenario de la ciudad de Valera. Por su parte, Américo Briceño Valero edita en Caracas su libro Geografía del estado Trujillo (1920). Se destaca que la ciudad: “Es una ―ciudad cuadrata, porque tuvo entonces 12 calles longitudinales y también 12 calles latitudinales. Tenía en 1920 una superficie de 120 hectáreas pobladas y una reserva de cien hectáreas más para su ensanche.” (p. 144). En cuanto a la educación refiere el maestro de méritos pedagógicos: “Funcionan en la población seis escuelas públicas y varias privadas, un colegio de varones y dos internados, un Liceo de Niñas, una escuela de artes y oficios, una escuela de música y dos orquestas.” (p. 146).

Bien vale recordar que la celebración del centenario de Valera a pesar de ser aprobada dos años antes (el 15 de octubre de 1918) ante el Cabildo, para el 15 de febrero de 1920 debió posponerse para el 15 de febrero de 1921, ante solicitud realizada a la Municipalidad el 15 de julio de 1919 por el Dr. Ricardo Labastida y el Br. Américo Briceño Valero a causa de razones de peso, entre otras, los avatares sufridos por sus habitantes a causa de la epidemia de la gripe española y la plaga de la langosta.

La Valera de 1920, puntualiza el autor Medina Machado:

con vocación de modernidad, una buena planificación con programas estables, bien concebidos y estructurados, y con la intervención constante de la gente (…) para una vida aceptable dentro de la sociedad urbana. (…) La ciudad estrechada por todos contra el pecho, contra el corazón. Así debe ser la vida de la ciudad. Así fue la vida de Valera por los años veinte. (p. 156).

 

 

Valera meritoria

 

La actividad comercial, característica predominante de nuestra urbe, es referida por el profesor Medina Machado con una extensa lista de apellidos de reconocida trayectoria en el crecimiento y bienestar de los valeranos y pueblos adyacentes. De igual forma se realza la producción agropecuaria de hacendados de la época.

Loable resulta destacar en Valera la trayectoria musical de la Banda Lamas dirigida por maestros de la talla de Laudelino Mejías y Antonio Anselmi y la Banda Municipal Bolívar, ambas resultado de una tradición que se inicia en 1876. “En Valera nació Conticinio de Laudelino Mejías. (p. 167). Destaca, igualmente, la Escuela Unión musical del señor Julio Balestrini, dirigida gratuitamente por los maestros Laudelino Mejías y Jesús María Pico.

En lo religioso destaca el autor la relevancia de los templos religiosos de nuestra urbe: San Juan Bautista, San Pedro y San José, así también, la importancia que para la vida religiosa de la ciudad tuvo la presencia del ilustre Obispo de la Diócesis de Guayana Monseñor Antonio Mejías. Las palabras de reconocimiento expresadas por Don Mario Briceño Iragorry a tan importante personalidad, preservadas en el libro de Monseñor Dámaso Cardozo en 1957, fueron:

Artífice de almas, Valera lo vio construir los muros de la naciente ciudad. Desde el púlpito, desde donde amotinaba a los fieles; desde la esquina, donde regañaba al policía arbitrario; desde la cátedra, donde abre caminos a los hombres nuevos; él supo cumplir una misión excelente que le da derecho a considerarse tan fundador de Valera como la generosa Mercedes Díaz. Padre de un pueblo en sentido romano, él supo decir, sin que se le acusara de petulancia-ciceroniana, que sus manos habían sido eficaces para la forja espiritual de la nueva y prometedora ciudad. (p.170).

Las referencias aludidas en la crónica de Alí Medina Machado muestra con documentación fidedigna los relatos a los cuales hace referencia, mención aparte la celebración del centenario de la muerte de los padres de la patria, Simón Bolívar y Antonio José de Sucre.

Las obras y referencias que le dan a la ciudad extensión al progreso como las carreteras entre las poblaciones vecinas, los puentes, el acueducto, la planta eléctrica, la integración geográfica de 1936 donde aparecen los límites generales de Valera, el templo gótico de San Juan Bautista, los periódicos de diferentes épocas, tales como: El porvenir, creado, redactado y editado por Rafael Gallegos Celis; El castillo, fundado en 1903 por el Pbro. Miguel Antonio Mejía y el Bachiller Pompeyo Oliva; la primera Gaceta Municipal de Valera, publicada el 07 de junio de 1902; el periódico Pan y Trabajo, creado a inicios de la década de los años 20 dirigido por Samuel Barreto Peña; el periódico Crisol, comprometido con los sectores populares; el periódico Marcha de Manuel Isidro Molina; la creación de Radio Valera, fundada en 1936, ideada y cristalizada por tres personalidades de la época: Pedro Febres Jelambi, Mr. Temple Lee y el señor Carlos Julio Balza. Para ese mismo año, en el mes de noviembre se funda el Colegio Federal de Valera, diez años después su nombre definitivo será Liceo Rafael Rangel: en palabras del Profesor Benigno Contreras: “uno de los acontecimientos más sentidos por el pueblo valerano.” (p.267).

También tienen una mención especial en la crónica del Profesor Medina Machado la Valera social para reseñar los carnavales de la época, los elogios que la ciudad recibe de los poetas como Hernán Rosales, quien le dedica inspirados versos a su “ciudad gentil”: “graciosa doncella, en cuyas mejillas imprime constantemente exprofeso sus ósculos fecundamente.” (p.239). Menciona el libro ilustrativo de don Luis González denominado La ciudad mural. Igualmente, recuerda la figuración social de las mujeres valeranas:

Éstas, en el orden benéfico y educacional, en lo social han aportado su contingente importante y para el historial valerano tienen página aparte. Llámense Mercedes Díaz, Margarita Briceño de La Torre, Victoria Carrasquero de Briceño, Narcisa Briceño de Hernández Bello, Carmen Sánchez de Jelambi, María Dolores Manucci de Araujo o María Alabrez de Lugo, nobles ejemplares cuyas vidas de mérito e ilustración, deben provocar a su imitación a la generación femenina de hoy.(p, 243).

Sin olvidar:

Un Gremio Médico bastante ilustrado y consciente; un centro social, el Club del Comercio, el más antiguo de la Cordillera, pues cuenta 40 años de establecido; un alumbrado eléctrico conceptualizado como de los mejores de la república; y varios institutos educacionistas como el Colegio Salesiano y el Madre Rafols, regentados por Padres Salesianos y Hermanas de Santa Ana, respectivamente. (Ídem).

Capítulo aparte dedica el cronista al proceso de construcción del Hospital de Valera, la construcción del Estadio Olímpico de Valera, la conversión de la casona de Carmania en Escuela Hogar, el Central Azucarero para Valera, finalmente asentado en Motatán; la construcción de la escuela Eloisa Fonseca, el Cuartel de Bomberos, la construcción de la Clínica Rafael Rangel y la poesía excepcional de Ana Enriqueta Terán, la fundación del Ateneo de Valera en su primera etapa, para el año 1948, “auspiciado por el Concejo Municipal del distrito.”(p.348).

La crónica del profesor Alí Medina Machado (2016) Valera en el siglo XX 1900-1950, 50 años de Historia se configura en señuelo del pasado de nuestra Valera que todos debemos conocer. Como cronista revela historias sorprendentes de nuestro lugar. He allí la importancia de enlazar el pasado con el presente.

En la reciente celebración de los 204 años de la ciudad podemos reconocer, de nuevo, el acuerdo de sus primeros habitantes al trazarse objetivos cónsonos a la realidad del momento. Ese ha sido el propósito del Primer Congreso de Valera, realizado el pasado viernes, 16 de febrero, con proyectos válidos de ingeniería, arquitectura y emprendimiento, para crear una marca que la proyecte al futuro. Allí está el innegable impulso de nuestra ciudad que ha crecido y seguirá creciendo, sí y solo sí, los ciudadanos de todas las generaciones, le ofrecen su amor sin reservas. Hoy, con necesarias implicaciones y criterios de planificación y ejecución de obras hacia una ciudad sostenible, para que Valera siga siendo “casa grande”, haciendo – en palabras del profesor Alí Medina Machado: “realidades los sueños y apetecible la vida.” (p.353).

 

*lenlibertad30gmail.com

 

 


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