Valera: la ciudad de todos / Por Jesús Matheus Linares

Sentido de Historia

Supermercado Caracas Las Acacias, año 1968. Foto Cortesía

 

 

Lejanos están los días por allá en 1875, cuando llegó el primer grupo de inmigrantes procedentes de Italia, al pie de monte andino trujillano. El desperfecto en una de las máquinas del vapor que los traía del viejo continente les cambió la ruta inicial que los llevaría a la austral Argentina, y decidieron “sembrarse” para siempre en nuestro Estado.

Así llegaron los Poggioli, Anselmi, Gambatti, a Monte Carmelo –por cierto, el señor Anselmi, era comerciante y músico, fue el fundador de la Banda Municipal de Monte Carmelo y abuelo del maestro José Antonio Abreu, fundador del Sistema Nacional de Orquestas-. En Escuque se instalaron los Adriani, Miliani; en La Quebrada, los Mazzarri y Médicci. A Valera, llegaron 4 Parilli, de los cuales Carmelo y José se quedaron allí, los otros Rafael y Homero se fueron a Boconó y Tostós. Luego Carmelo Parilli se asoció con otro paisano, el Dr. Enrique Spinetti y juntos montaron una factoría de pasta y vinos en Valera, estábamos en los albores del siglo XX, y Valera tenía una fábrica de fideos, pasta, tallarines y se hacía vino.

A Carvajal llegó Rafael Schrochi, quien se casó con Nicolasa Briceño, de donde nacieron Rafael Ángel y José Luis Schrochi. A San Lázaro fueron a dar los Provenzali y Paoli, y allí en el pueblo de mi abuela Natividad Linares, don Elbano Provenzali, fundó la primera botica, además de dedicarse a las labores de la agricultura. Paoli que era un lector avezado, se convirtió en el escribano de San Lázaro, mucho tiempo después se marchó a Barinitas, donde lo nombraron Jefe del Registro Subalterno.

Otro personaje que dejó profunda huella en Valera fue don Domingo Giacoppini, quien tuvo tres hijos: Domingo, Homero y Eleazar, quien se marchó a Caracas, y dio origen a los Giacoppini Zárraga. De allí nació un destacado hombre venezolano, como lo fue el recordado amigo don José Giacoppini Zárraga, quien fue presidente del Estado Bolívar, catedrático e historiador, profundamente bolivariano. Por su parte, don Domingo fue dos veces presidente del Concejo Municipal de Valera y benefactor del Hospital Nuestra Señora de la Paz. Tuvo dos hijas, Luisa y Mary. Luisa se casó con el señor Omar Lares, con quien tuvo dos hijos, Omar -quien fue un destacado periodista valerano muy reconocido y Beltrán Lares-, luego de enviudar se casó en segundas nupcias con Evaristo Rueda, un productor de caña de azúcar y panela, de donde nacieron Domingo, Luisa, Mary y Perucho Rueda Giacoppini, este último dueño de la Hacienda Geromito, donde había un trapiche e íbamos en nuestros años de mozo a bañarnos en El Chorrerón. Luisa se casó con un joven emprendedor nacido en Betijoque, Luis Jugo Amador, quien comenzó a trabajar con el grupo Muchacho Hermanos, y fue ascendiendo en responsabilidad y confianza hasta encargarse de la firma en la ciudad de San Cristóbal, luego compró la franquicia y se convirtió en un exitoso hombre de empresa. Mary Giacoppini se casó con Eleazar González, de donde nació Eleazar González Giacoppini, propietario de la Hacienda San Luis, y que luego se casó con una hija del doctor Macrobio Delgado, médico que vivía al lado de la casa cural de San Juan Bautista. Otra hija del doctor Delgado se casó con Alberto Maldonado La Bastidas, quien también fue presidente del ayuntamiento valerano y primer gerente de la Línea Aeropostal en nuestra ciudad. Como vemos, esta ciudad, de todos, la hemos construido todos con nuestro esfuerzo y dedicación.

Y ese esfuerzo y dedicación, nos recuerda de niño, a Alirio «Pata e´ Croche», quien hace como 40 años era el personaje más popular en Valera. Su negocio de comida rápida estaba en la esquina de la calle 10 con avenida 10. Fue el primer vendedor de perros calientes. Su grito comercial era: “Lleeegaaaroooon los peeerroooos”, y su fuerte gañote hacía que el estruendoso grito se escuchara a más de una cuadra. “A realito, los perros, perros! Era su lema comercial. Luego subió “a realito y medio” y de allí siguió subiendo… También estaban las famosas “carabinas”, 8 hallaquitas de caraotas por un bolívar, en la entrada del Cinelandia, una Valera para no olvidar y siempre recordar.

 

jmateusli@gmail.com

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