La lucha por el cambio político en nuestra Venezuela es larga y compleja. Afortunadamente la gente ha entendido que aún cuando es irreversible y va a ocurrir, no hay soluciones mágicas y no se va a producir ya.
En este momento el juego político continúa en todo o nada y los sectores en pugna juegan al desgaste y si este panorama se mantiene, las perspectivas de una transición pacífica se alejan.
Desde Unidad Visión Venezuela apostamos al cambio en paz y para que este sea el escenario que impere es necesaria una negociación que tenga como resultados el entendimiento y acuerdo entre sectores: la oposición y el chavismo.
Pensar que una fuerza política que tiene 20 años y que, nos guste o no, cuenta con el apoyo de parte de la población por pequeña que sea, va a desaparecer de un plumazo es irreal. Hay que hacer acuerdos. Partiendo de esos pactos se podrá elegir un nuevo Consejo Nacional Electoral, normalizar la situación del Parlamento y tantas otras situaciones que debemos corregir para el mejor desenvolvimiento de la vida política y económica del país.
La ingobernabilidad camina tranquila, aunque Nicolás Maduro lo niegue y pareciera que ejerce el poder porque en un país donde un sector aún reconoce solo a quienes acompañan a Maduro y otro solo a la Asamblea Nacional y su presidente Guaidó, la ilegitimidad y la ingobernabilidad andan de la mano.
La posibilidad de un conflicto armado está latente y, lamentablemente, hay quienes apuestan por ella. Esa es la peor de las opciones. En ese escenario solo el pueblo seguirá sufriendo, y el hambre y las consecuencias de la emergencia humanitaria compleja, se verían acompañadas, además, de los resultados propios de una agresión armada.
Imaginar que la Fanb apoyará las iniciativas de cambio y la entrega de la ayuda humanitaria es pecar de inocentes y poco inteligente.
Los militares gozan de demasiados “beneficios” y prebendas que no están dispuestos a perder, ni renunciar. Tienen empresas de construcción, de telecomunicaciones, agropecuarias, de transporte, manejan la distribución y “producción” de alimentos, así como de la industria farmacéutica e industrial, pero además tienen una televisora, un banco y para completar si piensan que a la torta le faltaba la guinda, tienen una treintena de ministerios a su cargo.
Estamos a punto de entrar en un proceso de negociación difícil y el más determinante para el destino del país en las últimas dos décadas. Hay que hacerle entender eso a la opinión pública. Esa es nuestra tarea como líderes.
Apostemos por un gran acuerdo nacional en el que actores como Rusia, China y Cuba posiblemente también tengan alguna participación, pero que redundará en una nueva ruta para transitar el camino a la transición política en paz.
Urge un gran acuerdo nacional ya, antes de que el pueblo nos pase por encima.