En caso de que haya elecciones, me dice la gente, quisiéramos ejercer nuestro derecho y cumplir nuestro deber de votar, pero no sabemos por quién votar. Quieren votar contra el gobierno, pero no lo quieren hacer por partidos que parecen instrumentados por este para servir sus intereses políticos. Con razones perfectamente comprensibles no sienten que votan contra el gobierno si lo hacen por partidos intervenidos por el TSJ con direcciones nacionales colocadas por él. Parece muy difícil que los venezolanos que anhelamos un cambio podamos votar por los candidatos postulados por Copei, AD, PJ y VP cuando sus direcciones nacionales han sido designadas por el gobierno de Nicolás Maduro.
Muchos amigos de diferentes partes del país me llaman para decirme que ellos quieren votar. Entienden que no hay otra alternativa, pues asumimos la ruta electoral con todas las dificultades que nos opone el gobierno o nos resignamos a quedarnos en nuestras casas contemplando como se perpetúa el régimen en el poder.
Todo esto por supuesto en el entendido de que podamos hacer elecciones en un país acosado por la pandemia, por el hambre y por servicios públicos colapsados.
Así las cosas, conozco de esfuerzos que están haciendo un grupo de venezolanos, preocupados por el destino de la democracia venezolana, para presentar una tarjeta no contaminada por las maniobras del gobierno para llevar a la Asamblea Nacional gente honesta, competente y representativa de todos los estados. Veo con mucha simpatía esa iniciativa.
Esa tarjeta tiene un compromiso programático: defensa de la democracia y de la libertad. Compromiso de recuperación económica y de Justicia Social. Valores éticos y principios morales contra la corrupción y, por supuesto, la sustitución del gobierno de Maduro lo más pronto y lo más democráticamente posible.
Esa tarjeta convoca a la participación de todos los venezolanos que apuesten por la recuperación democrática y económica del país. Sin sectarismos de ningún tipo y sin exclusiones odiosas.
Seguiremos conversando.