Uniandes se esmera en dejar una huella en las comunidades  

Más que una ayuda en un momento complejo que viven los venezolanos, en cinco estados del país la organización Uniandes busca agregar el componente de capacitación y desarrollo sostenible en las comunidades adonde llega. La idea es que los ciudadanos puedan emprender acciones para mejorar sus condiciones de vida brindando herramientas que van desde aprender a sembrar verduras orgánicas hasta exigir sus derechos humanos. 

 

 

Anggy Polanco/DLA 

Dar valor agregado es una de las misiones de vida de Uniandes. Aún cuando en estos momentos atiende la emergencia que vive Venezuela desde el año 2016 Uniandes nunca ha dejado de lado el desarrollo sostenible en todas las acciones que realizan como un elemento que crea capacidad en las comunidades receptoras.

85 personas integran Uniandes y son ejemplo de Capital Social y Humano, bajo las direcciones de la politologo Rosa Elena Acevedo, José Gregorio Delgado y Luisa Paz, quienes además de llevar ayudas a las comunidades bajo diversos proyectos, crean capacidades en la comunidades como: Capacidad para exigir, creación de medios de vida sólidos, iniciativas económicas productivas, procesos de organización comunitarias, entre otros.

¿Cómo nació Uniandes?

Uniandes es una organización civil que forma parte del Cesap que a nivel nacional incorpora el trabajo de una 18 organizaciones a nivel nacional. Es una escuela que lleva 28 años en formación.

Nació en Mérida como un sede regional de Cesap. En 1992 adquirió figura jurídica propia de Uniandes y Cesap pasó por un proceso de transformación y descentralización, pero todos dentro de un mismo grupo y misma filosofía de trabajo.

En 2005 comenzó acciones en Táchira. A partir de 2006 se crea la oficina de la organización en la capital tachirense y desde entonces la trayectoria se mantiene activa entre Táchira y Mérida.

Luego del 2017 el radio de acción se amplió y se sumó al trabajo Barinas, Apure y Amazonas.

La filosofía está enmarcada en el trabajo de desarrollo social como una estrategia de capacidades tan urgente como el contexto Covid y la emergencia humanitaria que enfrenta el país.

 

¿Qué tipo de capacidades han logrado?

 A veces las comunidades tienen otras iniciativas organización y Uniandes a través de sus activistas han retomado esos espacios que a mediados de 2000 a 2005 tenía que ver con clubes deportivos, organizaciones religiosas, organizaciones de mujeres, organizaciones de productores.

Rosa Elena Acevedo cuenta que en el municipio Sucre, en Lagunillas estado Mérida, Uniandes logró formar un Comité de Riego y Asociaciones de Productores, pues estas figuras se han ido perdiendo con el tiempo en vista que para los pobladores hay cosas más urgentes que todos estos temas que apuntan al desarrollo.

El fortalecimiento de la educación, fortalecimiento de las capacidades de las mujeres para prevenir la violencia, el tema ambiental que tampoco se puede dejar de lado con soluciones a corto plazo que puede generar un problema mañana.

“Hay que manejarlo con mucho cuidado porque la emergencia no nos deja mirarlas. La gente quiere que le den comida porque se están muriendo de hambre o que les lleven medicinas, pero siguen viviendo en espacios donde no hay agua, no hay exigencias para que haya servicios en zonas donde no tienen electricidad, donde las personas en estos momentos menos les importa sino satisfacer sus necesidades básicas”.

Pareciera que los venezolanos estamos en la Pirámide de Maslow intentando satisfacer lo más inmediato, explica la politóloga, sin preocuparse por satisfacer las demás necesidades y allí el reto de Uniandes donde logran la incorporación de las personas.

 

 

¿Cuáles son sus proyectos activos?

Ocho proyectos tienen activos en Uniandes en los cinco estados. Desde hace un año trabajan con un proyecto denominado Nutrisalud, desarrollado en 4 regiones, que consiste en brindar alimentos calientes a centros comunitarios.

Pero el valor agregado planteado de Uniandes al donante fue la incorporación de procesos de peso y talla, organizar a la comunidad en asambleas para que ellos mismos monitoreen sus comedores, impartir talleres a las mujeres de las comunidades para que aprendan hacer otras cosas, brindar capacitación a las personas del comedor para que manejen las normas de salubridad y conservación de alimentos.

“Ha sido beneficioso el no haber aceptado solo el dinero para la comida, ha sido tan positivo que cada centro comunitario tiene su asamblea de ciudadanos que se reúnen de manera mensual y de forma virtual en medio de la pandemia. Los mismos niños que antes llegaban a comer sin lavarse las manos ahora se lavan las manos y hacen una oración”, relató Acevedo.

Esto lo acompañan con un programa de quejas a través de un buzón de sugerencias en cada uno de los comedores para que cada personas se pueda expresar con el programa.

Las madres de los niños se están formando en el tema Covid y otras enfermedades por trasmisión de vectores como Dengue o Zika. Además se están sensibilizando para recibir a los retornados dado a que pareciera que nos han deshumanizado, afirma la directora de Uniandes.

Otro proyecto es de Seguridad Alimentaria que consiste en crear huertos alimentarios en las comunidades. Allí las comunidades se organizan y se ordenan en turnos para los riegos. Las personas reciben formación para la creación de cultivos orgánicos y que la gente sepa adónde va llevar su producto cuando lo tenga y como conservarlo.

A través de una plataforma educativa Uniandes dictan talleres en un aula virtual de derechos humanos que se creó hace cuatro años con el apoyo de la Conferencia Episcopal Italiana.

 

Otro proyecto es La Gente Propone que se lleva a cabo en Mérida y San Cristóbal y ellos una vez al mes se reúnen con los veedores municipales con los que están trabajando.

Particularmente con mujeres desarrollan tres proyectos. Uno de ellos el programa de Fortalecimiento de Defensoras de Derechos Humanos conjunto con la Unión Europea. Recién comenzó otro Plan de Seguridad Alimentaria y Salud Pública en Ureña y Rubio que contempla el apoyo a las mujeres en una entrega de dinero a través de un sistema que están perfeccionando para llegar apoyar a 500 mujeres de esta zona para que adquieran comida, al tiempo que ellas promuevan campañas de salud  en sus comunidades.

«Cuando el proyecto tu lo llevas dirigido a mujeres el cambio es muy rápido y es más emocionante verlos y ver como ellas te lo cuentan, es una cosa increíble. No tiene que ver con discriminación sino como emocionalidad y que uno sabe cuál es la necesidad que tiene esa mujer», expresó la directora de Uniandes al contar lo frutos del proyecto Fénix que les ha permitido llegar a zonas donde nunca antes habían podido llegar.

En alianza Asociación Venezolana de Servicios de Salud de Orientación Cristiana (Avessoc) están formando además promotores de salud en el municipio García de Hevia en Táchira y en el estado Apure, con el propósito de ayudar en orientación a las comunidades en ciertas patologías y brindar información para adquirir medicamentos en diversas instituciones.

 

 

¿Cómo se organiza el equipo Uniandes?

El equipo que hace las maravillas en Uniandes en medio de sus propias adversidades cumplen funciones de Apoyo en los Puntos de Atención Social o refugios dispuestos en la frontera y en sus propios proyectos. Cada proyecto tiene un coordinador y su propio equipo bajo una cadena que se respeta y se entiende muy bien.

En el contexto pandemia todo ha sido remoto, aunque con algunos trabajos de campo. Cada equipo cuando comienza tiene claras sus metas y los objetivos a alcanzarla y se considera un grupo comprometido bajo un ambiente armonioso. Son personas comprometidas con el trabajo social que ve soluciones donde cualquier otro puede ver problemas.

En su plantilla hay docentes jubilados, profesores universitarios activos, investigadores y profesionales de diversas ramas. La meta es incorporar más jóvenes dado a que el promedio de edad son 45 años entre todos los integrantes del equipo.

Una vez cada 15 días se visitan los huertos y emprendimientos que las mujeres están haciendo.

¿Cómo se han reinventado con la pandemia?

La directora de la organización explica que la dinámica es muy de campo, por ello el trabajo es remoto en la mayoría de las veces. Es un trabajo con mucha libertad y muchos que han ingresado nuevos no conocen la oficina, pues se valora el teletrabajo que llegó a dejar un aprendizaje acelerado.

“Todas las personas que están con nosotros tienen herramientas para la comunicación, lo que ha sido muy valorado por los donantes. En el proyecto de Nutrisalud se incorporaron teléfonos para cada una de las personas porque es la única forma de mantenernos comunicados porque no se pueden visitar diariamente”, menciona.

 

En los comedores tuvieron que reinventarse, la comida las personas dado que no podían estar reunidas, ahora buscan la comida y se las llevan. Lo que representa una transformación en todos los aspectos, incluso en la sustitución de envases para llevar alimentos para crear condiciones de higiene y creando el hábito de que los laven en sus casas o que los lleven limpios y se habilitó un espacio para que los laven en vista que algunos no tienen agua en sus casas.

“En toda esta situación hemos tenido que reinventarnos hemos conseguido apoyo en una red de conductores con vehículos particulares dado al costo de la gasolina en el mercado negro. Los talleres de grupo los estamos haciendo vía Whatsaap o Zoom”.

Diariamente se monitorea cómo está el equipo, cómo está la familia de cada uno, los hijos de promotores, es un margen de unas 1000 personas que se monitorean en Uniandes, con el propósito de identificar quién pudiera estar afectado y ver qué tipo de ayuda les pueden brindar.

¿Cómo es la relación con agencias internacionales y otras organizaciones?

 La relación de Uniandes con las agencias de Naciones Unidas se considera buena y desde el 2019 la organización participa en la Coordinación para a Comisión en Terreno de todas las actividades que desarrolla la ONU, bajo la organización de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA por sus siglas en inglés)

Allí integran proyectos de seguridad alimentaria, nutrición, protección y energía alternativa, lo que lleva al recurso humano de Uniandes a estar en constantes capacitaciones y encuentros.

Adicionalmente desarrollan un proyecto en Mérida con financiamiento del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) y en Táchira y Apure laboran en otro con el Fondo de Población de Naciones Unidas basado en Violencia de Género.

 

“Todo esto nos ha permitido relacionarnos bien con ellos, son estructuras con naturaleza propia. Aunque las organizaciones locales tenemos un trabajo un poco más rápido y a veces más práctico pero hemos aprendido muchos de estas organizaciones que hacen un trabajo muy fuerte y también muy complejo dado a los mandatos de las Naciones Unidas a no chocar con los gobiernos de los países donde ingresan y eso nos cuesta entenderlo”, comenta Rosa Acevedo.

Mientras que con otras organizaciones locales también tienen estrechas relaciones, trabajo articulado, respeto institucional, sin conflictos.

La recompensa para los activistas de Uniandes es ver cuando cada paso que dan genera frutos. Cuando ven que las personas comienzan a exigir sus derechos y no solo se quedan con la ayuda o la capacitación, cuando las mujeres aprenden a prevenir la violencia y comienzan hacer uso de los organismos competentes para denunciar la violencia de género y dicen a mí ya no me pegan, y cuando apoyan a otras a denunciar.

«Por supuesto que hay cosas duras y vemos que niños no elevan sus valores nutricionales, pues ahora que están comiendo en sus casas y se llevan la comida, la comida de un niño termina siendo la comida de una familia. Estamos buscando formas para que vuelvan al comedor en grupos aislados con distanciamiento y eso genera algún tipo de tristeza. Cuando una participante muere por falta de medicamentos, nos da tristeza pero nos hace insistir», relató Rosa Elena Acevedo.

 

 

Salir de la versión móvil