Una Venezuela diferente: organización ciudadana cuanto antes  

 

Luis A. Villarreal P.

Qué hacer para no repetir el pasado calamitoso y encontrarnos en un mejor presente figurándonos el futuro ansiado por todos. No es una pregunta exclusiva de los venezolanos, sino de la humanidad entera.

Las mayorías, tercermundistas o no, ávidas están de experimentar el bienestar y el progreso, a través del esfuerzo individual en cada país, y de la respectiva pujanza nacional haciendo posible la globalización integracionista; no solo por urgencia de mercados —necesarios y obligantes—  sino por el sincretismo cultural cada día más propenso.

Aportando cada cual lo suyo, de la mejor manera, posibilitando sin ambages el intercambio productivo y consumidor, y,  con el mismo ahínco, la búsqueda de soluciones impostergables a los ingentes problemas cuya amenaza mundial es creciente; digamos, el equilibrio climático y la justa paz, por ejemplo.

Pero, cómo montarnos en la carreta de la prosperidad local, estadal y nacional para figurar en lo global

Convencidos y dispuestos a ocupar asientos más seguros en la nave cósmica futurista que nos traslada por el Universo, pero sin garantía de supervivencia como ‘civilización’ —conscientes del poco tiempo disponible—, en caso de descuidar su respectivo mantenimiento y los requerimientos de la cada día más creciente proliferación humana acostumbrada al consumismo o a la idea de vegetar de la nada.

Por dónde empezar. Yendo a la cola de quienes —desapercibidos, ignorados y fastidiosos— ya están aportando su granito de arena con la ilusión de llegar a consolidar la fortaleza necesaria si queremos un futuro interminable, promisor, siempre evolutivo. Porque tenemos que ganarnos con esfuerzo —conciencia y manos a la obra— esa posibilidad. Nada de dejarlo para ratos libres, o delegar esta responsabilidad en los demás; de ser uno de los coleados en búsqueda de beneficios o dividendos, obtenidos por una comunidad fortalecida.

Y a qué viene toda esta cátedra o monserga, escuchada tantas veces

Bueno, miremos por la ventana y veamos la situación de nuestras comunidades, a lo largo de la geografía nacional.  Y preguntémonos: ¿y qué es esto…?  Es el resultado de la sapiencia y participación ciudadana de los venezolanos, tratando de emular la grandeza de los padres fundadores de nuestra república, de quienes vertieron sangre, sudor y lágrimas. ¿De verdad, lo es? Aun comprendiendo los impases, las omisiones, las repercusiones exógenas, en el desempeño de nuestros gobernantes y sus cuadros partidistas, o en su dominó político con la Oposición. Ah?

Observando las circunstancias, la realidad política en nuestra Venezuela, nos preguntamos: ¿Acaso, no prevalece la actividad ciudadana, en vista del eclipse de la partidocracia y de una ‘democracia’ tan condicionada y sin asidero? Entonces, optamos por continuar ejerciendo la ciudadanía.

 

 

  

Diciembre prometedor

 

Entre premoniciones

seguimos, asidos a la esperanza

sin perder pormenores

de lo que nos atrapa

la atención si el país así lo clama.

 

Aunque nuestro interés

ha de ser a todas horas, estamos

ante el crucial deber

de estar bien informados

en estos tiempos infaustos y

                                  [abstractos,

 

fehacientes de retos,

haciéndonos mucho más perspicaces;

buscando en los adentros

cómo salir del trance

político y corregir los dislates

 

con tacto democrático.

Desde su origen Venezuela cuenta

con nobles ciudadanos

y la leal conciencia

del liderazgo que estará junto a ella.

 

                                          L A V P

 

 

El aniversario del Referendo Consultivo del 3D sobre la necesidad y determinación de rescatar el Territorio Esequibo

Ya era hora de volver a hablar al respecto, porque siendo el primer problema de nuestra soberanía nacional pareció haber quedado en el limbo, luego de la aguerrida actitud asumida por el oficialismo ante Guyana y sus confabulados, quienes pretendieron evitar la consulta constitucional acudiendo a la CIJ donde se han sentido muy influyentes, bajo el banal argumento de una Venezuela mal dirigida [con lado flaco].

En un ‘ lo cortés no quita lo valiente’, la delegación de ‘nuestra Venezuela’ —a regañadientes— sin remilgos consignó ante la CIJ, por si acaso, prolija documentación de nuestros derechos en el Esequibo, no sin reiterar la postura del Ejecutivo de no reconocer la jurisdicción del mencionado tribunal; en la medida de estar el Acuerdo de Ginebra [1966] en medio —el más valedero, porque está rubricado por las partes implicadas—, en referencia al Laudo ‘Arbitrario’ de París [1899], según el cual se despojó a Venezuela de sus legítimos derechos sobre el referido territorio desde época colonial.  Esta celebración aniversaria debe ir acompañada de una presión sostenida, por cuanto se trata de Venezuela: lo primero.

 

De nuevo en boga la Justicia de Paz en Venezuela

Interesante. Y excelente ocasión para recordar y echar de menos la presencia del doctor Alirio Abreu Burelli, quien fuera promotor del sistema de justicia de paz y jurisconsulto de la Ley Orgánica de la Justicia de Paz, antes denominada local, ahora comunal. Abreu Burelli, nos decía:  “sólo me falta vivir la experiencia como juez de paz”. En el entendido de su carrera judicial como juez, y magistrado de la CSJ y la Corte IDH.

Oportuno el haber desempolvado la Ley de Paz, en mutismo desde su origen [1994], y desde su avizoramiento por parte del Libertador, según la Constitución de Angostura [1819]. Aunque los términos de la misma no sean los mismos, place pensar en el auge de la justicia de paz, tal y como ha sido concebida, pensada y discutida, desde sus inicios; con la autonomía y sencillez expedita, accesible y práctica, garante de eficacia al tratar de dirimir los conflictos vecinales.

 

 

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