Una semiótica del orgullo Por: Juan(cho) José Barreto González

 

Desde La mudanza les presento la segunda parte del Prólogo al libro Una semiótica del orgullo. Espero lo busquen: Propuestas introductorias, miradas para estudiar, para buscar, para estimular ycomprender nuestra semiótica del orgullo en sus auges, caídas y resurrecciones. Para activarla desde el intenso compromiso ético de aquellos hacedores y pensadores de la cultura que han dado la batalla en el terreno más delicado y sensible: el de la mediación de los lenguajes. Y conducirla, finalmente, a la propuesta de una semiótica terapéutica. En esta mediación las luchas son más feroces. Nos movemos, entonces, en un barroco cultural turbulento donde se exaltan algunas expresiones y se ocultan otras. Las armas del enemigo son muy letales, han logrado que Washington derrote al Quijote como ocurre en el cuento “DQ” de Rubén Darío, también que, en la revuelta divisionista de izquierdas y derechas, volvamos cada vez más cadáveres a nuestros “difuntos venerables” según el decir de Mario Briceño Iragorry en El caballo de Ledesma (1942).

Rasgo sustancial de la semiótica del orgullo sería su capacidad de “juntar hacia adelante”, entendido como comprensión de lo heterogéneo para su comunicación. Una condición superadora de las ideologías, donde podamos soportar en comunicación todas aquellas expresiones posibles de ser juntadas para darle validez a la peligrosa predicación donde el diferente se mantenga diferente con capacidad de convivencia.

Poner en comunicación todas las variaciones imaginativas de la cultura. La dominante ha sido el altericidio, el intento de dominar la cultura y crear la imposibilidad de convertir los espacios en “puntos de reunión” como lo propone Simón Rodríguez, uno de nuestros filósofos fundamentales para la Libertad: “Entreayudarse” para el “bien jeneral”. Así nos vamos batiendo entre inquisiciones y sueños pero siempre ese rasgo latente y continuamente desplazado de juntar pedazos para la comunicación. Llegamos entonces a la reunión de “pulir la tradición” para la lucha coetánea propuesta por Mario Briceño Iragorry; el “trabajo de la colmena” buscado desde la sabiduría milenaria como mirada de Isidoro Requena y, “la coherencia incluyente” de J.M. Briceño Guerrero.

La semiótica del orgullo pasa por esta condición de juntura hermenéutica de lasvariaciones reales e imaginarias, de los distintos relatos para impulsar los sueños porencima de las inquisiciones. La mano temblorosa descorre la cortina. El paisaje está allí, complejo, dinámico. Comenzamos a mirar.

En la espera de contribuir al debate de la juntura, asediado por todas partes.

inyoinyo@gmail.com

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