Madrid, 6 may (EFE).- El Real Madrid cerró con impotencia su participación en la Liga de Campeones, sintiéndose inferior en la eliminatoria ante el Chelsea, en unas semifinales que ya solo pisarlas fue un logro tras estar subido a una ‘montaña rusa’, pasando de ver de cerca el descrédito de la Liga Europa a llegar a pensar que la experiencia acercaría al éxito.
Una eliminación europea siempre impulsa un momento de reflexión interno en el club blanco. El orgullo de volver a estar entre los cuatro mejores equipos de Europa, pasa a un segundo plano ante la distancia mostrada ante un rival como el Chelsea. Convertido en verdugo del fútbol español, los ‘blues’ eliminaron a Sevilla, Atlético de Madrid y Real Madrid camino de la final inglesa. Una muestra de la realidad que vive el fútbol y la perdida de poderío de la Liga.
LA APUESTA INMOVILISTA DE ZIDANE
Tenía que tomar decisiones de riesgo Zinedine Zidane por el estado en el que quedó su plantilla tras la semana de la eliminatoria de cuartos de final ante el Liverpool y el clásico ante el Barcelona de por medio. Le pasó factura no rotar y desde que avisó de que sus jugadores estaban al límite, el desplome se produjo pese a los continuos cambios. En Stamford Bridge debía decidir entre apostar por los jugadores de peso que regresaban tras lesión o dar paso a los sustitutos sin sentir que mejorarían sus prestaciones. Su falta de confianza en futbolistas como Odriozola, Marcelo o Isco quedó demostrada y les invita a pensar en una salida.
Optó por la primera opción y se vio a Sergio Ramos, Ferland Mendy o Eden Hazard a mucha distancia física de los rivales. Sumado al agotamiento físico de un centro del campo que se vino abajo en los dos duelos ante el recital de Kanté, solo el orgullo de un equipo acostumbrado a esas batallas y las paradas de Thibaut Courtois, le mantuvieron 175 minutos en la eliminatoria.
Esas decisiones condicionaron un sistema que no retocó Zidane en toda la eliminatoria. Verse superado por el Chelsea en el Alfredo di Stéfano no provocó un cambio en Londres. Había temor de verse arrollado, convertirse en vulnerable si regresaba al 4-3-3, y le faltaba Fede Valverde en buenas condiciones como para pasar a un 4-4-2. Mantuvo defensa con tres centrales para arropar a Ramos, sin partidos en sus piernas en tres meses, y la nueva intentona de resurrección de Hazard provocó que el brasileño Vinicius no solo cambiase de banda, sino que apareciera de carrilero sin tener los conceptos defensivos necesarios.
La apuesta le salió mal a Zidane el día que podía igualar un registro de semifinales ganadas. Situar su nombre con cuatro superadas junto al de Alex Ferguson, Carlo Ancelotti o Marcello Lippi. Nunca lo vio cerca el técnico francés. El fin de la racha de 19 partidos sin perder, nueve de visitante desde el día de la renuncia a la Copa del Rey el 30 de enero, llegó sin apenas oposición. Dos acciones de peligro inventadas por Karim Benzema. El Real Madrid llevaba cuatro goles en sus nueve últimas salidas entre Liga y ‘Champions’. Encajó dos y pudieron ser muchos más.
LAS RISAS DE EDEN, EL DOLOR DEL MADRIDISMO
En pleno dolor por la derrota, una imagen generó la indignación que no provocó la imagen del equipo en el terreno de juego. Con la sensación de que no daba para más en Europa, en unos años de transición, pese a la grandeza y la exigencia del Real Madrid, desde la salida de Cristiano Ronaldo y a la espera de la llegada de un nuevo ‘galáctico’, bien sea Mbappé o Haaland, el que debía heredar el liderazgo del portugués, Eden Hazard, ha completado dos años de lesiones e intrascendencia.
Su imagen compartiendo risas con excompañeros, hoy rivales, que acababan de apear a su actual equipo de la final de Estambul, sobre el césped, se hizo viral. Pudo tener el decoro de hacerlo en las entrañas de Stamford Bridge, lejos de la mirada crítica de aficionados dolidos por la eliminación, pero a Eden nadie le explicó lo que significa el escudo que defiende.
Fue la última imagen del Real Madrid en una Liga de Campeones que comenzó de la peor forma posible, con derrota ante el Shakhtar y empate agónico en casa del Borussia Mönchengladbach, que impulsó el temor de caer por primera vez a la Liga Europa. Antes de una reacción con grandeza en el doble duelo ante el Inter de Milán que aseguró el primer puesto del grupo. La imagen dejada en octavos ante el Atalanta y uno de los mejores partidos de la temporada frente al Liverpool, acercaron unas semifinales que se convierten en el techo de un equipo que pide a gritos cambios y nuevas ilusiones.
Roberto Morales