UNA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA SOBRE LA INTUICIÓN | Por: Ernesto Rodríguez

 

El autor alemán Stefan Klein (nac. 1965, Múnich) es el autor de una obra sumamente importante sobre la felicidad. Estudió Física y Filosofía en Múnich y Grenoble, y luego estudió biofísica en Friburgo. Entre 1996 y 1999 dirigió la sección científica del semanario alemán ‘Der Spiegel’, y se ha dedicado entre otros temas a la neurociencia. En el año 2002 publicó su importante obra: ‘La Ciencia de la Felicidad’ y uno de los puntos versa sobre la intuición.

El neurocientífico portugués-estadounidense António Damásio (nac. 1944, Lisboa) es uno de los más reconocidos especialistas en los estudios sobre las emociones. En su laboratorio en la Universidad de Iowa, ha realizado con su esposa Hanna y otros colaboradores investigaciones sobre la intuición.

En primer lugar será importante que citemos unas definiciones de ‘Intuición’: “1)  El acto o facultad de conocer o sentir sin el uso de procesos racionales; conocimiento inmediato. 2) Conocimiento ganado por el uso de esta facultad; una perspicacia perceptiva 3) Un sentido de algo que no es evidente o deducible; una impresión” (1).

Se pudiera pensar que las intuiciones son ilusorias y carecen de fundamento, pero Damásio y su equipo descubrieron que las intuiciones son reales y tienen un fundamento fisiológico corporal. En efecto, ellos demostraron que los humanos frecuentemente experimentamos reacciones corporales de alegría, aversión, temor o ira, antes de que nuestra mente se haga consciente de esas manifestaciones corporales. En tal sentido Stefan Klein insiste en que debemos diferenciar entre ‘emoción’ que es corporal e inconsciente, y ‘sentimiento’ que ocurre cuando nuestra mente se hace consciente de una emoción.

Uno de los experimentos que hizo Damásio y su equipo es conocido como la ‘Prueba de las Cartas de Iowa’. En este experimento las personas que participaban sacaban cartas de dos grupos de cartas sin saber que uno de los grupos era ‘malo’ y el otro era ‘bueno’. Cuando las personas sacaban cartas del grupo ‘bueno’ obtenían ganancias moderadas y pérdidas pequeñas. Cuando las personas sacaban cartas del grupo ‘malo’, podían obtener rara vez una ganancia grande, pero más frecuentemente grandes pérdidas. Las personas que participaban en el experimento estaban conectadas a aparatos que permitían detectar y registrar sus cambios corporales debidos a sus emociones. El caso es que a partir de la décima jugada las personas comenzaban a evitar el grupo de cartas ‘malo’ y los aparatos registraban cambios corporales de ligero sudor frío y corazón que latía más rápido cuando sus manos manipulaban ese grupo de cartas. Sin embargo, las personas no estaban conscientes de que su cuerpo estaba reaccionando de esa manera. Solamente después de la quincuagésima jugada (número 50) las personas comenzaron a expresar de manera consciente una aversión a ese grupo de cartas ‘malo’, y solamente después de la octogésima jugada (número 80) las personas pudieron explicar su respuesta de aversión a ese grupo de cartas ‘malo’.

Entonces Damásio y sus colaboradores demostraron que las intuiciones existen y que una persona puede experimentar una emoción antes de hacerse consciente de ella, es decir, antes de ‘sentirla’ y poder analizarla racionalmente (2).

En efecto, frecuentemente nos ha ocurrido en la vida que nos han presentado a una persona y nos ha caído mal, y cuando nos han preguntado: “¿Por qué te cayó mal?”, entonces no hemos sabido responder de una manera racional y simplemente decimos: “No sé pero hay algo que me desagrada”, aunque no podríamos precisar exactamente qué es lo que nos desagrada. Stefan Klein señala en su obra que las intuiciones que tenemos en muchos casos  con personas, se basan en un aprendizaje real de nuestro cerebro durante la experiencia de la vida. Dicho en otras palabras, en el transcurso de la vida todos los humanos conocemos personas buenas y personas malas, personas sinceras y personas falsas, y entonces con la edad y la experiencia, aprendemos a detectar rápidamente algunos detalles que pueden parecer nimios, bien sea en la manera de mirar, la manera de sonreir, o hablar, o gesticular, etc., y entonces nos forjamos una apreciación subjetiva (positiva o negativa) sobre esa persona.

En tal sentido es pertinente referir una apreciación del gran escritor  ruso Fedor Dostoievski (1821-1881), que  está considerado como uno de los más grandes novelistas en la historia de la literatura.

Dostoievski participó en un grupo de conspiradores intelectuales conocido como el ‘Círculo Petrachevski’ pero fueron delatados y la policía zarista de su época detuvo a la mayor parte de ellos. En un principio Dostoievski y otros conspiradores fueron condenados a morir el día 22 de diciembre de 1849, en la Plaza Semeniovski de San Petersburgo. Pero poco antes de ser ejecutados llegó un mensajero del Zar y la pena fue conmutada por trabajos forzados en Siberia. Dostoievski estuvo 4 años en la prisión de Omsk hasta marzo de 1854 y después publicó: ‘Recuerdos de la Casa de los Muertos’ (1861), que causó un tremendo impacto en grandes pensadores. Por ejemplo, el filósofo alemán F. Nietzsche (1844-1900) en varias de sus obras se refiere de manera valorativa a esa obra de Dostoievski y en ‘El Crepúsculo de los Ídolos’ (1889) dice: “…Dostoievski, el único psicólogo del cual yo tengo algo que aprender” (parágrafo 45). Asimismo, el revolucionario ruso Vladimir Lenin (1870-1924) dijo en una ocasión que la obra: “Recuerdos de la Casa de los Muertos es una obra que no ha sido superada en la literatura rusa y mundial” (3).

Dostoievsky dice en esa obra: “Quizás me equivoque, pero creo que se puede conocer a una persona sólo por su risa, si la risa de un desconocido os parece simpática, tened por cierto que es un buen hombre” (Cap. III).

No obstante, en mi humilde opinión, siempre he creído que las intuiciones nos pueden conducir a apreciaciones acertadas sobre las personas, pero también podemos equivocarnos y eso es peligrosísimo, porque puede darse el caso de que condenemos a priori a una persona sin conocerla realmente. Siempre debemos recordar el viejo dicho ‘Las apariencias engañan’, tanto en un sentido favorable como desfavorable. Entonces quizás podemos concluir que con la edad y la experiencia, desarrollamos un aprendizaje que nos permite tener intuiciones, y cuanto mayor sea nuestra experiencia, más acertadas pueden ser esas intuiciones. Pero siempre debemos ser prudentes y no irnos de bruces ante las intuiciones que tengamos.

NOTAS: (1) Pag. 919 en ‘The American Heritage Dictionary’ (fourth edit., 2000) Houghton Mifflin Co. (2) Los estudios de Damásio sobre la intuición se pueden ver en Pags. 14-20 en Stefan Klein (2006) ‘The Science of Happiness’. Marlowe & Co. (German edition: 2002) (3) Referido por Vladimir Bonch-Bruevich en su escrito ‘Lenin sobre los libros y los escritores (Recuerdos)’ publicado en ‘Literaturnaya Gazeta’ (El Diario Literario) en fecha 21 de abril de 1955. La cita se ha tomado de pags. 210-211 en ‘Lenin. Escritos sobre la Literatura y el Arte’. Ediciones Península, 1975. Selección y Prólogo de Jean Freville (edición original en francés: 1957)

ernestorodri49@gmail.com

 

 

 

 

 

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