El autor alemán Eduard Fuchs (1870-1940) realizó un estudio histórico sobre la moral sexual y en el segundo volumen titulado: ‘La Época Galante’ publicado originalmente en alemán en 1911, refiere algo que trastorna a cualquier persona sensible.
Lo mejor será citar textualmente fragmentos: “Forman también parte de las fiestas populares en todos los países las ejecuciones públicas. En gran medida y hasta el presente ha sido éste el caso de Inglaterra. En el libro ‘Excursiones por Londres’ publicado en 1852, todavía se dice: ‘¿Quiere usted saber dónde se celebran nuestras fiestas populares? (…) Delante de Newgate, señor mío, cuando se ahorca a un hombre (…) Hay ahí vida desde que despunta el día hasta el momento en que el verdugo ha cumplido con su monstruoso deber (…) Las ventanas de las inmediaciones se alquilaban por mucho dinero, se montan tribunas, se plantan puestos de comida y bebida en los aledaños, se vende cerveza y aguardiente a altos precios; las gentes hacen muchas leguas a pie, a caballo o en carro para ver el espectáculo que deshonra a la humanidad; y en primerísima fila las mujeres, las aldeanas, y no precisamente sólo las mujeres de las clases más pobres, sino también hermosas, delicadas, rubias cabelleras rizadas’ (…)Y precisamente estas ejecuciones erigidas en espectáculo público desempeñan un destacado papel en la historia de la moralidad pública, puesto que los más bárbaros de estos espectáculos, en los que se torturaba antes a la víctima y se la llevaba pedazo a pedazo de la vida a la muerte, eran para una gran parte de los espectadores y, de nuevo, sobre todo para las mujeres, monstruosos estimulantes de la voluptuosidad (…) Durante las ejecuciones que causaban sensación (…) no sólo el pueblo común se revolcaba en la lujuria, sino que también participaban en ellas con idéntica intensidad los círculos más distinguidos. Sabemos (…) que en los siglos XVII y XVIII formalmente era de buen tono para la buena sociedad asistir a las ejecuciones señaladas, y que los ricos pagaban enormes sumas por una ventana que diera al lugar de la ejecución. En esas ventanas estaban durante horas enteras las damas más delicadas (…) Si en tales ocasiones el populacho de las calles no pocas veces forzaba a cientos de mujeres, si entraba en los prostíbulos y escenificaba allí monstruosas orgías, las mujeres distinguidas que eran testigos desde el elevado balcón daban rienda suelta a sus sobreexcitados sentidos (…) se celebraban bacanales con suntuosos disfraces en la ventana abierta y el comportamiento era de los más desvergonzado. Un cronista francés escribe: ‘Nunca están nuestras damas más complacientes, y la visión del sufrimiento de la víctima destrozada es para ellas el momento de máximo placer’…” (1).
El término ‘sadismo’ proviene de las obras del famoso autor francés conocido como el Marqués de Sade (1740-1814) que en todas sus obras de ficción presenta personajes que se excitan sexualmente al causar (o contemplar) el sufrimiento de otras personas. Richard von Krafft-Ebing (1840-1902) fue un neurólogo y psiquiatra alemán muy conocido por su obra: ‘Psychopathia Sexualis’ (1886) y en ella define el ‘sadismo’ de la siguiente manera: “Sadismo es la experiencia de sensaciones sexuales placenteras (incluyendo orgasmo) ocasionadas por actos de crueldad o castigo corporal infligido por alguien sobre su propio cuerpo o por observar tales actos infligidos a otros, sean animales o seres humanos. También puede consistir en un deseo innato de humillar, perjudicar, herir o hasta destruir a otros con el fin de crear placer en uno mismo” (2). No obstante, este autor describe casos de pacientes inclinados al sadismo y en su misma obra dice más adelante: “los actos monstruosos de sadismo son mucho más frecuentes en los hombres que en las mujeres” (3). Unas líneas después reitera: “El sadismo no es otra cosa sino una intensificación patológica excesiva y monstruosa de los fenómenos (…) que acompañan la vida sexual psíquica, particularmente en los hombres” (4). Posteriormente el médico psiquiatra austríaco Sigmund Freud (1856-1939) en su obra: “Tres Ensayos sobre la Sexualidad” (1905) dice: “La sexualidad de muchos seres humanos masculinos contiene un elemento de agresividad – un deseo de subyugar” (5). Entonces lo que refiere Eduard Fuchs en el sentido de que sobre todo eran las mujeres las que se excitaban sexualmente viendo cómo torturaban y mataban a un condenado a muerte, difiere de lo que dicen estos dos psiquiatras que plantean que el sadismo es principalmente manifestado por los hombres. Advierto a la lectora o lector que el tema de la sexualidad y el sadismo es sumamente complejo y de ninguna manera pretendo dominarlo. Solamente me he limitado a citar lo que han dicho autores estudiosos de dicho tema. De todas formas, sea como sea, lo que sí podemos concluir es que esa costumbre de disfrutar viendo el espectáculo de alguien que es torturado y ejecutado es algo espantosamente nauseabundo e inhumano. NOTAS: (1) Capítulo 6, Págs. 375-379 en Eduard Fuchs ‘Historia Ilustrada de la Moral Sexual. 2. La Época Galante’. Edición de Tomas Huonker. Alianza Editorial (1996). España. (2) Pag. 162 en ‘Sexuality’. Edited by Robert A. Nye (1999). Oxford Univ. Press. (3) Pag. 163 en Ibidem. (4) Pag. 163 en Ibidem. (5) Pag. 157 en ‘Part I. The Sexual Aberrations’ en S. Freud ‘Three Essays on the Theory of Sexuality’ (1905), También se puede ver Pag. 102 en David Stafford-Clark (1967) ‘What Freud Really Said’. Pelican Books.