UNA “ÉTICA CONTRACTUAL PLANETARIA” PARA ENFRENTAR PANDEMIAS | Por: Ernesto Rodríguez

 

El humano vive en comunidad y en una epidemia se cumple que lo que suceda a una persona repercute en lo que suceda a otras en esa comunidad. Igualmente la ecología nos enseña que lo que ocurra en una parte del planeta incide en el resto del globo. Por eso, con la actual pandemia del Covid se cumple más que nunca el bello poema del poeta inglés John Donne (1572-1631) que dice en un fragmento: “Nadie es una isla, completo en sí mismo (…) La muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad; Y, por consiguiente, nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas; doblan por ti” (‘Devociones para ocasiones emergentes’ (1624) ‘Meditación’ XVII). En efecto, cuando se contagia o fallece una persona por Covid, nos afecta a todos, no solamente porque sabemos que un ser humano y sus familiares sufren,  sino porque se propaga la pandemia.

Durante esta pandemia de Covid en el mundo se han puesto de manifiesto varias cosas: 1) Ha habido una gran desinformación y confusión por falsas noticias (fake news) sobre el coronavirus, el Covid y las vacunas. 2) No ha habido cooperación internacional entre los países para enfrentar eficazmente la pandemia y cada nación ha tomado sus medidas de manera aislada, lo cual ha favorecido la dispersión del coronavirus. 3) No ha habido cooperación internacional entre los países para investigar científicamente el coronavirus y el Covid,  ni para elaborar buenas vacunas de manera masiva. En efecto, han prevalecido los intereses políticos y/o económicos de cada país aislado y eso ha contribuido a la dispersión del Covid en el planeta.

La cuestión es muy grave porque diversos virólogos eminentes están advirtiendo sobre la posibilidad bastante probable de nuevas pandemias en el planeta debido al ecocidio y la alteración del clima (1).

Una rama de la ética es conocida como la ‘Ética Contractual´ y por todo lo expuesto, en el planeta se requiere algo así como una ‘Etica Contractual Mundial entre las Naciones’. Pero primero veamos muy someramente lo que es una ética contractual. Este tipo de ética ha sido propuesta de diversas maneras, pero todas sus modalidades tienen como aspecto esencial: ‘La moralidad por un acuerdo’. En el siglo XX uno de los autores más conocidos ha sido el filósofo estadounidense John Rawls (1921- 2002) que marcó un hito con su obra: ‘Una Teoría de la Justicia’ publicada en 1971. En esa obra insiste en la ‘justicia’ como ‘imparcialidad’, como ‘equidad’. Para lograr esa imparcialidad y equidad, Rawls propone un experimento imaginario en el cual habría un ‘velo de ignorancia’ y ninguno de los participantes en el acuerdo sabría a priori cuál papel social representaría en esa sociedad hipotética: Si sería pobre o rico, hombre o mujer, jefe u obrero, etc. y entonces sería equivalente a algo así como partir una torta en pedazos sin saber cuál pedazo tocaría a cada quién. En consecuencia, todos los participantes escogerían una sociedad de una manera imparcial, que tendría justicia como equidad. Los factores que entrarían en juego serían fundamentales e importantes para todos los involucrados, por ejemplo: seguridad personal, satisfacción de necesidades básicas, garantía de respeto, etc. Rawls argumenta que con tal procedimiento se lograría una sociedad con una serie de libertades básicas para todo ser humano. Su obra ha sido criticada sobre todo por ser fantasiosa, pero eso no nos importa en el presente artículo. Lo que importa de su propuesta, cuando la imaginamos no solamente para una sociedad particular sino para todo el planeta,  es que todas las naciones y todos los habitantes del mundo deberían comprender que con una pandemia, lo que suceda a los países y habitantes pobres en el mundo, repercutirá en los países más ricos y poderosos, porque con la globalización un virus se dispersa y no hace distinciones de estatus social. Eso ha quedado evidenciado con el Covid. Asimismo, el ecocidio en una parte del mundo repercutirá en todo el planeta. Entonces lo que plantea Rawls no sería fantasioso para el caso de pandemias mundiales.

Otro autor importante para una ética contractual ha sido el filósofo estadounidense T.M. Scalon (nac. 1940) que en el año 1998 publicó su obra: ‘Lo que nos debemos unos a otros’. En esa obra dice: “Un acto es incorrecto, si es cometido en unas circunstancias tales que no sería permitido por un conjunto de principios para la regulación general del comportamiento, unos principios que nadie podría rechazar de manera razonable como un fundamento para un acuerdo general basado en buena información y no impuesto a la fuerza” (2).

El conocido teórico alemán Jurgen Habermas (nac. 1929), en su obra: ‘Ética del Discurso’ (1990)  plantea ese acuerdo de una manera muy convincente, y dice que una norma de conducta tiene que ser de tal manera que: “todos los afectados por la norma pueden aceptar las consecuencias y los efectos colaterales que pueden ser anticipados para la satisfacción de los intereses de cada uno (y las consecuencias de esa norma son preferidas a las de otras posibles alternativas)” (3).

Después de ver estos planteamientos, resulta demasiado obvio que en el mundo se requiere un acuerdo contractual, una cooperación para lograr metas que beneficien a todos los habitantes. El filósofo escocés David Hume (1711-1776), en su obra: ‘Investigación Sobre los Principios de la Moral’ (1751) plantea muy acertadamente que para lograr una cooperación entre las personas hay que despojarse de un punto de vista individual particular y asumir “un punto de vista común” (Cap. IX, sección 6). Esto que señala Hume es el quid de la cuestión: Un acuerdo en el planeta sería sobre la base de un punto de vista común que atañe a todos y beneficiaría a todos. Entonces, como mínimo las naciones deberían llegar a un acuerdo que incluya: 1) Frenar el ecocidio planetario, conservar la biosfera y frenar la alteración climatológica 2) Crear una ‘Comisión Internacional de Científicos Microbiólogos’ de reconocido nivel, que oriente e informe de manera veraz a la comunidad de todo el mundo y a los gobiernos de las naciones, ante la actual pandemia de Covid y futuras pandemias 3) Que las naciones fabriquen de manera mancomunada vacunas de la mejor calidad, desechando intereses económicos o políticos. 4) Promover hábitos de vida saludables y el ejercicio físico para disminuir diabetes adquirida, hipertensión, tabaquismo, cardiopatías, etc.

En conclusión, lo que está en juego es la supervivencia de la biosfera, de todos los habitantes (ricos y pobres) del mundo y las futuras generaciones, y recordemos siempre el poema de Donne: ¡Ninguna persona ni país en el mundo está aislado!!! NOTAS: 1) ‘The Guardian’ 22/06/2021, Melissa Davey ‘There are viruses just waiting in the wings: How do we stop the next pandemic?’  2) Pag. 153 en T.M Scalon (1998) ‘What We Owe to Each Other’. Harvard Univ. Press 3) Pag. 65 en J. Habermas (1990) ‘Discourse Ethics. Notes on a Program of Philosophical Justification’. MIT Press.

ernestorodri49@gmail.com

 

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